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¡Que alguien me explique!

“Terrorismo político”

Aún antes de tomar posesión, desde el despacho del papá de Samuel García salieron las órdenes para aplicar el “terrorismo fiscal” sobre quienes consideraban los adversarios al gobierno Fosfo Fosfo

Por Ramón Alberto Garza

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Carlos Mendoza Cano se siente muy presionado. Angustiado por las exigencias de sus jefes. No duerme.

El todavía director de la Unidad de Inteligencia Financiera de Nuevo León tiene una larga lista de políticos, empresarios, constructores y comunicadores calificados como “opositores”, solo por disentir de la visión del gobernador Samuel García.

Alcanzó esa posición por sus méritos como joven empleado en el despacho Firma Jurídica Fiscal y Firma Contable y Fiscal, sociedades de Samuel García Mascorro, el padre del mandatario naranja, en las que también es socio su hijo gobernador.

Aún antes de tomar posesión, desde el despacho del papá de Samuel García salieron las órdenes para aplicar el “terrorismo fiscal” sobre quienes consideraban los adversarios al gobierno Fosfo Fosfo.

Fue así que, todavía en el gobierno de Jaime “El Bronco” Rodríguez, semanas antes de que terminara, Samuel García pidió el favor de que Carlos Mendoza Cano fuera investido como el nuevo titular de la dependencia que hasta entonces presidía Bernardo González, quien dejaba el cargo para atender su nueva Notaría.

Y sin haberse sentado en la silla del poder, los Samueles -padre e hijo- comenzaron el hostigamiento de quienes veían como sus “opositores”.

Al igual que el padre de su antecesor Rodrigo Medina, quien fue su influencia más perniciosa, Papá Samuel intenta operar ya con Carlos Mendoza Cano las vendettas de aquellos indisciplinados que no se apegan a sus caprichos, que no pagan su cuota de piso político a su hijo, el nuevo Mirrey de Nuevo León.

El problema es que, lo que tendría que ser una operación sigilosa, cautelosa, sin hacer ruido para que fuera efectiva, se convirtió ya en una persecución inescrupulosa y descarada.

Y las auditorías, acompañadas de amenazas abiertas, son ya el pan de cada día contra políticos del PRI o del PAN, cuyos resultados sin pasar por un juicio son filtrados a medios de comunicación que sienten que gobiernan al Gobernador. Como se la creyeron con “El Bronco”, hasta que se les rebeló.

La agresividad inusitada desplegada por la Unidad de Inteligencia Financiera de Nuevo León tiene también al vilo a empresarios, a constructores y a medios de comunicación que se atreven a cuestionar el pésimo gobierno desplegado por Samuel García en sus primeros ocho meses al frente del Palacio de Cantera.

El problema para Carlos Mendoza Cano, que podrá ser dócil empleado, pero no es tonto, es que, aunque él les diga al padre y al hijo que no se les encuentra nada a los auditados, lo presionan para que saque supuestos ilícitos hasta debajo de las piedras.

El actual jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Nuevo León ya había sido relevado de esa posición tras una supuesta concertación del gobernador naranja con los líderes del PAN y del PRI.

Bernardo González volvería a ese despacho para terminar con el terrorismo político, pero acabó rechazando la oferta porque no tenía suplente en su nueva Notaria y porque Papá Samuel le quería imponer a sus subalternos.

Frente a esa negativa, devolvieron a Carlos Mendoza Cano para continuar con la “redada opositora”, pero a falta de los resultados que el gobernador y su padre esperan, ya están buscándole reacomodo.

Y todo indica que lo instalarán como Procurador Fiscal para cerrar -junto con quien sea su sucesor en la Unidad de Inteligencia Financiera- el patíbulo naranja contra los que no le rindan pleitesía al gobierno Fosfo Fosfo.

¿Será posible que, en Nuevo León, coexistan un Fiscal independiente y un Procurador Fiscal con línea directa al Poder Ejecutivo?

Lo cierto es que esta práctica de “terrorismo político” ya está sonando las alertas, no solo en la clase política, sino también en la empresarial que tanto ayudó a Samuel García a que derrotara en las urnas a Morena.

Sobre todo, porque -curiosamente-  en muchos casos, los adversarios perseguidos suelen ser también supuestos críticos del gobierno de la Cuarta Transformación.

Curioso que aquel candidato Samuel García, que prometiera equilibrar las relaciones con la Federación, promoviendo un trato fiscal más justo, sea hoy el defenestrador de la clase empresarial a la que le endosa -sin el debido proceso- todo tipo de culpas, como la de robar y malgastar la escasa agua de la que dispone la sedienta entidad.

Sin querer o queriendo, el “terrorismo político” que se está aplicando desde lo más alto del poder en Nuevo León le está haciendo la tarea a un presidente Andrés Manuel López Obrador, quien un día sí, y otro también, ataca en su Mañanera a lo que llama empresarios conservadores y conspiradores regios.

Nadie sabe, al final del día, a quién terminó apoyando. Creyeron que era naranja y los hechos lo están exhibiendo guindo.

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