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21 de mayo 2018

¡Que alguien me explique!

Anaya gana el debate

Elecciones 2018

Ricardo Anaya fue el más convincente, el más claro, el más asertivo, el que más conocimiento exhibió y el que más se deslindó en este segundo debate

Por Ramón Alberto Garza

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Si lo que vimos anoche en el segundo debate presidencial 2018 fuera una pelea de box, por decisión técnica hay que levantarle la mano a Ricardo Anaya.

De los cuatro sobre el ring, el candidato del Frente por México fue el más convincente, el más claro, el más asertivo, el que más conocimiento exhibió, el que mejor atacó y el que más se deslindó.

El Joven Maravilla también fue el más capaz de los tres rivales con la capacidad para sacar de su centro a Andrés Manuel López Obrador. Fue quien mejor se fajó, cuerpo a cuerpo, con el candidato de Morena.

Su explicación fue la más clara sobre lo abusivo que era Trump al negociar con los débiles, como México, y el único que censuró al actual gobierno por prestarse a ser la alfombra, primero del candidato republicano y ahora del presidente norteamericano.

No hay duda de que el puntero en las encuestas fue el punching bag de la noche. Como a una piñata, todos buscaron darle de palos. Sin misericordia.

Algunos de esos ataques fueron efectivos. Otros fueron golpes al aire, que no pasaron de provocaciones. Pero al final fueron suficientes para mostrarlo molesto, enojado, desencajado.

Pero el de Morena fue capaz de revertir ganchos al hígado por uppercuts. Como el instalar al candidato del Frente por México como Ricky Riquín Canallín y devolverle con hechos históricos el asunto del ferrocarril Salina Cruz- Coatzacoalcos. Y al final la paz y la sonrisa le volvieron al rostro.

El candidato priista José Antonio Meade sin duda se superó  frente al primer debate. Pero todavía arrastró mucho esa sensación del maestro oficial que le habla a una audiencia educada.

Y sobre todo se quedó corto ante las embestidas que Anaya, su rival del segundo lugar, hizo contra el puntero en las encuestas.

Difícil para el priista no-priista defender lo hecho en el actual gobierno y también su paso por la Cancillería y la Secretaría de Hacienda. El muerto a cuestas aún pesa y mucho.

Quizá su mejor momento a la ofensiva fue cuando exhibió a Anaya por no concretar como líder del Senado todo lo que criticaba en migración y política exterior.

El que de plano se robó el título de el más populista, fue Jaime “El Bronco” Rodríguez. Derrapó cuando dijo que podría usar la expropiación de Banamex un instrumento de negociación frente a Trump y su amenaza de cancelar el TLC.

Y para darle a las masas lo que quería escuchar habló de elevar hasta 400 por ciento el salario, de bajar el IVA del 16 al 10 por ciento y eliminar el impuesto a la gasolina.

Fácil decirlo para el candidato “independiente”, pero imposible hacerlo con la ortodoxia económica que los tiempos exigen sin provocar una crisis como las que ya superamos en 1976 y 1982.

La moderación de León Krauze y Yuriria Sierra controvertida. Para unos demostró fortaleza, al obligar a los candidatos a no salirse por la tangente y responder lo que se les preguntaba.

Para otros existió la sensación de que se dieron momentos en los que ellos trataron de brillar por encima de los candidatos, interrumpiéndolos sin dejarlo acabar sus respuestas.

Al final del día el resultado del debate podría traducirse en limitar a dos –López Obrador y Anaya- la pelea presidencial. Y quizás a cerrar la muy amplia brecha que existe entre el de Morena y el del Frente Por México.

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