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Ómicron, pesadilla navideña

No buscamos aparecer como el Grinch de esta Navidad 2021, pero sí estamos obligados a lanzar una alerta roja sobre la nueva cepa Covid, bautizada como Ómicron

Por Ramón Alberto Garza

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No buscamos aparecer como el Grinch de esta Navidad 2021, pero sí estamos obligados a lanzar una alerta roja sobre la nueva cepa Covid, bautizada como Ómicron.

Conforme pasan los días, las voces de alarma se elevan en todo el planeta frente a la nueva pandemia que -aunque menos letal- amenaza con tener un impacto nunca visto por su velocidad de contagio.

Por supuesto que no es una buena noticia, y menos en los días en que nos aprestamos a celebrar las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Pero ignorar o minimizar lo que viene sería criminal.

Solo para que se den una idea del drama que se anticipa, asomémonos al Reino Unido, en donde ya se ve reflejado lo que viviremos en el continente americano entre finales de diciembre y el primer trimestre del 2022.

En mayo de este año, gracias a los programas de prevención, y sobre todo a la vacunación, el índice de contagios en la nación gobernada por Boris Johnson se redujo apenas a dos mil 200 casos por día. Preocupante, pero manejable.

Hoy, con la variante Ómicron, la estimación es que esos dos mil 200 casos diarios se dispararon a 200 mil casos diarios en el arranque del diciembre. Cien veces más.

Solo para tener una idea de la viralidad de Ómicron, baste saber que el índice de contagios repunta un 35 por ciento por día. Es decir, que el total de casos acumulados se duplica cada tres días. Peligrosamente viral.

Las alarmantes cifras obligaron al gobierno del Reino Unido a elevar la alerta sanitaria al nivel cuatro, de un total de cinco posibles. Están en la frontera de reinstalar el aislamiento de la isla.

Y cuando los ingleses se aprestaban a celebrar una Navidad y un Año Nuevo, de vuelta con los festejos abiertos con familiares y amigos, las disposiciones regresan a mantenerse en casa y a convivir lo menos posible.

Sus pubs, sus restaurantes, sus teatros y sus fiestas de la temporada regresaron a las restricciones, la mayoría con cancelaciones voluntarias de quienes ya habían hecho reservaciones.

Lo mismo sucede con el turismo que, aunque todavía no se dan las severas restricciones, desde el gobierno ya se filtra que se está considerando volver al bloqueo del Reino Unido, forzando a los viajeros a pasar por una cuarentena obligatoria al llegar, además de aplicarse una batería de cuatro pruebas Covid en los días de encierro obligado.

Las cancelaciones de viajes hacia ese país están a la orden del día. Solo los vuelos de Estados Unidos al Reino Unido bajaron 33 por ciento en una semana y el pronóstico es que alcanzarán, en los próximos días, el 60 por ciento.

Y los ingleses ya decidieron suspender sus viajes, teniendo como principales destinos afectados Italia, México y Hawái.

De hecho, empresas de clase mundial y tan bien informadas como CNN, ya decretaron el cierre completo de sus oficinas y el retorno al “home office”, porque sus reportes advierten que el rebrote viene en serio.

Lo que buscamos advertir es que, si bien es cierto que el planeta -y en México, por supuesto, no somos la excepción-  nos aprestábamos a aflojar las medidas anti-Covid a casi dos años de que la pandemia emergió, Ómicron echó a perder el jolgorio.

Si el gobierno de la Cuarta Transformación lee correctamente los signos del drama que comienza a dibujarse de nuevo en Europa, sería prudente que ahora sí se tomaran con tiempo las precauciones.

Que el presidente Andrés Manuel López Obrador desoiga por primera vez los consejos optimistas y muy poco fundados de su odiado epidemiólogo, Hugo López-Gatell, y que se lance una alerta que impida que volvamos a las máximas restricciones entre febrero y marzo próximos.

Y si al gobierno le importa un comino la salud de los mexicanos, como lo viene demostrando desde el primer día de la pandemia, cuando desde Palacio Nacional se minimizaron sus efectos, pues como ciudadanos tomemos la sartén por el mango.

Que se reduzcan a lo indispensable las Posadas y que en la cena familiar de Nochebuena o la comida de Navidad los convocados corran la cortesía de un test Covid para disminuir los riesgos entre familiares.

Porque no tengan la menor duda de que lo que veremos en México las próximas semanas, dependiendo del nivel de precauciones que se tomen ahora, será una situación tan alarmante como la que vive hoy el Reino Unido.

Si a eso se le suma que, con excepción de la Pfizer y la Moderna, el resto de las vacunas como AstraZeneca, Sputnik o Johnson & Johnson, están demostrando poca o nula efectividad contra el Ómicron, el desolador panorama se agrava.

Y si bien es cierto que la nueva cepa no es tan mortal como las primeras, también es cierto que los científicos están a la espera que cualquier mutación inesperada eleve los índices de morbilidad.

Por eso decimos que preferimos parecernos al Grinch, que estropea el espíritu navideño, antes de que por falta de precauciones le abramos el paso a la nueva y muy violenta cepa del Ómicron.

Un ponche, un pavo, un tamal o un buñuelo de más no valen el riesgo de vida.

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