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AMLO y los conflictos

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, lidiar con la sinrazón de tantos conflictos heredados no debe ser fácil. Dos casos que se dieron ayer ponen sobre la mesa lo que significa buscar una transformación del sistema en medio de tantos intereses y de tantos miles de millones en juego: el caso Odebrecht y el de los gasoductos de la CFE.

Por Ramón Alberto Garza

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No debe ser fácil para el presidente Andrés Manuel López Obrador lidiar con la sinrazón de tantos conflictos heredados, otros creados por inexperiencia o incompetencia de sus funcionarios y algunos más porque le calientan la cabeza cuando le venden la palabra “corrupción”.

Veamos dos casos que se dieron ayer y que ponen sobre la mesa lo que significa buscar una transformación del sistema en medio de tantos intereses y de tantos miles de millones en juego.

 

Conflictos heredados.- Curioso que en el momento en que el gobierno mexicano decide judicializar el caso Odebrecht, algunos medios titulen el quiebre como “Después de cinco años abren caso Odebrecht”, cuando el titular debía ser “Por fin va a juicio el Caso Odebrecht”. Otros lo congelaron y el actual gobierno lo abrió.

Pero formas más o menos, el hecho es que el fiscal Alejandro Gertz Manero cumplió con integrar el expediente y  al menos a través de un juez se ordenó el pasado viernes la detención del ex director de Pemex, de su esposa, su madre y su hermana.

Por supuesto que desde que los casos Odebrecht, Agronitrogenados y Fertinal se abrieron, la defensa de Lozoya Austin demandó la comparecencia de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray y media docena de funcionarios adscritos al Consejo de Pemex, quienes habrían autorizado las cuestionadas compras de esas empresas chatarra.

Pero ayer lunes amanecimos con la novedad de que una juez rechazó citar al ex presidente, al ex secretario de Hacienda y al resto de los presuntos implicados, como lo demandó la defensa de Lozoya Austin.

La negativa se dio bajo el argumento de que no podían entrar al análisis las pruebas prestadas por la defensa del ex director de Pemex,  porque antes no fueron analizadas por un juez de control federal.

Legalismos más o menos, el hecho es que ante los mexicanos y ante el mundo volvemos a patear el bote de la corrupción, sin que existan responsables del desfalco a la nación. Y el presidente López Obrador poco o nada puede hacer si respeta la división de poderes.

 

Le “calientan” la cabeza.- El otro conflicto es el de los gasoductos. Desde la CFE, su director Manuel Bartlett le vendió al presidente la tesis de un saqueo en despoblado por los pagos de castigo en gasoductos no terminados.

Por supuesto que sobra tela de donde cortar al hablar de los pagos ventajosos para los constructores de esos gasoductos, si por razones de fuerza mayor no se terminaban, como sucedió.

Pero sin mediar diálogo o negociación alguna, el inquilino de Palacio Nacional compró lo que le dijeron y se lanzó a congelar los pagos, con las consecuencias jurídicas nacionales e internacionales ya conocidas.

Más sereno y con mejor información, el presidente López Obrador reconoció en su mañanera de ayer lunes que si los gasoductos no se terminaron fue porque los gobierno anteriores no acabaron de negociar los derechos de paso. Y en algunos casos lo urgente no se terminó, por diferendos incluso de 100 metros en tierras bajo amparo.

Por supuesto que ante ese incumplimiento, no del actual gobierno sino del anterior, los contratos de compra de gas no entraron en servicio a tiempo. Y ante esas demoras, se invocaron las cláusulas de los pagos comprometidos que hoy son el motivo del litigio.

Pero ya el mandatario dijo que irá con los ejidatarios o pequeños propietarios que frenaron el paso de esos gasoductos para hacerle ver el daño que aquello le significa a la nación.

Esa fue una posición presidencial muy sensata, mejor informada y más conciliatoria.

Con la cabeza más fría y con mejor información, se enfrentará mejor el problema, sin dejar de ponerle lupa sobre lo justo o injusto de las penalidades por incumplimiento.

Por eso insistimos en que ni chairos ni fifís anticipen vísperas. Corregir el mal camino andado, tejiendo al mismo tiempo en el camino, no es fácil. Paciencia.

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