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García Luna: la pistola

Genaro García Luna es hoy una pistola cargada, sobre la mesa, lista para ser disparada. Y el dedo en el gatillo es controlado por los Estados Unidos.

Por Ramón Alberto Garza

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Genaro García Luna es hoy una pistola amartillada, cargada, sobre la mesa, lista para ser disparada. Y el dedo en el gatillo es controlado por los Estados Unidos.

A raíz de la detención del ex director de la AFI con Fox y ex secretario de Seguridad Pública con Calderón, las preguntas y las especulaciones abundan.

Uno de los cuestionamientos más intrigantes es, ¿cómo fue que los Estados Unidos le otorgó a García Luna y a su familia con expedita facilidad una visa de residente, a sabiendas de que sobre él existían serias dudas sobre su integridad como funcionario?

Una segunda pregunta es, ¿cómo fue que organismos como la DEA y el FBI le dieran a García Luna trato de socio y colaborador especial, a sabiendas de que era acusado de ser el gran protector del Cártel de Sinaloa y de Joaquín “El Chapo” Guzmán?

Un tercer cuestionamiento, ¿qué fue lo que disparó que a ese amigo de las agencias norteamericanas le cambiaran su estatus por el de un acusado, que será juzgado en una corte de Nueva York por presuntas implicaciones con narcotráfico y presunto lavado de dinero?

Algunos censuran que el arresto se diera solo por los decires de un jefe del narco como Jesus “El Rey” Zambada, quien testificó de los 6.5 millones de dólares en efectivo que el capo le entregó a García Luna a nombre del Cártel de Sinaloa. Dicen que no hay pruebas.

Olvidan que esa es solo una pieza del rompecabezas. Lo que de verdad debe ser investigado es el origen de los millones de dólares detectados en propiedades y en cuentas de bancos norteamericanos. Inexplicables.

Hay quienes apuestan que esos millones tendrían su explicación en las empresas en seguridad, espionaje y análisis creadas o asociadas con García Luna en Estados Unidos, para darle asesoría a gobiernos latinoamericanos e incluso a corporaciones norteamericanas.

Dos empresas clave a investigar serán Secure Alert Inc., empresa con sede en Utah, controlada por Sapinda Asia y por Lars Windhorst, donde desde abril del 2015 García Luna es miembro de su Consejo Directivo.

La otra es Icit, corporación de seguridad con intereses en México, Estados Unidos, Israel y Panamá, propiedad de Samuel Weinberg, quien es el dueño del penthouse de Miami en donde se instaló García Luna cuando dejó el gobierno calderonista. Univisión y la reportera Peniley Ramírez documentaron en un amplio reportaje esa cuestionada relación.

Estas y otras corporaciones de seguridad, en donde habrían sido incorporados ex directivos o ex agentes de organismos de inteligencia de los Estados Unidos, serían la clave para rastrear los millones de dólares en poder de García Luna.

Pero sin duda la mayor alerta de hoy está en la información que sobre la clase política y empresarial recolectó el hombre que a lo largo de 18 años fuera subdirector del CISEN, director de la AFI y secretario de Seguridad Pública. El uso que le dio y sobre todo lo que se reservó y tiene bajo cinco llaves.

Si con esa información García Luna pudo chantajear a Vicente Fox y a Felipe Calderón para que le respetaran sus cotos de poder, ¿quiénes más están en la lista de los espiados?

Durante el sexenio de Ernesto Zedillo y como uno de los jerarcas del CISEN, García Luna rastreó a todos los candidatos presidenciales del 2000: Fox, Labastida y Cárdenas.

Gracias a lo que consiguió, pero que nunca entregó al CISEN pero que sí lo negoció en privado, pudo entrar al círculo íntimo de Vicente y Marta Fox.

Para el 2006 la receta estaba probada y desde la AFI espió a los candidatos presidenciales: Calderón, Madrazo y López Obrador. Por eso fue el único secretario intocable.

Y en la cúspide de su poder, en el 2012, al final del sexenio calderonista, también recolectó textos, audios, videos, llamadas y mensajes telefónicos de los candidatos presidenciales: López Obrador, Anaya y Meade.

El arsenal informativo con el que cuenta García Luna es inmenso. Su uso selectivo, operado desde un juicio en una corte de Nueva York, detonaría sin duda un descomunal terremoto político. ¿Podría estar ahí oculto el golpe?

Lo sabremos cuando García Luna, transformado en pistola, dispare sus primeras balas.

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