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17 de marzo 2025

3 de marzo 2025

¡Que alguien me explique!

El quiebre del Imperio

El presidente Donald Trump está jugando con fuego, al insultar y abandonar en el campo de batalla a sus aliados en la democracia y en la libertad, entregándose a los brazos de sus desafiantes adversarios

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Donald Trump está jugando con fuego, al insultar y abandonar en el campo de batalla a sus aliados en la democracia y en la libertad, entregándose a los brazos de sus desafiantes adversarios.

Lo que sucedió el viernes pasado en la Oficina Oval de la Casa Blanca, con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, no tiene precedentes en la historia de los Estados Unidos, el proclamado custodio de la democracia en el planeta. Fueron escenas que exhibieron la decadencia del Imperio, el descenso a los infiernos de la traición y de las alianzas inconfesables. Calígula designando senador a su caballo “Incitatus” o Nerón empuñando el arpa al tiempo que se incendia Roma.

En unos segundos, en vivo y frente a decenas de cámaras de televisión, el presidente Trump sepultó Urbi Et Orbi -frente a todo el mundo- la doctrina libertaria y diplomática que tomó décadas edificar, a costa de cruentas guerras y millones de vidas segadas en los campos de batalla. Desde Pearl Harbor hasta Corea, Vietnam, el Golfo Pérsico, el Estado Islámico o Afganistán.

El “narciso maligno” se quitó la máscara y exhibió su auténtico rostro: arrodíllate, agradéceme y págame con tus valiosos minerales lo que ya invertí en tu defensa y acepta mis condiciones de paz, que incluyen ceder tus fronteras al enemigo invasor. No se trata de principios, se trata de negocios. Como si se tratara sólo de defender a Ucrania y no al mundo libre. Porque después de ceder el territorio ucraniano, vendrán Lituania, Estonia, Letonia y Polonia. La reconstrucción del estado soviético.

Como si fuera una escena del reality show “El Aprendiz”, en el que con sus desplantes despide a quien considera incapaz, el presidente Trump y su acólito vicepresidente J.D. Vance, disfrutaron humillando entre gritos al presidente Zelensky, quien era silenciado una y otra vez por los anfitriones.

El presidente Zelensky tiene tres años luchando fieramente con su nación para defenderse de la invasión de Rusia, una guerra que ya le costó a Ucrania 600 mil vidas, 800 mil heridos y cientos de miles de millones de dólares en armamentos para su defensa, la mayoría aportados por los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), prioritariamente los Estados Unidos. Pero en un drástico cambio de su política exterior, el presidente Trump califica al presidente Zelensky como “dictador” y asume que el origen del conflicto está en Ucrania, no en Rusia. ¿Y Putin es ahora el demócrata?

Lo que se testificó el pasado viernes en el despacho presidencial más poderoso del planeta fue una evidente trampa que el presidente Trump y el vicepresidente Vance le tendieron al presidente Zelensky. Sólo así se explica la presencia de decenas de medios de comunicación en vivo -incluyendo los rusos- en discusiones diplomáticas que debían tener lugar a puerta cerrada. Y la cereza del pastel, para confirmar que aquello fue una celada, se da en la expresión del presidente Trump, quien dice frente a las cámaras: “Yo diría que esto va a ser excelente para la televisión”. Es decir, Trump confiesa que la disputa está saliendo a pedir de boca para elevar los “ratings” de audiencias.

El mandatario quería show, buscaba enviar un mensaje de su endurecimiento e intolerancia no sólo al presidente Zelensky, sino a todos aquellos quienes en el futuro le den las contras, más allá de Ucrania. Sin duda, el mensaje tenía dedicatoria a los mandatarios de la Unión Europea, pero también a los de México, Canadá, Dinamarca y Panamá, con quienes ya abrió pesados expedientes de confrontación política y comercial en apenas sus primeros 40 días de gobierno. Nada contra Rusia y puente de plata para China.

No duden que, tras la humillación a Zelensky, la presidenta Claudia Sheinbaum ya se imaginó a sí misma -en un futuro cercano- en ese mismo sillón de la Casa Blanca, aguantando todo tipo de improperios de quien se siente el dueño absoluto de la verdad, al que hay que aceptarle todas sus exigencias, so pena de caer de su gracia.

Por supuesto que el presidente Trump puede tener argumentos válidos en el debate, como el enorme peso que la defensa de Ucrania tiene sobre el presupuesto norteamericano. Pero las formas nada diplomáticas, insultantes y humillantes para el presidente Zelensky, con un vicepresidente Vance más golpista que el mismo presidente Trump, encienden los focos rojos en todo el planeta. Sobre todo, cuando el gran beneficiario de esas “negociaciones”, más allá de Estados Unidos con los valiosos minerales que reclama, es el presidente ruso Vladimir Putin.

¿Alguien más allá del presidente Trump tomó la decisión de abandonar a su suerte a los aliados y sentarse unilateralmente a negociar con el enemigo? ¿Qué dicen de eso los legisladores que despachan en el Capitolio? ¿Qué dicen de eso los hombres de empresas, de finanzas y de la tecnología norteamericanos? ¿Estamos frente a una disyuntiva de principios o una de dólares y centavos?

Quizás lo mejor de las imágenes de lo que sucedió el viernes se imprime en la portada que esta semana despliega la revista The Economist, bajo el título de “Los Don’s del Nuevo Orden”, es decir, los nuevos Corleones -así los llama la revista- en el nuevo juego norteamericano. Trump, Putin, Jinping y Netanyahu en el reparto del planeta. En lo geopolítico y en lo comercial.

Bajo la nueva filosofía trumpista, los aliados ya le costaron demasiado a Estados Unidos. En millonarios apoyos, en elevados déficits comerciales y por supuesto, en vida de norteamericanos abatidos en el campo de batalla del país defendido. El presidente Trump está dibujando su nuevo orden. Y ese pasa por sentarse a la mesa con quienes históricamente son sus némesis, sus adversarios ideológicos, los otros “dedos” que tiene el poder de oprimir un botón e iniciar un holocausto nuclear. Por eso, el desafío en la Oficina Oval al presidente Zelensky, al que acusa de querer iniciar una tercera guerra mundial.

Es difícil entender y mucho más digerir lo que sucedió a cámara abierta el pasado viernes, en la Casa Blanca. El pasmo mundial todavía lo está asimilando, buscando una respuesta sensata. Y, hasta ahora, la única lógica posible es que, bajo la Era Trump, los Estados Unidos dejarán de ser el garante de la democracia y de las libertades para sentarse a la mesa de los intereses -legítimos e ilegítimos- que buscan repartirse el mundo. El quiebre del Imperio está en marcha. ¿Alguien lo detendrá?

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