¿Cuánto falta para la elección?

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3 de febrero 2022

¡Que alguien me explique!

El Pemexgate y López Obrador

En el eje del Pemexgate, esa trama de abierta corrupción político-sindical, el nombre de Ricardo Aldana jugó un papel central. El hombre de los dineros fue sometido, no solo a investigación, sino a juicio

Por Ramón Alberto Garza

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Se llama Luis Ricardo Aldana Prieto, pero se le conoce como Ricardo Aldana.

Veracruzano de origen y con casi 50 años de militancia sindical, es el nuevo líder nacional del Sindicato Petrolero.

Aunque decir “nuevo” es una falacia. Durante los últimos 25 años -y desde la tesorería del sindicato con mayor poder económico de América Latina- Ricardo Aldana ha sido la sombra financiera que cubre al poderoso Carlos Romero Deschamps, el líder petrolero encumbrado tras El Quinazo, en el sexenio de Carlos Salinas.

El clímax de su carrera se dio en el sexenio de Vicente Fox, cuando en el 2001 se le acusó de ser el operador financiero del escandaloso Pemexgate.

Desde la tesorería del Sindicato Petrolero fueron desviados mil 500 millones de pesos a la campaña del derrotado candidato priista Francisco Labastida Ochoa.

Y en el eje de esa trama de abierta corrupción político-sindical, el nombre de Ricardo Aldana jugó un papel central. El hombre de los dineros fue sometido, no solo a investigación, sino a juicio.

Pero gracias a que los panistas hicieron lo propio con sus dineros de campaña, desde Amigos de Fox, el Pemexgate acabó negociado. Panistas y priistas pactaron. Y tanto Romero Deschamps como Aldana libraron el juicio.

El poder de la dupla Romero Deschamps-Aldana continuó imparable, siempre con posiciones legislativas para ambos, lo que les garantizaba fuero, intocabilidad.

Tres diputaciones y dos senadurías para Romero Deschamps; dos diputaciones y una senaduría para Aldana.

Hasta que el 9 de julio del 2019 -ya con el gobierno de la Cuarta Transformación en marcha- fue detenido el abogado Juan Collado en el restaurante Morton’s de la Ciudad de México, cuando comía con su cliente y amigo, Carlos Romero Deschamps.

Cuando los policías ministeriales entraron al restaurante se pensaba que a quien detendrían sería el líder petrolero. Pero la orden iba solo contra su abogado y amigo, Juan Collado.

Aquella detención fue interpretada como un último aviso para el entonces líder petrolero, quien acabaría negociando en Palacio Nacional una retirada pacífica, sin persecuciones ni consecuencias, buscando dar paso a un nuevo liderazgo, más “democrático”.

El presidente López Obrador presumió que con él vendrían elecciones limpias y abiertas en el Sindicato Petrolero. Y se preparó el Sistema Remoto de Votación Laboral, en un intento por garantizar a los trabajadores petroleros que su voto sería respetado.

Con esa confianza se inscribieron en la contienda 24 aspirantes. Pero la victoria fue apabullante en favor de Ricardo Aldana. De los 72 mil votos en disputa casi 45 mil fueron para quien siempre fue el brazo derecho financiero de Romero Deschamps.

Tanto que todavía hoy pesan sobre ambos líderes petroleros -el que se fue y el nuevo- investigaciones sobre los destinos de más de 19 mil 900 millones de pesos que Pemex le habría entregado al sindicato entre 2013 y 2016.

Pero ni sus vinculaciones con el Pemexgate, ni las pesquisas sobre los miles de millones todavía en litigio, impidieron que Aldana fuera electo. De hecho, el presidente López Obrador salió al paso de esas acusaciones en su Mañanera del martes pasado.

“Pero con respecto al desfalco por 20 mil millones de pesos que se hizo… Eso lo tiene que ver la autoridad correspondiente, y también, no podemos nosotros tapar a nadie y tampoco acusar sin pruebas”.

Después de los resultados de la elección que instaló a Ricardo Aldana al frente del sindicato petrolero, solo caben una de dos posibilidades.

Una -poco probable, aunque no imposible- que a pesar de la pasarela de precandidatos que expusieron sus programas sindicales en La Mañanera, el gobierno de la Cuarta Transformación acabó pactando con el ala tradicional deschampista. Después de todo, se necesitará un respaldo sin obstáculos del sindicato para demorar la entrada de operaciones de la refinería Dos Bocas.

O dos, que si confiamos en que sí existieron elecciones sindicales limpias -que aunque remota sería una posibilidad-, entonces, los trabajadores petroleros le dieron la espalda a la transformación impulsada por el presidente López Obrador. Los trabajadores prefirieron al viejo por conocido, que al nuevo por conocer.

Sea como fuere, Carlos Romero Deschamps vuelve -desde la figura de Ricardo Aldana- a ser el amo y señor del Sindicato Petrolero.

O quizás no vuelve, porque nunca se fue. Solamente operó lo suficiente para convencer al gremio, que las opciones distintas eran una amenaza para las conquistas sindicales logradas en las últimas tres décadas del prianismo.

Al final del día, el “monstruo” al que tanto se atacó en un intento por  desplazarlo, se reinstaló con mayor fuerza con el aval de la democracia digital de la Cuarta Transformación.

Ganaron los de antes; ¿perdieron los que dicen que ya no son lo mismo?

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