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¡Que alguien me explique!

El General alzó la voz

Lo escuchado ayer al General Luis Cresencio Sandoval, en la ceremonia en la que se honró la memoria de los Niños Héroes de Chapultepec, le otorga a las Fuerzas Armadas una nueva concesión: el del discurso político del régimen en turno

Por Ramón Alberto Garza

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No conforme con entregarles -a las Fuerzas Armadas- la construcción de las obras insignia, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya, las sucursales de Banco del Bienestar y Sembrando Vida, entre muchas otras…

No conforme con otorgarles, en la más alta opacidad, los más elevados presupuestos del Gasto Público en lo que va del Gobierno de la Cuarta Transformación…

No conforme con escriturarles el control de todas las Aduanas, Puertos y Aeropuertos…

Y no conforme con entregarles, por la ruta de los cambios a la Constitución, el control absoluto de la seguridad pública nacional, legitimando con ello su salida de los cuarteles…

No conforme con todo lo dicho, el presidente Andrés Manuel López Obrador ahora les regala, a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, el control del discurso político de su gobierno.

Lo escuchado ayer al General Luis Cresencio Sandoval, en la ceremonia en la que se honró la memoria de los Niños Héroes de Chapultepec, le otorga a las Fuerzas Armadas una nueva concesión: el del discurso político del régimen en turno.

El Secretario de la Defensa sorprendió por el contenido y el tono, pero sobre todo, por los cifrados mensajes y advertencias que le dio a su pieza oratoria.

“Es que la desunión de los mexicanos, generada por la diferencia de intereses nacionales, solo allanaron el camino a amenazas extranjeras que afectaron y pueden afectar nuestra soberanía”.

Es muy temerario desde cualquier tribuna, máxime portando el uniforme verde olivo cargado de medallas, insignias y escudos castrenses, denunciar la existencia de “amenazas extranjeras” sin identificarlas por nombre.

Cuando se denuncia, en los niveles de un Secretario de la Defensa, se tiene la obligación de dar no solo los datos duros, sino el destinatario de la advertencia. No es suficiente alertar la existencia del “más si osare un extraño enemigo”.

Sobre todo, cuando apenas un día antes, pasó por Palacio Nacional el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken. ¿Mal momento? ¿Inoportuno señalamiento? ¿Mensaje cifrado o simple coincidencia? Que se defina qué es o quién es la “amenaza extranjera”.

Y de inmediato, el Secretario de la Defensa lanzó -con el presidente López Obrador y medio gabinete, presentes como testigos-, una advertencia todavía más temeraria.

“Quienes integramos las instituciones tenemos el compromiso de velar por la unión nacional y debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos, generados por sus intereses y sus ambiciones personales, antes que los intereses nacionales pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir al país”.

Intentando traducir al castellano, ¿debemos entender que ahora las Fuerzas Armadas van a intervenir en los juicios a la libertad de expresión, contra todos aquellos que tengan la osadía de cuestionar sus obras de infraestructura, exijan cuentas de gastos opacos, de sus acciones militares -como su rol en Ayotzinapa- o cualquier cuestionamiento que a su juicio manche los intereses del uniforme verde olivo?

¿Se está creando un nuevo tribunal de la Santa Inquisición Militar por el que desfilarán los críticos del régimen?

¿Qué mando militar discernirá cuáles son los comentarios “tendenciosos” y quiénes los generan, fincados en sus “intereses y ambiciones personales”?

Y para cerrar su intervención, el General Luis Cresencio Sandoval hizo un oportuno llamado a la unidad.

“La patria requiere de una sociedad unida, en donde los sectores políticos, económico, social y militar que la integran, actúen sumando esfuerzos y voluntades para coadyuvar hacia el objetivo común, que es México”.

Nadie puede objetar el pronunciamiento. Pero sería prudente que el General Secretario asistiera a todas las Mañaneras para que, antes de iniciarse, le recitara este llamado al presidente López Obrador, instalado como el jefe de la desunión nacional, dispersor de esfuerzos y voluntades, que sus arengas de odio hacia todos aquellos que no piensan u opinan como él alientan la desunión de la Nación.

Si no se acota a tiempo, si no se clarifica lo dicho ayer por el General Luis Cresencio Sandoval, en el Campo Marte, al hablar en nombre de las instituciones, podría inaugurarse una época muy peligrosa para México.

Lo único que nos faltaba es que el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, que es el presidente López Obrador, le cediera -además de todo lo que ya les escrituró- el discurso político a los hombres de verde olivo.

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