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16 de agosto 2021

Seguridad

El “fracaso monumental” en Afganistán

Más de 47 mil civiles muertos, más de 66 mil militares afganos y más 4 mil estadounidenses fallecidos; unos 2.3 billones de dólares ejercidos por Estados Unidos y millones de afganos desplazados desde 2001, solo para volver al status quo de hace veinte años. ¿Qué pasó en Afganistán?

Por Magenta Staff

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Los talibanes están de vuelta. Luego de meses de impresionantes avances territoriales, este domingo 15 de agosto, el movimiento militante islamista llegó a la capital de Afganistán, Kabul, derrocó al gobierno y proclamó el Emirato Islámico de Afganistán. 

Esto, luego de una larga insurgencia contra Estados Unidos y las fuerzas de coalición de la OTAN, quienes habían ocupado el país centroasiático desde hace 20 años con el supuesto objetivo de eliminar a Al-Qaeda, grupo responsable de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, y de combatir al gobierno islamista que les daba albergue.

Y mientras cientos de miles de personas dentro de Afganistán han huido de sus hogares temerosos de los avances talibanes -quienes hasta ahora se han abstenido de ejercer violencia contra la población civil-, otras decenas de miles de personas han huido desde el aeropuerto de Kabul, de manera desesperada. 

La pregunta obligada es, ¿qué está pasando en Afganistán? A grandes rasgos, es algo así. Desde hace tiempo, luego años de cuestionamientos y millones de millones de dólares ejercidos, Estados Unidos había anunciado su retirada militar del país. Y en 2019, el gobierno del entonces presidente Donald Trump pactó con los talibanes, sí, a quienes se había combatido por dos décadas, en un acuerdo que estipulaba que estos no buscarían tomar el poder del gobierno central, posición que ocupaban justo antes de que Estados Unidos bombardeara e invadiera el país en 2001.

Pero lo hicieron. Pacientes y consistentes, los talibanes esperaron su momento para luego arrasar por el vasto territorio nacional. Y equipados con todo lo que han alimentado dos décadas de conflicto militar, se trasladaron de las áreas rurales donde permanecieron por años, a las sedes de gobierno de las 34 provincias del país. 

Por su parte, el Ejército afgano, entrenado y armado por Estados Unidos, huyó sin oponer mucha resistencia. 

Así es, más de 47 mil civiles muertos, más de 66 mil militares afganos y más 4 mil estadounidenses fallecidos, unos 2.3 billones de dólares ejercidos por Estados Unidos y millones de afganos desplazados desde 2001, solo para volver al status quo de hace veinte años. 

Mientras tanto, en suelo estadounidense, el presidente Joe Biden enfrenta un desastre político sin precedentes en su administración​´ que ya provoca fisuras de corte ideológico dentro del Partido Demócrata y con el establishment de seguridad nacional que apoyó su candidatura. 

Y aunque la retirada de Afganistán no es de su total autoría, refieren expertos citados por The New York Times, el mandatario de Estados Unidos desestimó la fuerza y determinación de los talibanes, por lo que inevitablemente pasará a la historia como “el presidente que presidió el lento y humillante acto final del experimento estadounidense en Afganistán”. 

Una escena que ha sido comparada con la desastrosa retirada de Estados Unidos de Vietnam en 1975, y que marcó el primer gran tropiezo en política exterior de la potencia hegemónica tras la Segunda Guerra Mundial; una escena que el propio Biden había prometido hace apenas unos días, que no se repetiría. 

Más allá de las consecuencias regionales que ya tiene el colapso del gobierno afgano, como lo es la crisis de refugiados y la inminente opresión de las mujeres bajo la estricta interpretación de la ley islámica por parte de los talibanes, el presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Haas, señaló que Estados Unidos demostró que sus aliados dejarán de ver a Washington como un amigo confiable.

La decisión de Estados Unidos -y finalmente, de Joe Biden- de retirarse de Afganistán, ha reabierto el debate sobre el papel de la política exterior de la primer potencia global.

Y mientras que los gobiernos adversarios de Rusia y China se preparan para reconocer al nuevo gobierno fundamentalista del recién proclamado Emirato Islámico de Afganistán, en Estados Unidos y en el resto del mundo ya se habla de un “fracaso monumental”. 

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