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11 de octubre 2021

Seguridad

La vida después de la Iniciativa Mérida

El nuevo Entendimiento Bicentenario entre México y Estados Unidos promete dar un giro de 180 grados a la estrategia regional de seguridad. Pero aún están pendientes por definir las acciones concretas. Por lo pronto, Washington ha logrado imponer su agenda

Por Bernhard Buntru

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El diálogo de seguridad de alto nivel México-Estados Unidos y el nuevo acuerdo surgido tras el encuentro, es un parteaguas en la relación bilateral (tras la Iniciativa Mérida).

Al menos, así lo han manejado ambos gobiernos. Y sobre todo, el gobierno de México. 

“Una relación en donde las prioridades tengan el mismo nivel que las prioridades de Estados Unidos. Eso no lo habíamos tenido”, indicó el canciller Marcelo Ebrard tras la reunión. 

Bautizado el Entendimiento Bicentenario en honor a los 200 años de relaciones entre ambos países, el acuerdo establece un enfoque más amplio en la relación en materia de seguridad, dando así por terminada la llamada Iniciativa Mérida pactada durante el sexenio de Felipe Calderón y George W. Bush. 

“¿Es poco? Es muchísimo. Eso no lo habíamos tenido hasta hoy”, dijo Ebrard en conferencia de prensa junto a su contraparte estadounidense, Antony Blinken.

La Iniciativa Mérida, impulsada históricamente desde Washington, la estrategia de lucha frontal contra las drogas y el crimen organizado ha sido un fracaso en ambos lados de la frontera.

En México, autoridades de seguridad y justicia capturadas por el crimen organizado, más de 350,000 homicidios desde 2006 y más de 90 mil desaparecidos, de acuerdo con cifras oficiales; la fragmentación de las organizaciones delictivas a lo largo del territorio y el fracaso de pacificar -tras más de 15 largos años- aquellas regiones que vieron nacer la llamada Guerra contra el narco. 

En Estados Unidos, el problema tampoco es menor: una crisis de drogadicción que en el último año resultó en la muerte de más de 93 mil personas por sobredosis de drogas ilícitas, la población penitenciaria más grande del mundo, un rotundo fracaso en reducir la oferta y demanda de narcóticos desde que inició la Guerra contra las drogas hace más de 40 años y un aparente incremento en los casos de corrupción dentro de la agencia antidrogas estadounidense.

Sin embargo, el nuevo y aclamado Entendimiento Bicentenario -y sus acciones concretas- están lejos de definirse. Según lo indicaron ambas partes, estas beberán delinearse concretamente para diciembre de 2021.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha celebrado el acuerdo como una capitulación de Estados Unidos a los intereses de México: en particular, abandonar el enfoque armamentístico, reducir la demanda de drogas en Estados Unidos, contener el flujo de armas de norte a sur y dedicar mayores recursos al desarrollo social de los jóvenes mexicanos. 

Solo que, más allá del discurso, las prioridades de Washington sobre regular la entrada de precursores químicos -en México- y sobre el tema de la ciberseguridad, fueron las únicas que quedaron plasmadas en la intención de crear grupos de trabajo enfocados en estas cuestiones. 

Sobre reducir la demanda de drogas en Estados Unidos, frenar el tráfico de armas, castigar el lavado de dinero, encontrar a los miles de desaparecidos e impulsar el desarrollo social de la juventud mexicana, lo único que se acordó hasta ahora fue “trabajar juntos”. 

Para el gobierno de México, la victoria discursiva se centra en haber dinamitado la Iniciativa Mérida, considerada por el presidente Andrés Manuel López Obrador como un política injerencista de Estados Unidos y sobre todo, legado sangriento del sexenio de Felipe Calderón.

Para la administración de Joe Biden, el Entendimiento Bicentenario significa un punto de partida de la política estrictamente policial con la que se atacaba al narcotráfico y la drogadicción, alineando su política exterior con México al discurso renovado que maneja el demócrata desde su campaña presidencial.

No obstante, el verdadero entendimiento entre México y Estados Unidos en materia de seguridad se dará hasta que se fijen las acciones concretas – y especialmente una vez que se defina el presupuesto con el que se llevarán a cabo.

Hasta ahora, este nuevo capítulo en la relación entre México y Estados Unidos es apenas una mención en la narrativa oficial. Manos a la obra, de aquí a diciembre.

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