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¡Que alguien me explique!

Contagio presidencial

Por lo pronto, después de conocerse que el inquilino de Palacio Nacional registró positivo en su prueba de contagio, en Nuevo León se encendieron las alarmas de todos aquellos que lo acompañaron en la gira

Por Ramón Alberto Garza

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“No mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”, Chiapas, 4 de junio de 2020.

“El escudo protector es como este… el ¡Detente! Saben lo que era el detente, verdad. El escudo protector es la honestidad, eso es lo que protege, el no permitir la corrupción. Miren, éste es el detente. ¡Detente!… son mis guardaespaldas. Porque, pues no está de más… ¡Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo!”, Mañanera, 18 de marzo de 2020.

“Me voy a poner un tapaboca ¿saben cuándo? Cuando no haya corrupción ya”, Mañanera, 31 de julio de 2020.

“El presidente no es una fuerza de contagio, entonces no tiene por qué ser la persona que contagie a las masas, o al revés…. Casi sería mejor que padeciera coronavirus porque él, en lo individual, se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune”, Mañanera, 16 de marzo de 2020.

“Me dice el doctor Hugo López-Gatell, que es el que me orienta y el doctor Alcocer, que no es indispensable. Que hay otras medidas y yo pienso que lo mejor es la sana distancia y el cuidarnos nosotros”, Mañanera, 2 de diciembre de 2020.

Siempre subestimó el virus, eternamente lo desafió despreciando el cubrebocas, insistió en continuar con las giras, a no quedarse en casa…

Se sentía inmune, decía que la pandemia pasaría como un resfriado más, que él estaba en manos de sus científicos -en especial de Hugo López-Gatell- hasta que las aterradoras cifras de los 1.7 millones de contagios y los 149 mil decesos lo alcanzaron.

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que dio positivo en su prueba de Covid-19.

El mandatario está contagiado y anunció que permanecerá recluido bajo observación. Y debe hacerlo al pie de la letra, porque su edad, su cuadro cardiovascular y su hipertensión bajo control lo ubican entre las personas con alto riesgo.

Ni las estampitas del mítico “¡Detente!” ni la fuerza moral que le inoculó su epidemiólogo López-Gatell en aquella mañanera en la que dijo que el presidente no era una fuerza de contagio, cumplieron su cometido.

Y si el mismo inquilino de Palacio Nacional dijo que no robar, no mentir, no traicionar eran el mejor antídoto para no contagiarse, ¿en qué falló?

El presidente López Obrador era el único de los cuatro jefes de Estado “rebeldes”, que desafiaban públicamente la pandemia y que hasta ayer no registraba contagio.

Los presidentes Donald Trump, el brasileño Jair Bolsonaro y el premier inglés Boris Johnson, desde hacía meses debieron pasar la vergüenza de comerse sus declaraciones tras haber despreciado las reglas universales para frenar el contagio. Y acabaron ellos mismos contagiados por el virus.

Sus naciones pagan hoy -a la par con México- las peores cifras en muertes por el virus. El Estados Unidos de Trump tiene el primer lugar, el Brasil de Bolsonaro el segundo, el México de López Obrador el cuarto y el Reino Unido de Johnson el quinto.

Son los mandatarios que ignoraron todas las advertencias de la Organización Mundial de la Salud, que los conminó como líderes a ser ejemplo en el uso de las medidas sanitarias, como el uso de cubrebocas. Pero siempre se resistieron a emplearlo.

Por supuesto que deseamos que el presidente López Obrador pueda controlar su contagio, que no pase a mayores y que -ahora sí- extreme cuidados.

Que los días de reclusión le sirvan para reflexionar en que debe ser ejemplo, frente a los millones de mexicanos que desde su ignorancia acatan sus consejos.

También tendría que evaluar, desde el drama de padecer el virus en cuerpo propio, si de verdad su gobierno está haciendo lo mejor contra la pandemia, sobre todo, apoyando a un incompetente epidemiólogo como López-Gatell.

Por lo pronto, después de conocerse que el inquilino de Palacio Nacional registró positivo en su prueba de contagio, en Nuevo León se encendieron las alarmas de todos aquellos que lo acompañaron en la gira.

Desde el ex jefe de la oficina de la presidencia, Alfonso Romo, pasando por el canciller Marcelo Ebrard; la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; el gobernador Jaime Rodríguez Calderón y la casi candidata de Morena, Clara Luz Flores.

Sin faltar, por supuesto, los integrantes del llamado Grupo de los Diez, quienes dialogaron por más de tres horas, el viernes por la noche, en una cena en la casa de Alfonso Romo.

Y aunque la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ya fue ungida por el presidente como su relevo diario, ¿no podríamos imponerle también una cuarentena a La Mañanera?

Contágiense, por favor, del sentido común de Elenita Poniatowska.

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