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20 de marzo 2020

Economía

El gobierno de AMLO no está listo para la pandemia económica

En privado, líderes de la iniciativa privada comentan que la reacción del gobierno federal a la contingencia económica es insuficiente. “No están a la altura de las circunstancias”, aseguran.

Por Rodrigo Carbajal

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La Convención Bancaria en Acapulco se ha convertido en una metáfora de la postura que ha tomado la administración de Andrés Manuel López Obrador en relación al impacto económico potencial de la peor pandemia global en una generación.

A pesar de que se habían registrado casos de Covid-19 en México, incluido el del presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Jaime Ruiz Sacristán; el evento no se canceló. Una semana después, la Asociación de Bancos de México informó que uno de los asistentes había sido diagnosticado con Coronavirus e instaba a todos los participantes a recluirse en cuarentena. “La reacción fue tardía”, comentó uno de los banqueros que acudió a la convención.

Lo mismo se ha dicho sobre la reacción del gobierno federal, particularmente de sus autoridades de política económica. El hecho de que el tipo de cambio haya alcanzado un máximo histórico de 24.53 pesos por dólar este viernes apenas a empieza a describir la fragilidad de la economía mexicana frente a la crisis sanitaria del Covid-19.

En la Convención Bancaria, el escenario ideal para anunciar medidas de estímulo, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, dijo que el gobierno adelantaría el pago a proveedores de gobierno y que, junto con el Banco de México, garantizaría la liquidez y el correcto funcionamiento de los mercados financieros. El mensaje fue opacado por la declaración de su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, de que se mantendría la meta de superávit fiscal primario “pase lo que pase”. Es decir, prevaleció una actitud de business as usual.

Eso ocurrió hace una semana. La pandemia y el inminente cierre de la economía mexicana obliga a los agentes económicos preguntar si el gobierno federal está listo para contener la peor recesión desde la crisis global de 2008. El banco de inversión JP Morgan proyecta que el PIB de México se contraerá 15.5 por ciento en el segundo trimestre del año. El balance para el cierre del año es una caída del PIB de 1.5 por ciento.

Jason Furman, el asesor económico en jefe de la adminsitración de Barack Obama, insiste en que el shock económico del Covid-19 será el peor desde la Gran Depresión. No es una exageración. Ésta es la primera vez en que se enfrenta un choque de oferta y de demanda de manera simultánea. Ello quiere decir, a grandes rasgos, que las empresas han dejado de producir y que los consumidores han dejado de realizar compras.

Adam Tooze, académico de la Universidad de Columbia, describe el shock como un ataque cardíaco que ha derivado en volatilidad inusual desde la crisis de 2008 y en diferentes iteraciones de pánico que pueden resumirse en cuatro puntos:

1. La depreciación de 29.63 por ciento del peso frente al dólar en el último mes, lo que pone de relieve las fuertes salidas de capital de economías emergentes (cerca de 70 mil millones de dólares en este periodo, según el Instituto de Finanzas Internacionales) y la sensación de miedo que prevalece en Wall Street.

2. La caída de 23.68 por ciento del Índice de Precios y Cotizaciones de la bolsa MExicana de Valores desde que comenzó la crisis sanitaria del Covid-19, lo que explica que ni siquiera las medidas agresivas de política monetaria de la Reserva Federal han podido frenar las pérdidas en los mercados bursátiles.

3. El pronóstico de JP Morgan de una caída de 14 por ciento de la economía de Estados Unidos en el segundo trimestre del año, lo que advierte la profundidad de la recesión en el corto plazo.

4. El retroceso de 25 por ciento en la inversión fija bruta de China en los primeros dos meses del año, un retroceso dramático que, en efecto, augura que ésta podría ser una peor recesión

Frente a esta realidad, el gobierno mexicano está comenzando a transitar hacia un nuevo discurso más acomodaticio en materia de política fiscal.

Luego de que el Consejo Coordinador Empresarial propuso llevar a cero el balance fiscal primario (desde una cifra actual de 0.7 por ciento del PIB) a fin de inyectar 14 mil millones de dólares mediante un paquete de estímulo económico, el Congreso aprobó el miércoles una ley que autoriza al Ejecutivo Federal a gastar el excedente del superávit primario.

El cabildeo de la iniciativa privada inició el viernes pasado, cuando el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín, dijo a Código Magenta que veían condiciones para incurrir en un déficit fiscal para financiar una política contracíclica que neutralice la inminente recesión.

Mario Delgado, que también acudió a la Convención Bancaria, le dijo a este medio que hasta ese momento (viernes pasado) no se había reunido con el secretario de Hacienda. A pregunta expresa de si consideraba prudente llevar el superávit fiscal primario a cero para gastar los excedentes en un programa de estímulo, aseguró: “Es lo que yo haría”.

La respuesta de Hacienda se volvió patente en el discurso público hasta el jueves en la noche, durante la reunión del Consejo de Salubridad. Versiones periodísticas aseguran que Arturo Herrera reunió a su equipo para prepara un plan de de contingencia económica que incluye transferencias fiscales específicas y un exhorto a los bancos a diseñar un esquema de refinanciamiento para las empresas.

No obstante, en privado, líderes de la iniciativa privada comentan que se trata de medida insuficientes que, además, no han sido comunicadas con claridad. “No están a la altura de las circunstancias”, se quejó un empresario regiomontano. Carlos Salazar, del CCE, estima que podrían perderse alrededor de un millón de empleos en la coyuntura inmediata.

La pasividad del gobierno federal contrasta no sólo con los esfuerzos limitados de política monetaria del Banco de México (la Junta de Gobierno realizó un recorte de emergencia de 50 puntos base este viernes), sino con las medidas contracíclicas que se han tomado en Estados Unidos y Europa. La administración de Donald Trump propone un programa de estímulo de un billón de dólares que podría incluir transferencias directas a ciudadanos, garantías de crédito para las pequeñas y medianas empresas y el rescate de grandes conglomerados industriales. Los detalles se están discutiendo en el Congreso.

A pesar de que México se encuentra en un escalón inferior a estos países en términos de nivel de ingreso y de capacidad fiscal, la administración de López Obrador se ha aferrado a una ortodoxia de política económica inusual para un gobierno de izquierda, máxime en un escenario de recesión y pandemia.

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