¿Cuánto falta para la elección?

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22 de septiembre 2017

¡Que alguien me explique!

Los Partidos tiemblan

Los dirigentes de los partidos políticos deben de estar muy alertas. Porque ya van tarde a la feria de solidaridad ya en el inconsciente colectivo nacional

Por Ramón Alberto Garza

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Mas forzados por la ola social que se los exige que por voluntad propia, algunos líderes de los partidos políticos ya aceptaron debatir la donación de los dineros de campaña para la reconstrucción tras los sismos.

Si el rescate de la inexistente Frida Sofía es el estandarte de la esperanza y la solidaridad nacional, la exigencia de bajar los gastos de las campañas 2018 para ayudar a quienes lo perdieron todo, es ya un clamor  nacional.

Difícilmente los partidos políticos y sus dirigentes, mucho menos los candidatos que en unas semanas saldrán a hacer campaña, podrán escapar del acecho de esta maldición, si no se ajustan los bolsillos.

El dolor que se releja en el gesto de cientos de miles de mexicanos cuyas vidas fueron sacudidas por la pérdida de familiares y amigos, casas, autos y otros bienes, será el rostro mas visible de la elección 2018.

De cómo acaben de reaccionar los gobiernos federal y locales de la Ciudad de México, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Guerrero y el Estado de México, dependerá en buena medida el resultado final en las urnas.

Y quizá todavía no se haya medido en toda su dimensión el impacto que los “sin vivienda” y sus familiares o conocidos tendrán en esas entidades clave, a la hora de apoyar a un candidato o a otro.

Por eso los dirigentes de los partidos políticos deben de estar muy alertas. Porque ya van tarde a la feria de solidaridad ya en el inconsciente colectivo nacional.

Es una cadena humana que hoy es ejemplo mundial para remover escombros, pero que sobrevivirá a la emergencia para volver a tomarse de la mano por otras causas justas, como ya lo vimos que sucedió tras el terremoto de 1985.

Es un puño en alto que hoy exige el silencio para escuchar las débiles voces de quienes esperan ser rescatados, pero que mañana ese mismo puño será el que se alce para decretar el silencio sobre un candidato o algún partido.

No tengan duda de que los sismos del 9 y del 19 de septiembre no solo hicieron retemblar en sus centros la tierra, sino que obligarán a sacudir viejas y caducas prácticas, ancestrales vicios que los mexicanos como un todo colectivo ya no toleramos.

La diferencia entre el sismo de 1985 y este del 2017 es que el del sexenio de Miguel de la Madrid se dio a la mitad de su gobierno, a tres años de la sucesión, mientras que el de ahora se instala en el instante decisivo del relevo de Presidente, Cámaras de Senadores y Diputados.

Cuando en febrero o marzo arranquen de lleno las campañas, las heridas de los temblores estarán todavía abiertas. Para entonces no se habrán instalado ni todas las paredes, ni todos los techos de los miles y miles de hogares en lo que se perdió todo.

Por eso cada efímero spot, cada volátil panfleto, cada costoso templete desechable después de cada mitin, acabará por ser la viva imagen que nos recuerde el dispendio y la insensibilidad de los políticos frente al dolor.

Si los partidos, todos, quieren sobrevivir el 2018 deben sentarse ya en torno a una mesa a fijar las nuevas reglas de los dineros de campaña. No hay tiempo que perder.

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