9 de enero 2025
¡Que alguien me explique!
El beneficiario del caos con EU
La pregunta de fondo aquí es ¿quién le está creando a Claudia Sheinbaum la narrativa de guerra contra Donald Trump? ¿Quién la está alentando para que se le ponga de frente al iracundo presidente electo de Estados Unidos?
Por Ramón Alberto Garza
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Siempre que aparece un cadáver, la primera pista para buscar al asesino es preguntar: ¿A quién benefició esa muerte?
Esa es la pregunta que se debe hacer hoy cuando las “aguas diplomáticas” entre México y Estados Unidos se enrarecen y van en ruta de una colisión con desenlace insospechado.
El inminente presidente Donald Trump ya dejó muy claro que viene a México por los jefes de los cárteles, que son hoy los auténticos dueños de esa peligrosa y problemática nación. Y la presidenta Claudia Sheinbaum acusó recibo y entró en clinch con “The Orange Man” al acusarlo de estar mal informado. Si quien será el inquilino de la Casa Blanca ya dijo que va a rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América”, la inquilina de Palacio Nacional ya le contestó que si es así, hay que rebautizar a Estados Unidos de América como “América Mexicana”. Juego de niños.
Las relaciones entre los nuevos gobiernos de ambas naciones están en su punto de máxima tensión. Trump amenazando con tomar la Ley por su propia mano en los casos mexicanos de migración, seguridad, fentanilo y libre comercio. Sheinbaum respondiendo a todas esas provocaciones con una narrativa de choque, sin mediar prudencia alguna.
La pregunta de fondo aquí es ¿quién le está creando a Sheinbaum la narrativa de guerra contra Trump? ¿Quién la está alentando para que se le ponga de frente al iracundo presidente electo?
La respuesta es el ala de extrema izquierda que tiene como su embajador a Jesús Ramírez, un personaje oscuro quien desde el búnker de la comunicación mañanera instaló la intriga, la venganza y la confrontación como las principales armas del gobierno de López Obrador. Con una alerta roja, Jesús Ramírez le reportaba el sexenio pasado al presidente López Obrador. Y hoy, Jesús Ramírez le continúa reportando a López Obrador, no a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Y si alguien está buscando un encontronazo con Trump y los Estados Unidos, ese es el hombre de Palenque, porque entonces se haría necesario, indispensable, bajo el supuesto de que él sí supo congraciarse con el impredecible presidente norteamericano y su sucesora no.
El ex presidente está creando -a través de Jesús Ramírez- las condiciones para ser llamado de regreso a las primeras filas de combate internacional, frente a las amenazas del “extraño enemigo” que amenaza con “profanar con las plantas” de sus ejércitos nuestro suelo.
El mismo López Obrador en sus días como presidente, ya con Sheinbaum electa, dijo en la mañanera del martes 25 de junio de 2024, que como ex presidente él estaría siempre listo para acudir al llamado de Presidenta si era necesario. ¿Ya se llegó ese tiempo?
Decía Alfonso Martínez Domínguez, el experimentado político priista, que en México para enfrentar un problema lo más importante era saber crearlo. Y López Obrador, desde su silencioso exilio, desde donde opera los grandes hilos de la política actual, está echándole gasolina “huachicoleada” a la relación con Estados Unidos para avivar el fuego.
Y al que lo dude que recuerde la carta que desde Palenque le fue enviada hace unos días a Adán Augusto López, en la que se le pedía al líder morenista en el Senado que los legisladores difundieran la especie de que, si los Estados Unidos violentaran con su intervención la soberanía de México sería inevitable una insurgencia popular. Hasta hoy, el ex presidente ni confirma ni desmiente lo difundido. Su silencio habla.
El juego de López Obrador es transparente. Sabe que entre las opciones de Trump para sacudirse a la izquierda mexicana está la de colocar al ex presidente contra la pared. A él, a sus hijos y a medio gabinete, fincado en los testimoniales de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de “El Chapo”, quienes revelarían sus presuntos vínculos con el gobierno de la Cuarta Transformación.
¿O acaso creen que fue casualidad que el mismo día que Trump se lanzaba en Mar-a-Lago sobre México, y el gobierno de la Cuarta Transformación, se anunciara en las Cortes de Nueva York que Ovidio y Joaquín Guzmán López estaban acabando de negociar sus condiciones como testigos protegidos? ¿A cambio de qué? ¿A cambio de quién?
Por eso, la confrontación entre el presidente electo Trump y la presidenta en funciones Sheinbaum sólo puede leerse desde el miedo que le inspira a López Obrador y a los suyos, morenistas incluidos -Jesús Ramírez al frente- las amenazas de quien a partir del 20 de enero será el poderoso e impredecible jefe del Estado norteamericano.
Curioso que mientras unas horas antes Marcelo Ebrard, secretario de Economía, exhortaba en conferencia a no responder a todas las provocaciones de Trump, su jefa, la inquilina de Palacio Nacional, hacía horas más tarde todo lo contrario. Esquizofrenia frente al pánico.
El hecho es que, instalados como los principales socios comerciales de los Estados Unidos, la presidenta Sheinbaum todavía no es invitada a la toma de posesión de Trump. Sin duda lo harán en estos días, pero la invitación diferida será un signo más de que las cosas no están nada tersas entre la Casa Blanca y el Palacio Nacional.
La presidenta Claudia Sheinbaum tendría que hacer un alto en el camino para sentarse con Justin Trudeau, para que comprendiera los motivos que llevaron a renunciar al primer ministro de Canadá. Quizás, entonces, marcaría distancia de López Obrador y buscaría no una confrontación, sino un acuerdo más diplomático, con quien sin duda cambiará, en 11 días, los destinos no sólo de México, sino del mundo entero.
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