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¡Que alguien me explique!

Títere o titiritero

Jesús “El Rey” Zambada reveló bajo juramento que le entregó millonarias sumas en dólares a Genaro García Luna para comprar la protección al Cártel de Sinaloa. El ex Secretario de Seguridad Pública ya salió a desmentir al capo, pero sería sano que García Luna se presente ante la corte de Nueva York para desmentir a “El Rey” y de paso aclarar, entre otras cosas, por qué durante sus 12 años al frente de la AFI y de Seguridad Pública, el cártel más protegido y de espectacular crecimiento fue el de Sinaloa

Por Ramón Alberto Garza

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Genaro García Luna está contra la pared. Aquellos a los que se acusa que tanto protegió -como director de la AFI, en el sexenio de Fox y como Secretario de Seguridad Pública, con Calderón- hoy testifican en su contra.

Ante la corte de Nueva York, donde se ejecuta el juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán, otro de los capos, Jesús “El Rey” Zambada, reveló bajo juramento que él le habría entregado a García Luna millonarias sumas en dólares para comprarle la necesaria protección al Cártel de Sinaloa.

Por supuesto que el controvertido ex Secretario de Seguridad Pública salió a desmentir al capo. Dice que le pretenden manchar su nombre y que su excelente desempeño lo acreditan media docena de cartas y testimoniales de organismos internacionales, DEA incluida.

Si así es, sería sano para ese “prestigio” de García Luna -y para la tranquilidad de la Nación- que el acusado no solo amenace con demandar por difamación a “El Rey” Zambada, sino que se presente ante la corte de Nueva York.

Un encuentro cara a cara entre el gran policía de la docena trágica azul y uno de los brazos operadores de “El Chapo” Guzmán sería la mejor salida para aclarar lo que es cierto y lo que es falso.

Que “El Rey” Zambada, por ejemplo, le recuerde -fijando la mirada- el lugar y la fecha en la que le habría entregado a García Luna los millones que denuncia.

Que el capo aclare si la entrega fue en persona o en interpósito intermediario, porque eso haría una enorme diferencia. Si así fue, nombres, nombres, nombres.

Pero ya sentado en el banquillo, García Luna le tendría que responder al juez norteamericano el por qué durante sus 12 años al frente de la AFI y de Seguridad Pública, el cártel más protegido y de espectacular crecimiento fue el de Sinaloa.

Qué García Luna explique el papel que jugó en las investigaciones la noche que se les escapó “El Chapo” el 19 de enero del 2001, a solo seis semanas de que Vicente Fox asumiera la presidencia.

Que, más allá de las percepciones, el policía acusado presente las estadísticas de cuántos capos y sicarios de los Zetas, los Golfos, los Beltrán Leyva, los Arellano Félix y los de Sinaloa fueron detenidos o puestos fuera de combate en sus 12 años como jefe policial.

Que explique, desde su visión de jefe de la seguridad nacional, cómo fue posible que un reo fugado en 2001 se convirtiera seis años después en el capo de la droga más relevante del mundo y uno de los distinguidos miembros de la lista de multimillonarios de la revista Forbes.

Que García Luna revele a detalle el acumulado de sus propiedades en la Ciudad de México, Morelos, Florida, incluyendo negocios, sociedades y restaurantes bajo su nombre o el de algún miembro de su familia.

Que explique por qué los más de 10 mil millones de pesos que se invirtieron bajo su mando en la llamada Plataforma México –cuya concesión se le dio, para variar, a sus amigos Carlos y Héctor Slim- acabó igual que la Enciclomedia, en un monumental fiasco hoy en desuso.

Que explique cómo siendo Secretario de Seguridad Nacional fue incapaz de explicar cómo, en el sexenio calderonista, murieron en misteriosos accidentes aéreos dos secretarios de Gobernación y un director de la SIEDO, definidos como adversarios del Cártel de Sinaloa. Y a esos habría que sumar el otro “accidente aéreo” foxista en el que murió su antecesor, Ramón Martín Huerta.

Por más que intente eludirlo, García Luna está frente a la encrucijada de su vida. Sacar la casta para probar su inocencia o acabar aceptando la sospecha que siempre existió: que todos los capos eran simplemente los títeres y que él y sus jefes eran los titiriteros.

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