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7 de junio 2019

Opinión

En México no estamos listos para Billy Elliots

Con tacones entre legos

Esta semana la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum aseguró “ los niños pueden traer falda si quieren y las niñas pueden traer pantalón si quieren, eso es una parte de la equidad.” Mientras que ayer el Secretario de Educación Publica (#SEP), #EstebanMoctezuma negó dicha medida al decir que estaba dirigida solo a niñas. Sea como sea, la controversia sigue. Falda o pantalón. Por esto, en México no estamos listos para los #BillyElliot.

Por Marcela Garza Barba

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No hace mucho asistí a una fiesta de cumpleaños de niños y niñas entre 3 y 6 años.

Como en todas las fiestas infantiles, había pastel, globos, piñata…

Pero algo en el aire se sentía diferente.

Algunas personas volteaban a ver la entrada del lugar mientras que otras seguían en lo suyo.

Me preguntaba qué sucedía…

Y es que un niño, de alrededor de 4 años, había llegado a la fiesta con una falda de colores y varios se preguntaban entre sí, si era niño o niña.

Su pelo no tan corto disimulaba.

Pero presentarse fuera de los que muchos consideran las “normas sociales” no le ayudaba.

Había cierto grado de incomodidad a lo diferente.

En agosto del año pasado, un niño de 9 años llamado Jamel Myles, se quitó la vida después de confesarle a sus compañeros que era gay.

Jamel quería usar falda y esa fue su perdición.

A la fecha, la madre asegura que el bullying constante después de confesar que quería vestirse como niña y admitir que era gay, orilló a su hijo a suicidarse.

Y es que 41 por ciento de los jóvenes latinoamericanos afirma que ser un chico afeminado atrae naturalmente la violencia, según un informe sobre violencia homofóbica en América Latina, de la Unesco.

Por eso que los niños y niñas de preescolar, primaria y secundaria de la Ciudad de México puedan elegir usar falda o pantalón a partir de esta semana no lo es del todo color de rosa.

Y más si nos enfocamos en la falda porque como sociedad decimos que el pantalón “ya es normal” entre las niñas.

El tema es complejo.

Como es tan complejo que a la fecha creamos que en aquella película de 2001, Billy Elliot, el protagonista era gay por ponerse unas zapatillas y usar falda.

No lo era. Solo quería bailar.

Pero hoy en 2019 aún etiquetamos cuando lo masculino tiene tintes de femenino.

Cuando un niño llora… “no llores como niña”.

Cuando un niño se pone arete “solo las niñas usan arete”.

Cuando un niño se deja el pelo largo…”pero es que parece niña”.

Y ni qué pensar de la falda… impensable.

Y es que más allá de las libertades que les podamos dar a nuestros hijos, el mundo, en especial México, no está preparado para ello.

Tan no está preparado que seguimos siendo el segundo país con más homofobia del mundo. Primero está Brasil, según datos de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio.

Así que por más abiertos que queramos ser al dar la libertad a nuestros niños y niñas de usar lo que se les venga en gana, no sé si sea lo más sensato.

Pues confundimos más.

Estigmatizamos.

Porque nos enfocamos en las faldas de los niños y no en las niñas con pantalones, ahí ya estamos estigmatizando.

Eso está muy lejos de la igualdad.

Porque es “normal” que las niñas usen pantalón pero no es normal que los niños usen falda. Y esto lo he escuchado varias veces por parte de los padres.

Tristemente los miedos de los padres al enfrentar dichas acciones que resultan fuera de la caja afecta a la sociedad en su todo.

La falta de herramientas para explicar las libertades que tenemos como seres humanos también se vuelve un problema.

Porque creemos que por querer jugar a las muñecas y ponerse falda el niño ya quiere cambiar de sexo.

Las etiquetas las ponemos los adultos y así los niños las ponen también.

Así que falda o pantalón, pantalón o falda. Esa no es la pregunta.

La pregunta aquí es: ¿Como sociedad estamos listos para los Billy Elliots?

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