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Nunca en la historia de México un gobernador en funciones había denunciado las presuntas complicidades del Partido en el Poder con el crimen organizado. En particular con los cárteles de la droga

Por Ramón Alberto Garza

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“Si permitimos que se concrete, en el 24, el crimen organizado va a imponer al presidente de la República”.

Nunca en la historia de México un gobernador en funciones había denunciado las presuntas complicidades del Partido en el Poder con el crimen organizado. En particular con los cárteles de la droga.

Pero el jueves pasado, Silvano Aureoles, el gobernador perredista de Michoacán no escatimó en su denuncia.

“Estoy dispuesto a todo, tope donde tope”.

El gobernador Aureoles abrió una enorme Caja de Pandora al denunciar que no solo en su estado, Michoacán, sino en toda la costa del Pacífico, los distintos cárteles habrían apoyado a Morena a consolidar el triunfo de las gubernaturas en juego.

Las Bajas Californias, Sonora, Sinaloa, Colima, Nayarit, Michoacán, Guerrero y Chiapas ya están bajo el dominio político del Partido en el Poder.

El gobernador Aureoles dijo que estaba en el proceso de contactar al gobierno norteamericano del presidente Joe Biden, para que enciendan los focos rojos por lo que está pasando con el país vecino.

Y como ejemplos de lo que denunciaba el gobernador Aureoles, dijo que en La Huacana, ni siquiera los partidos distintos a Morena pudieron registrar a los candidatos. Que la gente no quiere denunciar, prefieren guardar silencio.

Y que en Sinaloa la narrativa es que fueron levantadas más de mil personas, que eran representantes de la coalición. Pero al igual que en Michoacán, por temor nadie quiere denunciar. Ni aunque el PRI fuera para buscar que firmaran las denuncias. Nadie firmó, dijo el gobernador Aureoles.

Para algunos, con esta explosiva denuncia, el mandatario michoacano pretende blindarse de presuntas investigaciones sobre desvíos de recursos en su administración que estarían por estallar.

Otros, sin embargo, advierten que el gobernador Aureoles está viendo un proceso de descomposición acelerada con el reacomodo de los cárteles del crimen organizado y eso incluye el estado donde todavía gobierna.

El testimonio de esos temores son las cinco masacres ocurridas la semana pasada en Jalisco, Tamaulipas, Michoacán, Zacatecas y Tabasco.

En la sierra de Bolaños se dio una masacre en la que fueron asesinados 18. En Reynosa fueron 19, siete en Fresnillo, siete en Salvatierra y seis muertos en un motín del penal de Villahermosa. Eso solo en asesinatos multitudinarios en siete días, todos aparentemente ligados a la disputa territorial de los cárteles.

En contrapunto al discurso del gobernador Aureoles, el presidente López Obrador dijo el sábado en su gira por Baja California que el país está en paz.

“El país está en calma. Hay gobernabilidad, hay tranquilidad”.

Y en La Mañanera de ayer lunes, el inquilino de Palacio Nacional dijo que la inseguridad es herencia de los gobiernos Neoliberales, en los que no existía una división entre autoridad y delincuencia.

“Por qué tenemos todavía altos índices de homicidios. Porque se arraigaron las prácticas de violencia. Se permitió la creación de grupos que crecieron al amparo del poder. Ahí está el caso del señor García Luna, que era el secretario de Seguridad Pública y trabajaba o estaba al servicio de uno de estos grupos. No surgieron esos grupos en estos dos años y medio que llevamos nosotros. El grupo Sinaloa ya lleva su tiempo. El del Golfo también. Y su historia. ¿Cómo se constituyeron? El de Jalisco lo mismo. El grupo de Guanajuato, de tanta violencia, ¿cuándo se constituyó? Pues todos en el periodo Neoliberal, porque había una sociedad delictuosa. Porque se protegía a los grupos. No había una separación entre autoridad y delincuencia. Eran dos delincuencias y se entendían bien. La delincuencia organizada y la delincuencia de cuello blanco”.

Ya pasaron, sin embargo, 31 meses de gobierno de la Cuarta Transformación y la política de abrazos y no balazos falló. Se dejaron libres a capos, se saludó en la sierra a sus madres, las masacres -contra lo que se diga- continúan.

Y territorios enteros como Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Nayarit, Colima y Guanajuato, entre otros, están bajo el mando de facto del crimen organizado.

Pero cuando el presidente López Obrador exigió al gobernador de Michoacán las pruebas de sus denuncias, Silvano Aureoles se concretó a sentenciar: “Los estoy acusando de delincuentes, no de tarugos”.

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