¿Cuánto falta para la elección?

17 de mayo 2024

1 de febrero 2023

¡Que alguien me explique!

Una Oposición desarticulada

La Oposición en México no encuentra su centro. Está desarticulada, perdida, jugando a la prueba y error y sin horizonte claro de cara al 2024

Por Ramón Alberto Garza

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La Oposición en México no encuentra su centro. Está desarticulada, perdida, jugando a la prueba y error y sin horizonte claro de cara al 2024.

Demasiadas buenas intenciones, escasos resultados prácticos. Aun cambiando de nombre, no se sale de lo mismo. Le hace falta propuesta y la poca que hay carece de  credibilidad.

Dos bloques confrontados al gobierno de la Cuarta Transformación disputan ahora la supremacía opositora.

La más reciente opción es la llamada “Mexicolectivo”, un intento bien intencionado de un puñado de líderes políticos, empresariales, intelectuales y líderes sociales que frente al desencanto político, económico y social buscan un nuevo punto de partida.

En esa iniciativa se aglutinan personajes como Francisco Labastida Ochoa, Clara Jusidman, Patricia Mercado, Dante Delgado, Francisco Barnés, Diego Valadés y José Woldenberg, entre otros.

Pero nace conflictuada con la salida anticipada de Cuauhtémoc Cárdenas, quien habiendo aceptado su inclusión, se desmarcó del grupo en medio de cuestionamientos de lealtad del presidente López Obrador.

Nada diferente a lo que sucede en la otra esquina, la de Va por México, el bloque opositor que unifica al PAN, al PRI y al PRD.

El triunvirato político ya tuvo algunas celebradas victorias políticas, como el rechazo a la Ley Eléctrica, la concurrida marcha contra la Reforma Electoral y el bloqueo a las reformas electorales que obligaron al presidente a presentar un Plan B, que está por verse si pasa el último filtro de la Suprema Corte.

Pero, en medio de los acomodos, arrecian las disputas internas en los mismos partidos, como lo que sucede en el interior del PRI, en donde Miguel Ángel Osorio Chong insiste en   desconocer a Alejandro “Alito” Moreno, como si el ex Secretario de Gobernación de Enrique Peña Nieto tuviera la calidad moral para ser juez y parte en la disputa por el bastón de mando del partido tricolor.

Ni que decir del PAN, en donde Markito Cortés es incapaz de articular una candidatura potable para el Estado de México o para Coahuila. Ya ni pensar en la presidencial del 2024, en la que -fuera de Santiago Creel- no parece existir opción.

Y del PRD ni para qué gastar tinta. Sus tres siglas sobrepasan su precaria membresía, que apenas sirve de adorno para abultar las siglas de ese bloque opositor.

Cuatro años van ya del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y lejos de ensancharse, la Oposición se achica dando vueltas en los mismos viejos espacios.

Nadie entiende -o no quieren entender- por qué las encuestas continúan dando al inquilino de Palacio Nacional niveles de aprobación arriba del 60 por ciento. Y por qué el presidente López Obrador se sostiene como el segundo mandatario más popular del planeta, detrás del primer ministro de la India, Narendra Modi.

La respuesta es simple. Porque la radicalización política tiene dividido a México en un país con dos visiones, que por ahora lucen diametralmente opuestas, irreconciliables.

Por un lado, está la visión asistencialista, del paga-monedas envuelto en el celofán del Bienestar, en donde sus millones de beneficiarios aceptan sin cuestionar la repetitiva visión llena de mentiras y de medias verdades que se acuña como evangelio indiscutible en las Mañaneras.

Y por el otro lado, la visión desarticulada, sin propuesta seria, sin rostros frescos, con discursos repetitivos y desgastados, que no logran encender la pólvora de la indignación social frente a lo que será inevitablemente una gran debacle nacional cuando concluya el sexenio.

Tres ex presidentes mexicanos, con sello del PRIAN, ostentando su ciudadanía española como nuevo blindaje a las posibles intentonas revanchistas, dan fe de dónde estamos parados: en el miedo.

Es el miedo que sí limita o paraliza a los que son reiteradamente amenazados desde el púlpito presidencial, a los que son amedrentados desde algún despacho en Bucareli.

Y al que lo dude que les pregunten a los gobernadores naranja, Samuel García o Enrique Alfaro, de qué está hecha su “conspiración” contra el líder Moral de Movimiento Ciudadano.

Asómense al amenazado Instituto Nacional Electoral, paralizado y sin voz frente a los evidentes desplantes de las campañas anticipadas desplegadas por las “corcholatas” de Morena, que en sus tiempos libres cobran en el gabinete de la Cuarta Transformación.

Lo dicho. La Oposición está desarticulada, el árbitro electoral amedrentado, y el país esperando algún milagro para reconducir a México por la senda de la legalidad y de la esperanza.

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