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¡Que alguien me explique!

¿Qué harán con el Fiscal?

El fallo fue confirmado por unanimidad en el Pleno de la Suprema Corte. Se comprobó el abuso en la impartición de justicia, por parte del fiscal General, Alejandro Gertz Manero, en contra de Laura Morán y de su hija, Alejandra Cuevas

Por Ramón Alberto Garza

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El fallo fue confirmado por unanimidad en el Pleno de la Suprema Corte. Se comprobó el abuso en la impartición de justicia de Laura Morán y de su hija, Alejandra Cuevas.

Y eso, traducido al lenguaje llano y liso, implica que se ordenó la liberación de la hijastra de quien fuera pareja de Federico Gertz Manero, la cual permaneció 528 días en prisión como co-acusada del asesinato del hermano del Fiscal General de la República.

En pocas palabras, se confirmó la sospecha sobre la manipulación que Alejandro Gertz Manero operó para sí, en un caso personal que lo involucraba y en el que frente a la unanimidad del fallo fue evidente que abusó de su poder para inclinar la balanza de la justicia a su favor.

Nada nuevo, nada que no conociéramos hasta ahora a través de las reveladoras grabaciones filtradas y en las que, de viva voz, Gertz Manero evidenciaba cómo utilizó a personal de la Fiscalía para intentar torcer la ley e intentar influir en la decisión final de la Suprema Corte. Le fallaron los “tres o cuatro” que decía que tenía en la bolsa.

Los once ministros votaron la liberación lisa y llana de la presunta inculpada, e impidieron que se consumara la detención de su madre de 94 años. Y ese solo hecho abrirá nuevas Cajas de Pandora que despertarán demonios dormidos.

Porque el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá fue incluso más allá de la simple petición de conceder el Amparo a las inculpadas. Les solicita a sus colegas reconocer que Laura Morán sufrió una afectación imputable al Estado y hay que reconocerla como víctima de una violación a los derechos humanos para que se le repare el daño. Es decir, se presume abuso abierto a las más elementales garantías.

El fallo establece que incluso el ministro presidente Arturo Zaldívar dictaminó que de no haberse atraído el caso a la Corte hubiera naufragado por años en los tribunales locales y federales.

La pregunta después del fallo tan contundente es inevitable: ¿debe Alejandro Gertz Manero continuar despachando en la silla más importante del aparato judicial, que exige la mayor integridad y la máxima decencia para empuñar una balanza equilibrada?

En cualquier sociedad que se precia de decente y de justa, la respuesta es un “NO” rotundo. Lo fallado por la Corte establece la presunción de que se dio una abierta manipulación de la ley, a favor del responsable de impartir la justicia, con abuso de autoridad, y eso es suficiente para solicitar su remoción.

Pero por desgracia no vivimos en una sociedad cualquiera. El sistema cleptocrático, nepótico y partidocrático que padecemos arrastra a la clase política a la complicidad, a la componenda, al acuerdo en lo oscurito. Hoy por mí, mañana por ti.

Y en los tres poderes, sobre todo en el Ejecutivo y en el Legislativo, permea el apotegma de no hacer olas porque cualquiera puede salir salpicado.

Por eso vemos a un presidente Andrés Manuel López Obrador salir a defender a quien ayer fue defenestrado con la sentencia de la Suprema Corte, cuando su obligación sería la de proponer el cese y el reemplazo del primer Fiscal independiente.

Nada diferente a lo que sucede en el Senado, donde los legisladores aceptan comparecencias a puerta cerrada, pretextando seguridad nacional y dejando correr imágenes de un Fiscal sonriente, tomándose “selfies” con los prohombres de la Cámara Alta que lo deben de vigilar. Él, el Fiscal, todo un rockstar y ellos, los Senadores, sus fans.

Y si la inmovilidad presidencial, combinada con el pasmo senatorial, no ven a partir del fallo de la Suprema Corte el pecado suficiente para remover al Fiscal manipulador de la justicia a su favor, el pueblo bueno y sabio no tiene escapatoria.

Hasta que aparezcan otras grabaciones y se vuelva a encender la esperanza de que, ahora sí, caerá la justicia sobre quien imparte la justicia.

Entretanto, lo que es de esperarse es un coletazo, la reacción agresiva de una Fiscalía que, habiendo medido fuerzas con base a los expedientes acumulados sobre su escritorio, está dispuesta a todo. La inacción de los dos poderes encumbrando al tercero, intocable, y dispuesto a liquidar a su paso la Cuarta Transformación.

Como se lo dijo con todas sus letras a Julio Scherer Ibarra, teniendo como testigo Jorge Carrasco, el director de Proceso: “Usted podía haber elegido entre un Fiscal amigo o un Fiscal enemigo”. Está claro por cuál se inclinó Scherer. El favor de negarle el Amparo a las presuntas inculpadas no prosperó.

Las consecuencias de la persecución desatada desde el despacho de Gertz Manero contra el ex Consejero Jurídico de la Presidencia son evidentes.

Por eso está claro que, tanto en Palacio Nacional como en el Senado, tendrán que acabar por hacerse la misma pregunta. ¿Se irán con su silencio y su complicidad por la alternativa de elegir a un “fiscal amigo”?

Se convalidará entonces la sentencia aquella de que “fuerza que no te destruye, te fortalece”.

Y aún con el fallo tan claro de la Suprema Corte, al Fiscal General de la República le harán “lo que el viento a Juárez”. Sí, el mismísimo promotor de la Segunda Transformación.

Por ahora, la Cuarta Transformación parece haber optado por dejar el camino libre, sin consecuencias, a quien flagrantemente violentó la Ley que juró cuidar y respetar.

Y si no hay reacción a lo fallado ayer por la Suprema Corte, ya sabemos en dónde radica el poder real de este país. Y está más que claro que no es en Palacio Nacional.

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