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20 de enero 2025

26 de noviembre 2024

¡Que alguien me explique!

García Harfuch exhibe músculo

A lo largo de todo el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, el nombre de Omar García Harfuch fue golpeado, marginado, menospreciado

Por Ramón Alberto Garza

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A lo largo de todo el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, el nombre de Omar García Harfuch fue golpeado, marginado, menospreciado.

“No lo quieren en Palacio Nacional”, decían. Y con esa bandera le impidieron ser el relevo de Claudia Sheinbaum al frente de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, lo bloquearon ese año para ser candidato de Morena a esa misma posición y estuvieron a nada de impedirle también que se le postulara al Senado. Hasta que la entonces candidata “pintó raya” y reclamó al presidente López Obrador el derecho de poner a los suyos. O se bajaba de la contienda.

El entonces inquilino de Palacio Nacional cedió, no sin antes sostener un encuentro privadísimo, sólo entre él y García Harfuch -sin la candidata de por medio- para intercambiar quién sabe qué informaciones o pactar quién sabe qué acuerdos. Sin testigos.

Y fue así como el hombre más cercano a la ya presidenta Claudia Sheinbaum pudo, al fin, ser confirmado como Secretario de Seguridad Nacional del nuevo gabinete. Y comenzó a diseñar una estrategia conjunta de seguridad e inteligencia, con suficiente comunicación con algunos de sus pares en los Estados Unidos.

Casi dos meses ya pasaron desde ese nombramiento y algunos destellos de esperanza comienzan a asomarse en esa pesadilla que es el combate de la creciente inseguridad en México.

La última muestra fue la aprehensión de siete de 14 funcionarios municipales del Estado de México, acusados de estar coludidos con los poderosos cárteles de La Familia Michoacana, Jalisco Nueva Generación, Guerreros Unidos, Unión Tepito, Nuevo Imperio y Anti-Unión Tepito.

Entre los detenidos en ese mega operativo sin precedente, en el que habrían intervenido unos mil 500 elementos de la Fiscalía General de la República, de la Guardia Nacional, de la Defensa, de Marina, del Centro Nacional de Inteligencia y de la policía estatal mexiquense, figuran una alcaldesa, algunos jefes policiacos municipales, esposos de otras alcaldesas y una red de funcionarios dedicados a vender protección. La mayoría de los detenidos son de municipios gobernados por Morena, pero también existen algunos priistas, panistas y conversos emecistas.

Lo que vino a exhibir este operativo sorpresa es un cambio de 180 grados en la estrategia del “aquí no pasa nada” que desplegaron los hombres y mujeres responsables de la seguridad en el sexenio del presidente López Obrador.

Es la secuela lógica de comenzar a ir desechando la estrategia de “Abrazos, No Balazos”, que tanto defendía el entonces inquilino de Palacio Nacional y que hoy va en ruta de abandonarse.

Todo hace suponer que la visión de Omar García Harfuch de dar un combate frontal al crimen organizado va ganando terreno. Por eso, el incremento de homicidios en Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Tabasco, Guanajuato, Tamaulipas y el Estado de México. Por eso, las cifras de homicidios con violencia van en aumento. Porque las víctimas son ahora delincuentes que son abatidos por militares, guardias y policías locales que ya los enfrentan, que no ceden ni les sacan la vuelta.

Por supuesto que es muy prematuro celebrar lo que apenas se está intentando corregir. Pero es un paso trascendente que los organismos de seguridad, los de inteligencia y los del Poder Judicial, se coordinen para desmantelar las redes que dan protección oficial a los capos de la droga.

Y está claro que, estos son apenas los primeros pasos en la dirección correcta, un rumbo que es avalado por la presidenta Claudia Sheinbaum y que confiemos que es una decisión de gobierno, hasta que no suceda lo contrario.

Hay que reconocer que García Harfuch está colocándose a sí mismo en una delicada posición. No debe ser sencillo declararles la guerra a los cárteles, siempre que el combate sea parejo, sin capos ni siglas favoritas.

Para algunos, la estrategia del Secretario de Seguridad podría acabar evidenciando el encubrimiento de uno de los grandes cárteles. Como sucedió con el romance que se vivió entre el ex presidente López Obrador y el apellido Guzmán Loera y el Cártel de Sinaloa.

Otros, sin embargo, tienen muy claro que García Harfuch está buscando crear el suficiente impacto para contener la ola criminal de la nación, buscando a la larga adquirir el suficiente prestigio para jugar en la contienda presidencial del 2030. Ese fue un sueño largamente acariciado por su padre, Javier García Paniagua, quien en la sucesión de José López Portillo estuvo a punto de cristalizar en 1981 una candidatura presidencial que le arrebató Miguel de la Madrid. Hoy, Omar García Harfuch, su hijo, desde su muy delicada encomienda, lo quiere consumar.

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