¿Cuánto falta para la elección?

30 de abril 2024

10 de abril 2024

¡Que alguien me explique!

¿Qué enojó a AMLO?

Algo no debió salir como él esperaba en el debate del domingo, porque AMLO amaneció, ayer martes, despotricando en su “mañanera” contra todo lo que se movía

Por Ramón Alberto Garza

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Algo no debió salir como él esperaba en el debate del domingo, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) amaneció, ayer martes, despotricando en su “mañanera” contra todo lo que se movía.

Porque si su candidata morenista, Claudia Sheinbaum, hubiese concretado una victoria clara sobre la opositora Xóchitl Gálvez, el mandatario estaría sonriente, fresco, o como él se jacta con frecuencia, “feliz, feliz, feliz”. Pero no fue así.

Criticó el formato del debate -y por ende al Instituto Nacional Electoral- porque dijo que el diseño no permitía que se luciera ninguna acción positiva de su gobierno. ¿Desde cuándo un debate entre candidatos es tierra fértil para encenderle incienso al presidente en turno? No le gustó que Claudia Sheinbaum no hiciera la tarea.

Peor aún, se quejó de los moderadores que eligieron las preguntas y en especial censuró a la periodista Denise Maerker, lo que lo llevó a acabar por cuestionar a Televisa y a TV Azteca. Trae conflicto abierto con las televisoras.

Ya con la bilirrubina a tope, el inquilino de Palacio Nacional abrió fuego contra Estados Unidos y Canadá. Lo menos que insinuó es que Ecuador no actuó como lo hizo en la irrupción violenta sobre la embajada mexicana en Quito, si no contara con el respaldo de otros países poderosos. Era obvio a quién se refería.

Pero para despejar dudas, pasó a decir que los comunicados de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá eran ambiguos, censurando que actuaban bajo los principios de la llamada Doctrina Monroe, la que reclama América para los americanos. Y el mandatario mexicano desafió al mismo presidente Joe Biden, para que fuera más claro en su condena contra el gobierno ecuatoriano.

Ya en territorio norteamericano, el presidente López Obrador arremetió contra la DEA, acusándola de propiciar una campaña de propaganda mediática en su contra y censuró al New York Times por ser de los medios que, dice él, se prestan para difundir esas campañas. Como lo dice con frecuencia del Wall Street Journal, del Washington Post, del Financial Times, de The Guardian. No tolera que lo cuestionen ni con el pétalo de una palabra.

Y al invocar la independencia y la soberanía de México -porque recordó que “no somos colonia de nadie”- volvió sobre la amenaza de que con sus pronunciamientos y denuncias influirá sobre los mexicanos que residen en Estados Unidos cuando emitan su voto el próximo noviembre. ¡¿Escuchó usted bien, Mister Joe Biden?!

En pocas palabras, el inquilino de Palacio Nacional desplegó ayer su metralleta verbal contra quien consideró que lo desafiaba. Y a su juicio, el mundo entero está en su contra, mientras su gobierno de la Cuarta Transformación se dedica a coleccionar disputas diplomáticas.

En la lista ya se incluyen España, Austria, Panamá, Perú, Bolivia, Estados Unidos, Canadá y el más reciente choque, con Ecuador. Jamás lo hará con Rusia, con Cuba, Nicaragua o China.  A ellos sí les aplica la mexicanísima Doctrina Estrada, la que respeta la autodefinición de cada nación.

Tampoco come lumbre con los abrazables jefes del crimen organizado, a quienes les dispensa todo el respeto que su financiamiento electoral les compra. Cuando se conozca toda la verdad de Ecuador, entenderemos por qué. Como avance, escuchemos a Amanda, la hija del victimado candidato Fernando Villavicencio.

A lo que asistimos es al pobre espectáculo de una exaltación en el carácter de un jefe de Estado que aceleradamente va perdiendo su poder. Un poder que se resiste a ceder y que ante el menor asomo de que las cosas no suceden como las tiene planeadas, estalla en cólera. El presidente López Obrador está enojado, furioso, porque ya no es él quien controla ni la agenda ni la narrativa. Pasó de la ofensiva a la defensiva. Y eso lo irrita.

Que se cuide la candidata Claudia Sheinbaum del genio que trae su jefe de Palacio Nacional, porque en un descuido le ordenan que, como no le gusta el formato, no asista al segundo debate porque en el fondo tiene la certeza de que la opositora Xóchitl Gálvez va a salir por el “todo o nada”. Y ese es un riesgo no calculado.

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