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¡Que alguien me explique!

Góber mitómano… influencer hipócrita

El gobernador, que no cumple todavía el mes de calentar esa silla, se atrevió a inventar que Su Santidad estaba impactado con el carisma y la sensibilidad su esposa, la influencer Mariana Rodríguez y quería conocerlos

Por Ramón Alberto Garza

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Mal están los cimientos de una sociedad que coloca en un pedestal, como sus ejemplos a seguir, a un mentiroso contumaz y a una hipócrita confesa.

Y eso es lo que sucede hoy en Nuevo León, donde sus ciudadanos están endiosando a una pareja frívola, festejando cuanta ocurrencia infantil les viene en gana. Como si la medición de un buen gobierno se diera por carcajadas.

Tomen el ejemplo de Samuel García, quien en una mentira flagrante, dijo que había recibido una invitación del Papa Francisco para acudir a una audiencia privada en el Vaticano.

El gobernador, que no cumple todavía el mes de calentar esa silla, se atrevió a inventar que Su Santidad estaba impactado con el carisma y la sensibilidad su esposa, la influencer Mariana Rodríguez y quería conocerlos.

Más tardó la mentira en propagarse que los voceros del Vaticano en desmentirla.

Si acaso, Samuel y Mariana podrían colarse a la audiencia pública de los miércoles. Pero ante la posibilidad del fracaso, el góber y la influencer ya evalúan la conveniencia de ir o no a Roma.

De hecho, se sabe que ambos están cabildeando intensamente con regiomontanos que tienen influencia en la Santa Sede para que el Papa Francisco les enmiende la mentira y les dé algo más que un lugar en el montón.

Pero, aunque eso se lograra, está otro obstáculo más delicado que cruzar: el de la confesión de que Mariana no cree en la Iglesia.

Por donde se le mire, ése es un manifiesto de suprema hipocresía. Si ella no cree en la Iglesia ¿para qué acudir entonces a la Santa Sede a buscar una audiencia con el jefe de una Iglesia en la que no cree?

La respuesta es muy simple: porque aunque el Papa Francisco les tenga sin cuidado, tanto ella como Samuel, solo están buscando la ‘selfie’ bendita para subirla a Instagram, para incluirla en su Tik Tok, para hacer creer lo que no son, para simular lo que reniegan.

Por eso, las primeras tres semanas del nuevo gobierno que promete un nuevo Nuevo León están plagadas de un anecdotario que impone una agenda infantil.

Que si Mariana se vistió de Cenicienta en el Palacio; que si Mariana se hizo un nuevo look con el pretexto de empatizar con un niño con cáncer; que si Samuel y Mariana se disfrazaron y se fueron a bailar en el Festival de Santa Lucía; que si Samuel se disfrazó de Buzz Lightyear; que si se van a Escocia y al Vaticano…

Y mientras tanto, en las denuncias sobre la corrupción relacionadas con el gobierno anterior -muy reales todas- se violenta el debido proceso y corren el riesgo de desecharse, por el ímpetu del gobernador de decir que todo tiempo pasado fue “un asco”, denunciar danzas de miles de millones y señalar culpables, cuando apenas se está integrando la carpeta de investigación.

Valdría la pena preguntarle al flamante Consejo Asesor, integrado por ciudadanos y ciudadanas de alto nivel, si acaso abordaron -en esa su primera reunión con Samuel- el peculiar y controvertido estilo personal de gobernar.

¿Van a convertirse esos ex gobernadores, ex presidentes de grandes corporaciones y líderes académicos, en una fachada que le permita al Gobernador y a su Primera Dama continuar con sus frivolidades?

En el seno de ese Consejo Asesor se debería cuestionar quién o quiénes les están imponiendo a los Secretarios del gabinete a sus administradores u oficiales mayores, para que el control de los dineros de cada dependencia quede en otras manos, no en las del titular.

Algo similar a lo que en su momento hizo el Golden Daddy en el sexenio de Rodrigo Medina o dos o tres personajes fachada creados, exprofeso, en el gobierno de Jaime Rodríguez.

¿Sabrá el Gobernador en tour santificador, que algunos integrantes de su gabinete ya están peguntándose si se quedan o no al frente de una dependencia en la que no tendrán todo el control?

Por eso los ciudadanos de Nuevo León lucen decepcionados de ver cómo la oficina de más alto nivel político de su entidad se transforma en una catedral de ocurrencias infantiles, plagada de mentiras, medias verdades e hipocresías.

Si los electores de Nuevo León hubiesen visto en la boleta del pasado junio a Pinocho y a Cenicienta, como las reales opciones, sin duda no habrían votado por ellos.

Samuel y Mariana tienen que recapacitar, poner los pies en la tierra, dedicarse a lo prioritario y abandonar lo frívolo y lo superfluo, que más allá de ganar “likes” en sus redes sociales, en nada contribuyen para revertir los tres sexenios de mal gobierno.

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