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García Luna: ¿Final feliz?

Faltan solo unas horas, a lo mucho un par de días, para que se cierre en Nueva York el juicio contra Genaro García Luna, el súper policía del sexenio de Felipe Calderón que protegió y permitió crecer, en 12 años de panismo, al Cártel de Sinaloa

Por Ramón Alberto Garza

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Faltan solo unas horas, a lo mucho un par de días, para que se cierre en Nueva York el juicio contra Genaro García Luna, el súper policía del sexenio de Felipe Calderón que protegió y permitió crecer, en 12 años de panismo, al Cártel de Sinaloa.

El testimonio estelar del juicio lo dio ayer lunes Jesús Reynaldo Zambada García, mejor conocido como “El Rey Zambada”.

Y sus declaraciones frente al juez Brian Cogan y ante el jurado que emitirá su veredicto, el hermano de Ismael “El Mayo” Zambada vino a confirmar lo que ya reveló en el juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Lo más contundente fue la detallada narración de cómo le fueron entregados a García Luna dos sobornos, uno de tres millones de dólares y otro de dos millones de dólares, para que protegiera con la policía a su cargo las operaciones y los negocios del Cártel de Sinaloa.

“El Rey” Zambada describió cómo el famoso restaurante Champs Elysées de la Ciudad de México fue el sitio elegido para los encuentros entre Luis Cárdenas Palomino -hombre de todas las confianzas de García Luna- y Óscar Paredes, el abogado enviado por el cártel para entregar los sobornos.

Y aunque no sea novedad, los detalles de cómo convirtieron el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México en uno de los epicentros del tráfico de drogas no dejó lugar a dudas del nivel de complicidades que existía entre el Cártel más famoso de México y el súper policía del calderonismo.

Después de escuchar tan detallados y amplios testimonios, el acusado García Luna decidió guardar silencio y no defender su presunta inocencia.

Esa fue la recomendación de su abogado, César de Castro, quien presumiblemente tiene a un testigo estrella que promete presentar hoy martes, en lo que sería el cierre del juicio que entrará en descanso para que el jurado dicte la culpabilidad o no del acusado, y semanas después -si fuera el caso- que el juez dicte su sentencia.

Pero no hay que ser un letrado en leyes para concluir que Genaro García Luna fue, a lo largo de los seis años del sexenio de Vicente Fox y, sobre todo, en los seis años de Felipe Calderón, el gran padrino del Cártel intocable. Las capturas entonces eran de Zetas y Golfos, aún para asociados como los Beltrán Leyva, pero nunca para El Chapo y los suyos.

Después de los 26 testimonios escuchados, desde “El Grande” hasta Édgar Veytia, un hecho no está a discusión: García Luna se las ingenió para convencer, para hacer cómplices o para secuestrar a Fox y a Calderón para gozar de impunidad y disfrutar de intocabilidad en los dos sexenios panistas.

Faltaría algún día ventilar los testimonios de personajes como Jorge Tello Peón, quien acabó recomendando a García Luna a los empresarios que se lo endosaron a Calderón como Secretario de Seguridad.

Y también estará pendiente el expediente de la fallida Plataforma México, el multimillonario experimento tecnológico diseñado por García Luna, de la mano de su amigo de cacerías, Héctor Slim, y de Telmex. ¿A quién terminó sirviendo esa plataforma, si es que algún día sirvió?

Debió iniciarse la transición en el sexenio de Enrique Peña Nieto para que “El Chapo” Guzmán cayera de la gracia oficial priista y darle paso así a la protección de un nuevo capo: Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, alias “El Mencho” y su Cártel Jalisco Nueva Generación.

Pero eso será, sin duda, material de un nuevo juicio para los García Luna del peñismo, algunos de los cuales están hoy muy vigentes, como golpeadores al servicio del gobierno de la Cuarta Transformación.

El talón de Aquiles del juicio García Luna fue su limitación para seguirle la huella al dinero amasado en esos doce años, en los que presumiblemente protegió al principal capo de México.

Casas, ranchos, restaurantes, empresas en México y en los Estados Unidos, de la mano de prominentes apellidos como los Weinberg, brillaron por su ausencia.

Conocer esos montos le habrían dado al jurado una idea, aunque fuese remota, de que existieron mucho más que los cinco millones de dólares que “El Rey” Zambada rarificó ayer que le entregaron al acusado, a cambio de un solo favor: poner a la policía nacional bajo su mando como custodia de los intereses del entonces Capo y del cártel más poderoso del planeta.

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