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¡Que alguien me explique!

López Mengele

Si López-Gatell insiste en inventar pretexto tras pretexto para maquillar su incapacidad, fabricando una diarrea de elocuentes mentiras que cuestan vidas, lo mismo en la pandemia que en el combate al cáncer, podría acabar juzgado como un genocida

Por Ramón Alberto Garza

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Desde que debutó como el epidemiólogo de la casa presidencial, Hugo López-Gatell se distinguió por su elocuencia, sí, pero también por su mitomanía procaz. La pandemia lo graduó como un mentiroso compulsivo, sin remordimientos.

Abusando de los retruécanos y de dorarle la píldora al pueblo, se dedicó a quemarle incienso a su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, creyendo que sus palabras alcanzarían a inmunizarlo. Acabaron contagiados los dos que nunca usaron cubrebocas.

Y a fuerza de imponernos el espejismo de que íbamos bien, lo mismo en la compra de medicamentos que en el combate a la pandemia del Covid, las estadísticas de contagios, muertes y mexicanos sin atención médica creció descomunalmente. 

Pero todo eso desfallece frente a la estúpida y absurda historia de sus más recientes declaraciones, en las que López-Gatell se convierte en un moderno médico exterminador, al más puro estilo del alemán Josef Mengele, el genocida criminal de los hitlerianos campos de concentración.

Para el responsable del ruinoso manejo de la pandemia en México, que tiene a nuestro país con el más elevado índice de muertes por cada 100 contagios, las denuncias de la falta de medicamentos para combatir el cáncer infantil es un complot de la derecha.

López-Gatell jamás aceptará que su promesa del 2018 ante el presidente López Obrador, de reconstruir el sistema de salud y el de compras de medicamentos es, hasta ahora, uno de los mayores fracasos del nuevo gobierno.

Y que el desmantelamiento del sistema nacional de compras de medicamentos -por más corrupto que fuera- no ha podido ser reemplazado hasta hoy por un nuevo sistema, menos corrupto, más eficiente.

Por el contrario, la satanización de los laboratorios farmacéuticos mexicanos abunda, la escasez de medicamentos es crónica y creciente, pasando ya a la frontera de lo criminal.

El gobierno de la Cuarta Transformación está privilegiando el precio bajo por encima de la existencia de los fármacos. Destruyó el viejo sistema -como lo hizo con el Seguro Popular- sin tener a la mano la salida para enfrentar las demandas del Sector Salud que hicieron crisis con la pandemia.

Por eso se mendigan vacunas, porque no se negociaron ni en tiempo, ni en forma. Por eso escasean los medicamentos de enfermedades terminales, porque dejaron de comprarle a los que calificaban de corruptos productores mexicanos para salir a comprar bajo asignación directa, sin licitaciones de por medio, donde existieran. Al precio que fuere.

Y en medio de las denuncias que claman por las vidas perdidas de pequeños con cáncer, o de mujeres con cáncer de mama, López-Gatell fabrica con supremo cinismo el estúpido cuento de un complot en el que padres e hijos son manipulados por los conservadores internacionales, para hacer quedar mal al gobierno del presidente López Obrador.

“Aquí me gustaría hacer una especie de alerta, por lo menos que quede registrado. Este tipo de generación de narrativas de golpe, a veces se ha conectado en Latinoamérica con golpe-golpe, golpe de Estado. Y esta idea de los niños con cáncer, que no tienen medicamentos, cada vez lo vemos más posicionado como parte de una campaña, más allá del país, de los grupos de derecha internacionales, que están buscando crear esta ola de simpatía en la ciudanía mexicana, ya con una visión casi golpista. Es de manual, en varios países”.

Lo que debería hacer López-Gatell, antes de contar sus cuentos complotistas, es revisar los medios de comunicación, los que guste, para ver los extensos reportajes de niños y mujeres que claman la falta de medicamentos desde hace más de un año. Son de carne y hueso.

Son seres humanos, mexicanos todos, sin la posibilidad de tener recursos para adquirir los oncológicos en clínicas u hospitales privados, dejados al destino de que alguien dentro de la Cuarta Transformación se apiade de ellos y encuentre, en la India o donde sea, las dosis que les permitan reanudar sus tratamientos, suspendidos de súbito. Sus vidas se acortan.

Si López-Gatell insiste en inventar pretexto tras pretexto para maquillar su incapacidad, fabricando una diarrea de elocuentes mentiras que cuestan vidas, lo mismo en la pandemia que en el combate al cáncer, podría acabar juzgado como un genocida.

Su enfoque político de un asunto estrictamente de salud, justificando su flaqueza científica con cuentos ideológicos que le terminarán cobrando, no solo una factura ante la Historia, sino ante la justicia. Y más temprano que tarde tendrá que pagar por sus criminales cuentas.

La Cuarta Transformación podría acabar enfrentando su propio tribunal de Nuremberg. Y López-Gatell, investido como López Mengele, estaría en la lista de juzgados, en primera fila.

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