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¡Que alguien me explique!

Infeliz 2021

Dejemos a un lado la falsedad del “Feliz Año Nuevo” para hacernos responsables de la muy difícil realidad que se nos avecina en los próximos doce meses

Por Ramón Alberto Garza

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Aunque somos por naturaleza optimistas, no podemos ni debemos desdeñar que el 2021 será para México -y para el mundo- un año sombrío, y en el mejor de los casos gris, peligroso y convulso.

No se trata de asomar aquí los buenos deseos que expresamos en cada ocasión que se inicia un nuevo año, sino de evaluar una realidad que, por muy dura que sea,  estamos obligados a enfrentar.

Tampoco frente a esta dolorosa e inédita crisis sanitaria y económica se trata de asomar el tremendismo que nos instale en un fatalismo sin salida. Sería tan suicida como vivir en la nube del optimismo desbordado.

De lo que se trata es de tomar la información que existe y sin más, procesarla para buscar un camino, una salida que nos instale en la ruta de reencontrar lo que algún día conocimos como “normalidad” y que hoy contemplamos inalcanzable.

El realismo sobre el 2021 viene de procesar datos e informes, como los que dio el epidemiólogo norteamericano Anthony Fauci cuando dijo que, si bien nos va, comenzaremos a ver una recuperación sanitaria hacia el otoño de este nuevo año.

El experto anticipa por lo menos nueve meses más de prueba y error, con la esperanza de que la vacuna en Estados Unidos logre su impacto en la inmunidad del rebaño social. Y eso asumiendo toda la influencia geopolítica y el poderío económico del vecino del Norte.

Pero si en Norteamérica la perspectiva es cautelosa, ya podemos imaginar lo que significará para México el intentar neutralizar la pandemia con una campaña de vacunación pobre, sin vacunas.

Nadie podrá negar que fue una burla el acto infame de politizar la llegada de las primeras tres mil dosis de vacuna de Pfizer al aeropuerto de la Ciudad de México. Deplorable.

Más triste aún que el gobierno de la Cuarta Transformación, con apenas 50 mil vacunas concentradas esta semana en la Ciudad de México y en Coahuila, siembre la esperanza de que pronto veremos la luz al final de la pandemia.

Se trata de simples matemáticas. Si somos 130 millones de mexicanos que requerimos dos dosis cada uno, hablamos de 260 millones de vacunas.

Eso significa que desde el sector salud, público y privado, tendrían que aplicarse 712 mil dosis de vacunas diarias, los siete días de la semana, los 365 días del nuevo año.

Para entender mejor el reto imposible, hablamos de 60 mil dosis aplicables cada hora, asumiendo que la vacunación se sostenga sin descanso a lo largo de 12 horas al día.

¿Alguien en su sano juicio cree de verdad que dentro del esquema fallido del epidemiólogo Hugo López-Gatell se pueda cumplir esta descomunal tarea, cuando hoy se presume una distribución de 60 mil vacunas, no para un día, sino para un largo periodo, concentrado en solo dos de los 32 estados?

Y si los contagios continúan y si los decesos por Covid-19 no decrecen, ¿existe alguna posibilidad que de la llamada “nueva normalidad” regresemos este mismo año a lo que conocimos como “normalidad”?

Solo para refrescar la memoria, aún con todo un sistema dedicado a buscar la recuperación en el 2009 -después de la pandemia y de la crisis de las hipotecas- a Estados Unidos le llevó cinco años -hasta 2014- recuperar el terreno perdido para volver a comenzar. Y la pandemia fue radicalmente menor a la que se enfrenta hoy.

Y para dificultar el escenario para México, habrá que encarar la nueva realidad política de los Estados Unidos con la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca.

Sí, al mismo que como candidato presidencial le jugamos las contras apoyando a Donald Trump y regateándole su victoria en las elecciones de noviembre.

Sumemos a lo anterior el factor de las elecciones de medio sexenio, sí, aquellas en las que desde Zedillo, pasando por Fox, Calderón y Peña Nieto, todos los gobiernos perdieron el control legislativo e incluso media docena de gubernaturas.

Si las elecciones en las que Morena y el gobierno de la Cuarta Transformación se juegan su futuro vienen el 6 de junio, ¿qué podemos esperar para el primer semestre del año, que no sea confrontación, golpeteo político y descalificaciones de uno y de otro extremo de la arena política? Un semestre muy cuesta arriba.

Los apellidos Lozoya, Robles, García Luna y Guzmán Loera acapararán el escenario pre-electoral 2021.

Y al final de todo, el enorme golpe económico, el que enfrentaremos cuando entre febrero y marzo próximos se haga el recuento de los daños del primer año de pandemia, más lo que se acumule mientras no se contenga la crisis sanitaria. Más quiebras, más despidos, más hambre.

Por eso decimos que dejemos a un lado la falsedad del “Feliz Año Nuevo” para hacernos responsables de la muy difícil realidad que se nos avecina en los próximos doce meses.

Si insistimos en decir, como ya es usual, que “esto ya pasó”, que “ya se ve la luz al final del túnel”, cerraremos los ojos a la enorme crisis en puerta.

Y si insistimos en aferrarnos a “otros datos”, cancelaremos la posibilidad de encontrar alternativas para reinventarnos en medio del gran drama global en el que nos tocó vivir.

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