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¿Luna o sol?

Genaro García Luna regresa a la escena pública pontificando sobre la política de seguridad del Estado mexicano

Por Ramón Alberto Garza

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Con el oportunismo que da el relevo de sexenio, Genaro García Luna reaparece en la escena pública como gurú de la seguridad nacional.

Buscando los reflectores que lo reinstalen en la primera fila de la nueva política nacional, el que fuera secretario de Seguridad Pública en el sexenio calderonista cabildea su espacio en la Cuarta Transformación.

El miércoles apareció en el foro de la revista Alcaldes de México regañando al actual gobierno peñista por no invertir en programas sociales, lo que según él disparó la violencia.

Y de paso advirtiéndole al nuevo gobierno lopezobradorista que sería un error bajar al Ejército y a la Marina a ejercer labores policíacas para combatir a la delincuencia organizada.

García Luna cree que la memoria de los mexicanos no supera un sexenio, ignorando que toda la información que citamos aquí, publicada en los 12 años que sirvió a los gobiernos panistas, está accesible para cualquier mexicano  en las redes sociales.

Y se le olvida que fue él quien convenció al presidente Felipe Calderón de sacar al Ejército a las calles, inaugurando los días de fuego y sangre que despojaron a México de su paz.

Pero no es extraño. Y el equipo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador tendría que estar muy alerta para evitar que se les filtre de nuevo este hombre que tiene la cara tan dura que después del desastre en el que dejó a México en el 2012 se atreve a venir a dar consejos.

Genaro se encumbró en el gobierno de Vicente Fox, cuando desde el Cisen zedillista les entregó al primer presidente panista y a Martha Sahagún –todavía no era Fox- documentos delicados que de ser revelados les habrían costado a los panista la elección del 2000.

Su “lealtad” fue recompensada con la creación de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), que luego de su gran fracaso la convirtió en la Policía Federal Preventiva.

García Luna transitó exitosamente al sexenio de Calderón gracias a que también espió al entonces candidato panista y a sus más cercanos colaboradores. Y ese silencio fue igualmente recompensado con la Secretaría de Seguridad Pública.

Desde ahí, García Luna envolvió al país en un baño de sangre cuando su política de “combate al narcotráfico” acabó por empoderar a un solo cártel: el de Sinaloa, de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Las cifras de ejecuciones, secuestros y cobros de piso se multiplicaron exponencialmente, instalando a México entre los países más violentos del mundo, al lado de naciones en guerra como Afganistán e Irak.

Pero secuestrado por el chantaje, Calderón fue impotente para removerlo de la Secretaría de Seguridad, a pesar de las evidencias que pesaban en su contra.

Concluido el sexenio calderonista, García Luna se refugió como asesor de seguridad de Grupo Carso.  Su amigo Héctor Slim, con quien diseñó la costosísima y fallida Plataforma México, le dio cobijo.

Por eso ahora que se asoma la llamada Cuarta Transformación y que Alfonso Durazo es el responsable de crear la nueva estrategia de seguridad, García Luna se placea buscando que lo llamen.

Cuidado. Las esperanzas de regresar a la normalidad la seguridad nacional descansan en el nuevo gobierno que debuta el primero de diciembre.

Y no existirá una estrategia exitosa, si los que serán responsables de combatir al crimen organizado son los mismos que algún día fueron sus principales protectores y cómplices.

Y si se quieren corroborar, que se asomen a la teleserie “El Chapo” que se transmite porNetflix. Quizás en las conductas de un personaje llamado Conrado Sol encontrarán algunas respuestas.

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