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¡Que alguien me explique!

El partido Blanco

Las ambiciones políticas de Cuauhtémoc Blanco y su representante, el español José Manuel Sanz Rivera, van más allá de Morelos

Por Ramón Alberto Garza

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José Manuel Sanz Rivera es un promotor español que tenía entre sus activos a célebres futbolistas mexicanos Hugo Sánchez Javier Aguirre, Rafa Márquez y Cuauhtémoc Blanco.

A finales de los 90s se instaló como una figura que colocaba a los futbolistas mexicanos entre los mejores postores de las ligas de futbol europeas.

Hasta que sus habilidades lo convirtieron en el dueño de la carta no solo deportiva, sino política, de Cuauhtémoc Blanco.

Fue Sanz Rivera –el mismo al que la líder de Morena Yeidckol Polvensky llama “españolete”- el que en el 2015 logró que el Partido Social Demócrata (PSD) fichara a Blanco por la presumible suma de siete millones de pesos.

El futbolista estrella del América y seleccionado nacional, se alquilaba como delantero para buscar la alcaldía de Cuernavaca y de paso evitar que el PSD perdiera su registro por falta de votos.

La popularidad de Blanco pagó con creces. Ganó y se instaló como el municipe de la Ciudad de la Eterna Primavera. Y en los últimos tres años ejerció un muy cuestionado gobierno, abiertamente relacionado con presuntos grupos del crimen organizado.

Confrontado abiertamente con el gobernador Graco Ramírez, el futbolista entendió que la cancha política podía serle  mas ventajosa que la cancha de futbol. Y su representante Sanz Rivera fue la pieza clave para despertar esas ambiciones.

A lo largo de dos años, Blanco y su agente cultivaron una cercana relación con Miguel Angel Osorio Chong, el secretario de Gobernación que apadrinó el crecimiento del Partido Encuentro Social (PES).

Negociaciones aquí y allá, el promotor español se sentó a la mesa con Hugo Erick Flores, el líder del PES que acabó ofreciéndole a su representado la candidatura para gobernador de Morelos.

Por eso cuando el PES negoció su alianza con Morena, el primer requisito fue que López Obrador y Polevnsky se comprometieran a postular a Blanco como su delantero del seleccionado morelense.

No tardaron mucho los morenistas en lamentar su error, pues apenas ganaron, Blanco y Sanz Rivera traicionaron sin recato los acuerdos de la negociación.

Uno era que quien sería originalmente el candidato de Morena, Rabindranath Salazar, y que declinó para ceder la candidatura a Blanco, sería llamado al gabinete estatal. No lo cumplieron.

El desencuentro entre Morena y quienes se perfilan para ser los nuevos caciques de Morelos se evidenció, cuando la presidenta nacional de Morena se confrontó con quien llamó “el españolete”, quien hoy por hoy es el dueño de la carta política de Blanco.

En el otro lado de la cancha, Hugo Erick Flores, quien se perfila para ser el súper delegado del nuevo gobierno en Morelos, también fue ninguneado por Blanco y Sanz, quienes se aprestan a negociar los próximos seis años de gobierno con el mejor postor.

Quizás por ello el líder nacional del PES está solicitando que le cambien la sede de su delegación, de Morelos a Hidalgo, el estado dominado por su amigo Osorio Chong.

Pero mientras el primero de octubre viene la toma de posesión, Cuauhtémoc Blanco y su agente José Manuel Sanz Rivera diseñan ya su próxima jugada: vender la ficha del ex seleccionado nacional como candidato presidencial para el 2024.

Y en caso de que ni Morena ni el PES cumplan sus ambiciones, ya planean crear su propia franquicia  política que bautizarían como el Partido Blanco.

Lo curioso es que detrás de la creación de un partido aparece siempre el padrinazgo, no solo político sino económico, de poderosos intereses que ven en la aventura de Morelos el cobro inmediato de jugosos dividendos.

¿Quién acabará como el verdadero dueño y franquiciatario del Partido Blanco?

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