23 de diciembre 2022
Opinión
#ConTaconesEntreLegos | Un Playbook, dos autoatentados
Con tacones entre legos
En el país vecino, el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump ya paga el alto precio por utilizar un discurso de odio como estrategia principal de su mandato; en México, AMLO va por el mismo camino
Por Marcela Garza Barba
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Son tiempos de unión, no de división.
Tiempos en los que los líderes deberían predicar con el ejemplo, transmitir paz a la nación, no odio y resentimiento que atentan contra el ciudadano y la democracia.
Menos incitación a la violencia, más noches de paz.
En el país vecino, el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump ya paga el alto precio por utilizar un discurso de odio como estrategia principal de su mandato.
En México, AMLO va por el mismo camino.
Y es que, más allá de dividir al país en fifís y chairos, que el presidente sugiera que fue un autoatentado lo sucedido con el periodista Ciro Gómez Leyva, no solo atenta contra el comunicador, sino con la paz del pueblo mexicano.
Gracias al discurso de AMLO hoy México no tiene paz, sino todo lo contrario.
¿Quién atenta contra quién?
En México no solo normalizamos la violencia en las calles, sino también en redes sociales.
Una violencia que viene de lo más ruin del ser humano, el odio hacia otro ser humano.
Hoy, este odio se visibiliza más entre los mexicanos gracias al discurso clasista y de división del presidente cuasi autoritario Andrés Manuel López Obrador.
Basta ver la mañanera de lunes a viernes para darse cuenta que el discurso de odio se genera desde Palacio Nacional.
El presidente pone los adjetivos, sus seguidores las preguntas, las exclamaciones y los aplausos.
Sobre el atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva, AMLO sugirió que fue un autoatentado e inmediatamente salieron a relucir los comentarios de odio hacia el periodista en redes.
Que por qué Gómez Leyva traía camioneta blindada; que cuánto ganaba; que si habla muy fifí; que si esto, que si el otro. Como dirían, pura teoría conspiratoria.
Ahí es donde nace la suma de todos los odios.
Del discurso del presidente y de sus seguidores.
Por fuera parecen actos inofensivos, pero no lo son.
Los frutos de este discurso traen consigo daños irreparables para la sociedad y para la democracia de nuestro país.
Ahí está el ejemplo con nuestro vecino.
Hoy, Estados Unidos está más dividido que nunca gracias al discurso de “nosotros y ellos” del ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Su “divide y vencerás”, al igual que el de AMLO, ha orillado a que los ciudadanos se vuelvan resentidos, intolerantes y cometan actos criminales de odio.
Tal fue el caso de David DePape, el agresor de los Pelosi.
Su odio hacia los Demócratas, alimentado por el discurso trumpista de supremacía blanca y poder, orilló a DePape a traspasar la casa de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, para así atacar a su esposo Paul, y después admitir ante las autoridades que tenía deseos de quitarle la vida a más personas como al actor Tom Hanks, entre otros.
Las redes de DePape lo delataron, y lo marcaron como un trumpista de hueso colorado, que basaba sus ideas en un discurso de odio puro.
Aunque el atentado a Paul Pelosi fue hace un mes, algunos republicanos -entre ellos Trump-, siguen con la teoría de que fue un autoatentado con el objetivo de manchar las elecciones de 2024.
¿Dónde más hemos escuchado esto?
Así, igualmente pasó con los disturbios en el Capitolio en enero 6 de 2021.
En las imágenes de ese día se podía palpar ese odio hacia los otros.
Eran los trumpistas contra la democracia.
La estrategia de supremacía blanca trumpista era clara y premeditada.
En 2019 salieron a la luz unos 900 correos en los que Stephen Miller, un consejero de campaña de Trump, le decía al ex presidente cómo utilizar unos tantos conceptos de supremacía blanca y nacionalismo durante su discurso.
Trump sabía que así, más feligreses se unirían a las filas de su voto popular.
Los “hate groups” de supremacía blanca crecieron en un 55 por ciento en la era Trump (Southern Poverty Law Center).
Lo peligroso de esto era que, mientras el ex presidente republicano jugaba un juego de nosotros y ellos, apoyado por medios de comunicación estadounidenses como Fox News, el odio se traspasaba a las calles hasta matar.
Los tintes del discurso de AMLO con temas como el hampa del periodismo, los empresarios neoliberales, los anti amlovers y feministas, son parecidos a los de Trump.
Pero esto del autoatentado contra un periodista pasa la raya.
Porque lo que dice hace eco negativamente en un pueblo mexicano que apenas y se cuestiona.
¡Peligro absoluto!
Digo, hasta la iglesia condena el discurso de odio del presidente hacia los periodistas tras el atentado hacia Gómez Leyva.
Me preguntó, ¿cómo un presidente lanza estos comentarios en un país en donde han sido asesinados diecisiete reporteros en 2022 (El País)?
El presidente se puede reír en su mañanera, mientras embiste a su enemigo y lo daña con palabras.
Pero lo que no sabe (o tal vez sí y lo hace con alevosía y ventaja) es que al que daña no es solo al que señala con el dedo desde un podio, al que daña es a nuestro país que cada día muere en medio de un discurso que tira a matar.
¿En dónde quedó la noche de paz y de amor?