#ConTaconesEntreLegos | Presidente de papel

Nuestro país, en picada. Dividido. Violento. Sin educación. Ni empleo. Y pendiendo de un hilo cuando se habla de democracia. Mientras tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador es de los más populares del mundo y con un 65 por ciento de aprobación por parte de los mexicanos.

Incongruente, ¿no?

¿Estamos ante un liderazgo fachada?

¡Ojo para el 2024!

Ser popular no significa ser el mejor.

Se puede ser popular, porque a tus seguidores les conviene.

Porque prefieren ignorar la realidad y sumarse a ciegas a lo que predicas.

Porque los compras con regalos, al cabo que “amor con amor se paga”.

O porque quieren ser parte del montón sin pensar en el daño que causa su fanatismo.   

Hoy, AMLO presume ser el segundo presidente más popular del mundo.

El primero es Narendra Modi, primer ministro de la India.

Según una encuesta de Morning Consult Intelligence, AMLO tiene una aprobación del 69 por ciento.

Modi del 78.

Nada mal, ¿no?

¡Se necesita presumir!

Y ahí va AMLO, a pedirle permiso al pueblo mexicano para “tirar aceite”.

Como si eso reflejara la bonanza que vive México bajo su mandato.

¡No hay razón para “tirar aceite”!

¿O sí?

Y es que nuestro país, lejos de vivir sus mejores años, vive los peores.

Digo, ya que estamos hablando de primeros lugares… México es el cuarto país con más crímenes en el mundo.

Este lugar lo conseguimos bajo el mandato de la Cuarta Transformación.

¿Seguimos tirando aceite?

Un estudio de Edelman presentado recientemente en el Foro Económico en Davos, Suiza considera que México es de los países que corre mayor riesgo de polarización, debido a la desconfianza que se tiene hacia el gobierno y la división entre el gobierno actual y la oposición.

La revista The Economist considera que AMLO es el principal causante de la división entre los mexicanos.

Y como no, si el presidente basa su popularidad en una estrategia de entre menos educación y más dádivas, mejor.

En términos más coloquiales, te quito el libro para que no te superes, al cabo que yo te doy para comprar el pan.

A cuatro años del gobierno de AMLO, alrededor de 35 millones de personas reciben algo de los programas sociales.

En una encuesta realizada por El Financiero, en la que se le preguntaba a los encuestados la razón por la que aprobaban o desaprobaban al presidente, el 44 por ciento aseguró que lo aprobaban por sus apoyos y programas sociales.

¡Con razón es popular, quién no lo va a querer así!

Pero esta popularidad que se finca en los grises de una oposición que no da color y en los programas sociales que reparten pesos es una popularidad fachada.

Una popularidad fachada sin sustento, que de la noche a la mañana se puede caer.

Un tipo de popularidad al estilo Trump, que de estar arriba se va en picada en cuestión de días, porque no hay nada real que la sostenga.

Y es que este tipo de líderes son líderes de papel, de esos que se mojan y se destruyen, no de esos que tienen razones para “tirar aceite”.

En México estamos ante un presidente de papel, al que ya le está cayendo una lluvia torrencial con la renuncia explicita de unos tantos de los que eran sus aliados.

Digo, hasta un Cuahutémoc Cárdenas, que ayudó a AMLO a llegar a donde está, ya lo pensó dos veces.

Sabe que AMLO es fachada.

Cuidado y al presidente de papel le caiga más agua, porque acabará por destruirse, no solo a él sino a sus sucesores.

Ojalá la oposición tenga unas buenas tijeras bajo el brazo para salvar a México de este papelito de presidente.