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20 de marzo 2023

¡Que alguien me explique!

Más claro ni el petróleo

Para cualquiera que le recorra por su mente la menor duda, Claudia Sheinbaum es ya la candidata oficial de Morena a la presidencia

Por Ramón Alberto Garza

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Para cualquiera que le recorra por su mente la menor duda, Claudia Sheinbaum es ya la candidata oficial de Morena a la presidencia.

No hay que esperar encuestas. Lo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador en la plancha del Zócalo, durante los festejos de conmemoración de la expropiación petrolera de 1938.

Nada de zigzaguear, es decir, de andar buscando cambios de rumbo, así sean ligeros. La línea de la Cuarta Transformación va derecho y no se quita.

Y en su discurso, el mandatario volvió a sacar el paralelismo de la actual sucesión presidencial con la del general Lázaro Cárdenas, que fue precisamente quien expropió el petróleo.

De acuerdo a la narrativa presidencial, Cárdenas cedió frente a las presiones de los conservadores de aquella época que estaban alarmados por todas sus reformas sociales. Y lejos de optar como su candidato al general Francisco Mújica -quien le garantizaba continuidad política e ideológica- optó por el moderado de Manuel Ávila Camacho.

Si a la metáfora cardenista nos atenemos, Claudia Sheinbaum es la Mújica de López Obrador, mientras que Marcelo a Ebrard y Adán Augusto López son la versión moderada, los Ávila Camacho.

Y no duden que por esa metáfora, que la viene repitiendo desde hace un mes, se haya dado el desencuentro entre los Cárdenas y el inquilino de Palacio Nacional.

Cuestionar que el patriarca del clan, Tata Lázaro, se dobló frente a los conservadores de entonces habría propiciado el quiebre actual con Cuauhtémoc Cárdenas, el heredero, y la salida del nieto Lázaro Cárdenas Batel de la jefatura de asesores presidenciales.

No duden que por eso vino el sábado -en pleno mitin lopezobradorista- la abierta crítica de Cuauhtémoc Cárdenas a la política energética del gobierno de la Cuarta Transformación. Debió dolerle por partida doble al presidente López Obrador que el líder moral de la izquierda mexicana saliera a criticar la política solo extractiva de hidrocarburos y la triplicación del costo de la refinería de Dos Bocas. ¿Escuchaste, Rocío Nahle? No lo dice un conservador.

Lo que se vivió el sábado en la plancha del Zócalo capitalino no fue sino la reedición de los mítines de miles y miles de acarreados, como los que se inventaron desde la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, para simular el apoyo moral “del pueblo” al presidente en turno cuando estaba en apuros frente a sus adversarios.

Y vaya que el presidente López Obrador está en aprietos por su terquedad y su visión cerrada de la realidad nacional e internacional.

Más allá de esas fuerzas que dicen que lo quieren obligar a zigzaguear, está la abierta y cada vez más dura confrontación con el gobierno de los Estados Unidos. Y Washington ya se cansó de mandar enviados solo para comprobar que al inquilino de Palacio Nacional no lo van a cambiar de carril. Y frente a esa actitud, la única salida es descarrilar.

Por eso, el mandatario aprovechó el mitin del Zócalo para lanzar su arenga de “cooperación, sí; sometimiento, no. Intervencionismo, no”.

De ahí que para los que lean entre líneas, los mensajes del sábado fueron claros y contundentes.

Al diablo las encuestas. El candidato presidencial será quien me garantice continuidad absoluta, sin moverse un centímetro del proyecto. Yo no seré Lázaro Cárdenas.

Y estoy listo para enfrentar al “masiosare un extraño enemigo”. Los Estados Unidos se van a topar con pared si quieren algo más allá de la cooperación. La política de “Abrazos, no balazos continúa” y lo del fentanilo… ¿qué es fentanilo? Aquí no lo producimos.

El discurso del Zócalo es más diáfano que el petróleo. La pregunta de fondo es ¿qué harán frente a estos posicionamientos Ebrard, Adán Augusto, Monreal y -por supuesto- el gobierno de Joe Biden?

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