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23 de junio 2024

10 de junio 2024

¡Que alguien me explique!

¡Alerta México!

Mexicanos, nuestra nación vive un momento crucial, uno de esos puntos de quiebre en los que se puede perder demasiado: la paz, la estabilidad, la economía, el bienestar… y por encima de todo, la libertad

Por Ramón Alberto Garza

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Mexicanos, nuestra nación vive un momento crucial, uno de esos puntos de quiebre en los que se puede perder demasiado: la paz, la estabilidad, la economía, el bienestar… y por encima de todo, la libertad.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, el hombre que una y otra vez prometió que concluido su mandato en octubre de 2024 se retiraría a su finca de Palenque y no participaría más en política, cambió de opinión. O quizá nunca pensó en ceder el poder al concluir su mandato. Y hoy, confeso, quiere perpetuarse en la Presidencia por encima de la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 2 de junio, en favor de Claudia Sheinbaum Pardo.

López Obrador intenta, desde ahora, secuestrar la voluntad de la virtual presidenta electa. Lo quiere hacer imponiéndole una agenda a contracorriente, buscando un espacio dentro de su gobierno para continuar ejerciendo el poder a trasmano durante los próximos seis años.

Y lo que es todavía peor, habilitar a sus hijos para que vayan ocupando espacios políticos que los entronicen en la Presidencia en 2030 o antes, si desde el nuevo y dominante Congreso con Mayoría Calificada que López Obrador controlará, puede operar la revocación de mandato en 2027 para expulsar a Claudia Sheinbaum de la Presidencia que sin regateos -haiga sido como haiga sido- ganó aplastantemente con 35 millones de votos en la elección del pasado domingo 2 de junio.

La estrategia del todavía presidente es clara, diáfana, transparente como el agua. Con el agravante de que estas aguas tienen un penetrante tufo a dictadura disfrazada.

El primer paso obligado para el actual presidente es garantizar con sus aliados -incluso con la complicidad de Movimiento Ciudadano- la Mayoría Calificada en el Congreso. Con ello, López Obrador podrá operar, en los días que le faltan para mudarse de Palacio Nacional, las reformas constitucionales que incluyen adueñarse del Poder Judicial, de los órganos electorales, de los fondos de pensiones y empoderar todavía más al Ejército a su servicio, al entregarle oficialmente la Guardia Nacional.

De alcanzar esa Mayoría Calificada, que estaría en poder de Morena, de sus legisladores y de sus aliados del Partido Verde y del PT, se le otorgaría a López Obrador un extraordinario poder cuando en octubre próximo deje de su cargo.

Desde su “retiro” en Palenque, al toque de una llamada telefónica, podrá controlar el gobierno de Claudia Sheinbaum con sólo frenar, en el nuevo Congreso dominado por Morena y operando con sus coordinadores, el apoyo o el bloqueo de las iniciativas que promueva la nueva presidenta. Así de sencillo.

Incluso, con un nuevo presidente o presidenta de Morena, el ex presidente podrá promover y aprobar iniciativas que vayan en contra de los deseos de la nueva mandataria.

Es tan evidente la ambición de poder de López Obrador que, incluso, ya le pidió a Claudia Sheinbaum una posición activa dentro de su gobierno. Dijo que, si lo invita a colaborar con ella, lo haría con gusto. Es decir, nada de irse a su finca La Chingada, a descansar en Palenque.

Y el presidente que durante todo este sexenio exigió a los suyos incondicionalidad, que censuró el derecho a disentir de sus políticas, le está advirtiendo a Claudia Sheinbaum que si lo invita a su gobierno será sin renunciar a su derecho a disentir, a operarle las contras. Exigiendo lo que él, en los últimos seis años, nunca estuvo dispuesto a dar. Exigía obediencia incondicional, sin disidencia.

La decisión de mantenerse en política la tomó López Obrador después de que la virtual presidenta electa saliera el pasado jueves a tranquilizar los mercados financieros que operaban contra el Peso, tras el torpe anuncio de que el Plan C se implementaría en septiembre, todavía durante los últimos 30 días del agonizante mandato del presidente López Obrador.

La decisión de Claudia Sheinbaum de operar la estabilización de los mercados financieros disgustó al actual inquilino de Palacio Nacional, quien unas horas después le envió un contundente mensaje en contra. El presidente López Obrador dijo que la justicia estaba por encima de los mercados. Y volvió a intranquilizar el tipo de cambio que se desbordó hasta los 18.43 pesos por dólar al cierre del viernes.

Pregunta para el actual presidente: ¿Y si esos mercados se desestabilizan por sus caprichos de herencia y el dólar se disparara entre 25 y 35 pesos, será un acto de justicia la inflación que se genere y que destruya el poder de compra de las mayorías, para instalarnos en una crisis financiera peor que aquel terrible y muy costoso Error de Diciembre de 1994? Si eso sucede, el precio de los alimentos se disparará entre 40 y 60 por ciento, y los beneficios de los cheques del Bienestar serán mínimos.

Pero la exhibición de poder del presidente López Obrador no acabó en la petición de una posición para él en el gabinete o como asesor oficial de la nueva presidenta.

El mandatario ya dio el banderazo formal para que sus hijos -acusados permanentemente de corrupción durante su actual gobierno- se incorporen a partir de octubre a la política activa. Al más puro estilo de Corea del Norte, en donde Kim Jong-un, el retoño del dictador Kim Jong-il, se entronizó en el poder tras la muerte de su padre en 2011. Y 13 años después, ahí está.

¿Y si en su legítimo derecho Claudia Sheinbaum no le da ni al presidente, ni a sus hijos, alguna posición política en su gabinete, cuáles serán las consecuencias para el nuevo gobierno?

Lo inevitable: nacerá de inmediato una poderosa oposición -la de los López Obrador- quienes adueñados de Morena y controlando el Congreso con Mayoría Calificada, buscarán gobernar por encima de la voluntad ganada en las urnas por la presidenta electa. El secuestro político de la nación, por encima del voto popular, se habrá consumado. Habiendo ganado en las urnas, Claudia Sheinbaum estará perdida en su gobierno.

Al presidente López Obrador poco le importan los mercados financieros. Su fidelidad no está en la búsqueda de la estabilidad, ni política ni económica, con los Estados Unidos, nuestro mayor socio comercial y el factor más importante para mantener la estabilidad económica de México.

Su lealtad está con el Foro de Sao Paulo, el que suscriben los gobiernos de izquierda en América Latina para sepultar el neoliberalismo e instalar dictaduras socialistas. El de la Cuba del castrista Miguel Díaz-Canel; el de la Venezuela del chavista Nicolás Maduro; el de la Nicaragua de Daniel Ortega; el de la Bolivia de Luís Arce; el de Brasil de Lula da Silva.

A pesar de que México tiene ya presidenta electa, con constancia de mayoría, tienen que pasar todavía 100 días para que se consume el cambio de poderes. Y esa larga espera, con un presidente López Obrador instalado en la obsesión de su herencia y de su ego desbordado de poder, no cederá ni permitirá una transición tersa para darle espacios a su sucesora. Serán los tres meses más agonizantes para la política y para la economía de nuestra nación.

Mexicanos, escuchemos a tiempo esta alerta. Si la ignoramos, el drama del Error de Diciembre de 1994, el que nos tomó dos sexenios de penurias y sacrificios para reconstruir lo destruido, será poco, frente a lo que ya se asoma como el Error de Septiembre. ¡Despertemos!

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