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¡Que alguien me explique!

El suicidio de Trump

La estrategia de conciliación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador hacia las amenazas comerciales de Donald Trump parece ser la correcta. México ya tiene quien los defienda en Washington: el establishment político, incluida la bancada de los Republicanos en el Senado

Por Ramón Alberto Garza

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“Nos estamos poniendo una pistola en la cabeza”.

Esa es la opinión de John Cornyn, un influyente senador republicano de Texas, al definir su posición sobre la amenaza de imponer aranceles del 5 por ciento a las importaciones de México.

Pero no es el único republicando que abiertamente se enfrenta al capricho del presidente Donald Trump, quien ya hizo de la inmigración centroamericana que pasa por nuestro país hacia Estados Unidos uno de sus mantras para su reelección en 2020.

El virus de la rebelión republicana contra Trump lo encabeza otro texano, su amigo y también senador Ted Cruz, quien advierte que la amenaza de los aranceles del 5 al 25 por ciento a las importanciones mexicanas es una locura.

Y el senador Cruz no está solo. La mayoría de sus correligionarios republicanos, el partido en el gobierno y de Trump, se reunieron con asesores de la Casa Blanca y la respuesta fue contundente. Ninguno aprobó la medida.

No es para menos. Los legisladores republicanos mismos advierten que los aranceles podrían acabar convertidos en un impuesto de 30 mil millones de dólares, que tendrán que pagar los texanos. Imaginen el resto de Estados Unidos.

Porque nadie en su sano juicio espera que quienes manufacturan en México piezas o productos para el consumo norteamericano vayan a absorber el nuevo impuesto. Será transferido al último fabricante o distribuidor y ese inevitablemente se lo facturará al precio al consumidor.

Lo que intentamos advertir es que el presidente Trump no las trae todas consigo con esta inestable decisión emitida a bote pronto y que pone en peligro la ratificación del nuevo Tratado de Libre Comercio. Ni los suyos lo apoyan ya.

Por eso, aunque algunos lo cuestionaron, hizo bien el canciller Marcelo Ebrard en sentarse a dialogar con la líder demócrata Nancy Pelosi. Para garantizar el abrumador apoyo de quien controla el Congreso.

El secretario de Relaciones Exteriores sabe que los legisladores y senadores republicanos de Texas, California, Michigan, Ohio e Illinois, acabarán haciendo causa común con los demócratas. Y por más que Trump los amenace, no pueden dejarle el camino libre a los demócratas.

Y si la propuesta presidencial es frenada en el Congreso, todavía le queda al inquilino de la Casa Blanca el derecho de veto.

Pero si dos terceras partes de los congresistas vetan al veto presidencial, la medida se congela. Esa es la apuesta hoy, si antes el megalómano no rectifica y retira la amenaza.

Otro senador republicano, Ron Johnson, de Winsconsin, ya lanzó también su advertencia. “La Casa Blanca debe de preocuparse de la votación en contra, porque a los republicanos no nos gustan los impuestos que tengan que pagar consumidores y negocios norteamericanos”.

Lo que se asoma detrás de la Guerra de los Aranceles es que el presidente Trump no midió que entre su absurdo capricho o defender a las empresas y a los consumidores, los congresistas de todos los colores acabarían por darle la espalda.

Y frente a esta realidad, la estrategia de tender la mano del presidente Andrés Manuel López Obrador y del canciller Marcelo Ebrard está demostrando ser la mejor. Ya hay alguien más, del otro lado del Río Bravo, que nos está defendiendo.

Porque si la medida golpea a México, el moretón también se sufrirá en los Estados Unidos.

Al final de las pláticas, Nancy Pelosi fue la mas claridosa y confirmó la sospecha. Lo que el presidente Trump decretó fue una distracción para que se olvidaran de la comparecencia de Robert Muller y el controvertido Russiagate.

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