3 de diciembre 2024
Economía
Washington y Beijing disputan Manzanillo
Si México es el epicentro de la guerra comercial entre Washington y Beijing, el puerto de Manzanillo es el punto cero de este conflicto. Se trata de la puerta de entrada de miles de millones de dólares en importaciones, además del principal acceso de precursores químicos del fentanilo
Por Rodrigo Carbajal
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Si México es el epicentro de la guerra comercial entre Washington y Beijing, el puerto de Manzanillo es el punto cero de este conflicto. Se trata de la puerta de entrada de miles de millones de dólares en importaciones que, de acuerdo al equipo de Donald Trump, están siendo trianguladas desde China hacia Estados Unidos para evadir aranceles. Manzanillo es, también, el principal acceso de precursores químicos del fentanilo, la droga sintética que ha dejado una epidemia de cientos de miles de muertes por sobredosis en la Unión Americana.
Por razones obvias, Manzanillo se ha convertido en el centro de una disputa criminal entre los cárteles y las mafias que han logrado infiltrar la administración oficial de la aduana. Dentro y fuera de las Fuerzas Armadas. En noviembre, un comando asesinó al contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar. Fue un ataque directo que conmocionó a los altos mandos de la Secretaría de Marina. No fue el primero, ni será el último.
A pesar de ello, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha redoblado su apuesta por el Puerto de Manzanillo. La Secretaría de Marina está coordinando una inversión de 55 mil millones de pesos para duplicar la capacidad a 10 millones de contenedores de diez pies, pasando de 450 a 1,800 hectáreas. El objetivo es convertir a Manzanillo en uno de los 20 puertos más importantes a nivel mundial y colocarlo a la par del puerto de Los Ángeles. El gobierno aportará el 25 por ciento de la inversión. El resto será invertido por el sector privado, por compañías como Ferromex, la compañía de logística del empresario multimillonario Germán Larrea.
Bloomberg describe este macro proyecto como un “voto de confianza” a la relación comercial de México con China frente a las amenazas arancelarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Una inversión de largo plazo equivalente a 2,700 millones de dólares es la mejor prueba de que, en México y en China, pocos están tomando en serio la posibilidad de que se impongan tarifas de 25 por ciento a las exportaciones mexicanas.
La expansión de Manzanillo sugiere que las políticas del gobierno de Sheinbaum para disuadir a China tampoco van en serio. Es decir, que el discurso de sustitución de importaciones de Rogelio Ramírez de la O, los aranceles al acero y el operativo de Marcelo Ebrard contra la mercancía china en la Plaza Izazaga son un espejismo para vender una narrativa al equipo de Donald Trump. La crítica más escuchada al “operativo limpieza” es que el problema no está en los mercados minoristas de la Ciudad de México que venden piratería china. El problema está en los puertos y aduanas del Pacífico que dejan entrar la “fayuca”.
No es casualidad que el arquitecto de este operativo mediático haya sido el secretario de Economía, Marcelo Ebrard. En círculos de inteligencia norteamericanos lo etiquetan como “China Two”, un funcionario históricamente cercano a Beijing y a Carlos Slim, el empresario que es visto en el aparato de seguridad de Estados Unidos como el principal promotor de la agenda de China en México.
El proyecto de Manzanillo ofrece motivos suficientes para generar alarma en Washington. El gobierno chino ha emprendido una política de inversiones clave en infraestructura portuaria en toda América Latina. Con la excepción de México, todas las grandes economías del continente latinoamericano han hecho de Beijing su principal socio comercial. China ya cuenta con participación en algunos proyectos de infraestructura mexicanos. Resulta difícil pensar que el gobierno de Xi Jinping no está involucrado en el desarrollo del puerto de Manzanillo. De acuerdo a un reporte de Rhodium Group, citado por Bloomberg, la inversión de China en México es seis veces mayor a lo registrado en las estadísticas oficiales.
Esta realidad no es compatible con la política del próximo gobierno de Donald Trump. El presidente electo de Estados Unidos ha designado como secretario de Estado a Marco Rubio y como asesor de Seguridad Nacional a Mike Waltz. Ambos funcionarios comparten dos rasgos importantes más allá de ser republicanos de Florida: primero, son halcones que piden mayor firmeza frente a lo que denominan “la amenaza china”; segundo, son partidarios de una política de intervención militar en México contra los cárteles de la droga. Waltz es el coautor de una iniciativa de Ley que plantea expandir las facultades de la Casa Blanca para combatir a las organizaciones criminales mexicanas.
Manzanillo es uno de los eslabones fundamentales de la cadena de suministro del fentanilo y de otras drogas sintéticas. El 23 de agosto, el gobierno mexicano realizó en este puerto la mayor incautación de estupefacientes en lo que va del gobierno de Claudia Sheinbaum: 7.2 toneladas de drogas, en su mayoría cocaína. La traición se pagó con sangre.
En noviembre, en un plazo de diez días, dos oficiales de la Marina fueron asesinados en ataques directos. El homicidio del contralmirante Fernando Rubén Guerrero Alcántar fue el golpe de más alto perfil contra un oficial de las Fuerzas Armadas en más de una década. Esto pone de relieve la importancia que tiene Manzanillo para las mafias criminales que operan en las aduanas. Antes de llegar a Manzanillo, Guerrero Alcántar ocupó un puesto previo en la Aduana Marítima de Veracruz, donde fue señalado por irregularidades. Posteriormente, asumió un rol administrativo en la Agencia Nacional de Aduanas.
Un año antes, en noviembre de 2023, Sergio Emmanuel Martínez Covarrubias, administrador civil de operación aduanera en Manzanillo, también fue asesinado, presuntamente por un comando del Cártel Jalisco Nueva Generación. El ataque ocurrió dos semanas antes de que, por acuerdo del presidente Andrés Manuel López Obrador, se determinara que la Marina regresara a los civiles el control del puerto de Manzanillo.
Las aduanas, particularmente la del puerto de Manzanillo, fueron el gran talón de Aquiles del gobierno de López Obrador. El nombramiento de Ricardo Peralta Saucedo como primer administrador general de Aduanas generó una red de corrupción y complicidades cuyos efectos todavía se resienten. Peralta fue el funcionario que “vendió” la aduana de Reynosa a Julio Carmona, el hermano de Sergio Carmona, el llamado ‘Rey del Huachicol’ que fue asesinado en San Pedro Garza García en noviembre de 2021.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido, en privado, un cambio de enfoque en el manejo de Aduanas. No obstante, algunos intuyen que se trata sólo de un cambio de grupo. Empresarios advierten que se está preparando el nombramiento del general Moisés García Ochoa como el titular de la Agencia Nacional de Aduanas.
Se trata del militar que en 2012 fue vetado por el gobierno de Estados Unidos para asumir la Secretaría de la Defensa Nacional en la administración de Enrique Peña Nieto. García Ochoa fue cuestionado en un artículo del New York Times por presuntos vínculos con Amado Carrillo y por la compra irregular del software Pegasus. En sus manos podría caer el control del proyecto de expansión del puerto de Manzanillo y, por consecuencia, el futuro de la relación de México con Estados Unidos y con China.