¿Cuánto falta para la elección?

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¡Que alguien me explique!

Naranja dulce, limón partido

Sea cual fuere la respuesta, está claro que el jolgorio que debería existir en Movimiento Ciudadano, frente al triunfo de la gubernatura de Nuevo León y la alcaldía de Monterrey, se podría convertir no en una fiesta naranja, sino en un funeral

Por Ramón Alberto Garza

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Hace 18 días que se consumó la victoria de Samuel García en Nuevo León, pero hasta ahora no existe fotografía alguna en la que Dante Delgado o Enrique Alfaro le levanten la mano al gobernador electo de Movimiento Ciudadano.

Curiosa situación, porque cuando un equipo de futbol gana el campeonato, los primeros que aparecen en la foto junto a los ganadores son el dueño del equipo y el entrenador. Hasta ahora, con Samuel, ninguno.

Para los analistas que evalúan la ausencia de jolgorio en los cuarteles nacionales de Movimiento Ciudadano solo atinan a especular una de cuatro posibilidades.

Primera, que no empataron las agendas del ganador y de los dueños del equipo. Difícil de creer cuando se trata de festejar tan sonora victoria de impacto nacional rumbo al 2024.

Segunda, que mientras no concluyan las indagatorias electorales y judiciales sobre el ahora gobernador electo, la foto de la victoria sale sobrando. La celebración se pospone para cuando los cielos estén ya despejados.

No hay que olvidar que, sobre Samuel García, pesan tres investigaciones. Una sobre sus gastos de campaña, origen y destino de los recursos. Otra sobre la red de empresas de su familia y la danza de miles de millones de pesos. Y una tercera sobre la presunta triangulación de recursos de Jalisco a la campaña de Movimiento Ciudadano, en Nuevo León.

No solo Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, sino incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador en su mañanera del pasado lunes, confirmaron ya algunas de esas investigaciones.

Tercera, la victoria de Samuel García lejos de unificar vino a generar tensiones y divisiones hacia el interior de Movimiento Ciudadano.

Y como primera muestra, ahí está el caso de la relación del gobernador electo con Luis Donaldo Colosio, el alcalde electo de Monterrey.

Pocos saben que, cuando en los días posteriores a la elección, Clemente Castañeda viajó a Monterrey para buscar una precaria foto levantándoles la mano a ambos candidatos ganadores, no lo consiguió.

El líder nacional de Movimiento Ciudadano debió conformarse con dos fotografías por separado. Una con Samuel García y otra con Luis Donaldo Colosio. En sitios distintos.

Se habla que la relación del alcalde electo de Monterrey no está transitando con el gobernador electo. Y aunque ambos son emecistas, ya Colosio está poniendo tierra de por medio con el partido.

Cuestión de ver la entrevista que el alcalde electo de Monterrey le dio a su amigo, el periodista César Ulloa, en el sitio Dilemas, y en la que Colosio habla de que el gobierno de Nuevo León y el de Monterrey, aunque sean los dos de Movimiento Ciudadano, son dos proyectos distintos.

Mas aún, Colosio aprovecha la oportunidad -o quizás él mismo la buscó- para deslindarse de Movimiento Ciudadano.

“A ver, yo incluso voy más allá. Porque sí, nosotros competimos bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, pero ya no estamos en elecciones. Movimiento Ciudadano es la plataforma que nos permitió contender, pero yo no me le debo a Movimiento Ciudadano, al contario. Yo me deslindo respetuosamente o pinto mi raya de Movimiento Ciudadano porque ya no soy candidato…”.

¿Por qué quiere Colosio dejar en claro que nada tiene que ver con Samuel -ni tomarse la foto- y exhibe sin cortapisas su deslinde del partido naranja?

Cuarta, que frente a la posibilidad de que existan actos ilegales que pondrían en peligro, no solo la confirmación de Samuel García como gobernador electo, sino incluso la amenaza justificada o no de que Movimiento Ciudadano pudiera perder su registro, se vive un impass de negociaciones.

La moneda de cambio sería transparente. El gobierno de la Cuarta Transformación se haría de la vista gorda frente a cualquier presunto ilícito del nuevo gobernador naranja y de las posibles implicaciones de los dineros transferidos desde Jalisco.

A cambio, Movimiento Ciudadano se compromete a apoyar las iniciativas clave del presidente López Obrador, y que exigen mayoría calificada en la Cámara de Diputados, para promover cambios constitucionales.

No se trataría de que Movimiento Ciudadano saliera como el Partido Verde a declarar su amor incondicional a la Cuarta Transformación.

Sería garantizar el voto de la bancada naranja en cuatro o cinco temas estratégicos, de los muchos que se promoverán en la nueva legislatura federal.

Y para garantizar el pacto, se abrirá una ventana de 30 días en los que se verá si hay acuerdo o no. La nueva Cámara de Diputados toma posesión el primero de septiembre y Samuel García toma posesión como gobernador hasta el 2 de octubre. En esas cuatro semanas se pondría a prueba el posible arreglo.

Sea cual fuere la respuesta, está claro que el jolgorio que debería existir en Movimiento Ciudadano, frente al triunfo de la gubernatura de Nuevo León y la alcaldía de Monterrey, se podría convertir no en una fiesta naranja, sino en un funeral.

Y quizás, en un descuido, sus líderes fundacionales ya se dieron cuenta de que alguien más se está apoderando -e incluso negociando- con quienes hoy reniegan ya del partido que los llevó al poder.

Bajo esa óptica hay que ver el anuncio del presidente López Obrador, quien dijo en su mañanera de ayer miércoles, que está en condiciones de platicar con Samuel García.

¿Acaso tendremos primero una foto del mandatario y del gobernador electo de Nuevo León, juntos, antes que la del mismo Samuel García con Dante Delgado, Enrique Alfaro y Luis Donaldo Colosio?

Ni hablar. La naranja que hoy luce dulce, podría ser limón partido.

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