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Grupo All-Fall

La caída del precio de la acción de Grupo Alfa ha sido de tal magnitud que los accionistas ya hablan de un nuevo nombre para la compañía: "All-Fall”.

Por Ramón Alberto Garza

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Después de la última asamblea anual de accionistas de Grupo Alfa, celebrada del pasado jueves, los accionistas salieron de la sala de consejo con un nuevo nombre para la corporación: Grupo All-Fall (Todo Cae).

Y no es para menos. Los traspiés del conglomerado regiomontano no cesan y tropieza lo mismo en sus prácticas empresariales, que en sus reportes financieros, el tenso trato con algunos consejeros y la ríspida relación con sus accionistas.

Para nadie era un secreto que el reporte anual 2019 venía mal. Pobres resultados, decrecimiento en utilidades, confirmado todo por una caída del 45 por ciento de la acción en los últimos 12 meses.

Pero detrás de esos tropiezos existen una serie de cuestionamientos sobre el futuro del Grupo Alfa que se asoman tras lo sucedido en esa última asamblea y que se tradujo ya en una caída de 6.4 por ciento en los dos días posteriores. 

 

I.- Venta de Activos ¿o Write Offs?- El conglomerado anunció que para mejorar su perfil financiero venderán en los próximos 18 meses activos por mil 200 millones de dólares. 

Con ello se pretende aplicar esos fondos a reducir la deuda del Grupo. Pero a pesar de hablar de un monto, no se detallaron los pormenores de esos activos.

Eso llevó a consejeros y a accionistas a cuestionar no solo qué activos serán, sino a qué precio se venderán contra lo que se tiene asentado en la contabilidad. Si por ejemplo se deshacen de Alestra, ¿recuperarán lo que invirtieron originalmente? ¿En cuánto la compraron? ¿En cuánto la venderán? ¿Vender en tiempo de vacas flacas activos que se compraron en los días de vacas gordas?

 

II.- Altos Costos Corporativos.- A pesar de que en la asamblea la dirección anunció reducción de costos, no se tocaron los temas sensibles como la demandada eliminación de gastos del corporativo, que superan los 60 millones de dólares anuales.

Mas aún, consejeros y accionistas cuestionan cómo, ante una situación difícil del Grupo Alfa –que no es la primera vez que se enfrenta- ese conglomerado no aplica recetas que ya antes funcionaron para otros corporativos regiomontanos que asumieron su realidad y superaron sus crisis.

Como muestra recuerdan los casos de Cydsa, que en el momento más crítico de su crisis asumió la decisión de venderle a Cemex los terrenos y el edificio en el que se asentaba su corporativo. Salió adelante.

Lo mismo sucedió con Vitro, que en su momento más crucial de reingeniería, vendió la mayor parte de los terrenos y edificios de su corporativo a un conglomerado inmobiliario en donde hoy se asienta buena parte del complejo Arboleda.

¿Alguna noticia para consejeros y accionistas sobre algún cambio en las políticas de uso de los jets corporativos para viajes de los directivos?

 

III.- Cambio Violento de Consejeros.- Pero sin duda, uno de los mayores errores de forma en la última asamblea fue la forma poco ortodoxa en la que se excluyó a Ricardo Guajardo Touché del consejo de administración de Grupo Alfa.

Sin aviso de por medio, el experimentado financiero de prestigio nacional e internacional, ex director del grupo financiero Bancomer, ya no fue enlistado en el consejo que se propuso al cierre de la asamblea.

Para nadie era un secreto que Guajardo Touché tenía ya algunas asambleas cuestionando dentro del Consejo las prácticas corporativas del actual equipo directivo.

¿Señal clara para otros consejeros -como Claudio X. González- de que no se aceptarán cuestionamientos al estilo  personal de gobernanza corporativa?

Quizá sería prudente para los actuales directivos de Grupo Alfa el recordar aquellos días del verano de 1981, cuando en la antesala de la gran crisis nacional, el periódico El Norte en Monterrey publicó una serie de reportajes bajo el título de “Grupo Alfa: El Retorno a la Sobriedad”.

Ahí se relataban los excesos financieros y sobre todo del estilo personal de la gobernanza corporativa, que llevaron a ese conglomerado a una debacle financiera.

Eran los días del boom empresarial decretado por el entonces presidente José López Portillo, lo que los arrastró a una crisis de desinversión, con despidos de miles de trabajadores y ejecutivos. Una crisis de la que solo pudieron salir adelante con un cuestionado préstamo de Banobras.

¿Podría Armando Garza Sada intentar aprender de aquellas lecciones que le heredó su tío Bernardo Garza Sada? Quizás así  se podría evitar que el sarcasmo con el que hoy se empieza a hablar del Grupo All-Fall (Todo Cae) no sea permanente.

 

  

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