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23 de noviembre 2024

8 de junio 2024

¡Que alguien me explique!

Yo, Claudio

El emperador de México se ha manifestado. Andrés Manuel López Obrador se proclamó desde ayer “Yo, Claudio”, un émulo del emperador romano Tiberio Claudio César Augusto Germánico. El cuarto de la dinastía Julio-Claudia

Por Ramón Alberto Garza

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El emperador de México se ha manifestado. Andrés Manuel López Obrador se proclamó desde ayer “Yo, Claudio”, un émulo del emperador romano Tiberio Claudio César Augusto Germánico. El cuarto de la dinastía Julio-Claudia.

Su mañanera del viernes lo dibujó de cuerpo entero. Y sus acciones y reacciones están enturbiando la victoria presidencial y la transición de la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum. Pero para comprender el desafío de “Yo Claudio”, analicemos lo que sucedió en las 48 horas del jueves y el viernes.

El jueves por la mañana, el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, declaró que contra viento y marea sacarían adelante en septiembre las cuestionadas reformas que incluyen la judicial, la electoral y la de los fondos de pensiones, entre otras.

Su innecesario como imprudente pronunciamiento generó una ola de inestabilidad financiera que llevó al peso a perder casi el tres por ciento de su valor frente al dólar, al cerrar su cotización a un centavo de los 18 pesos.

Con rapidez y una estrategia prudente e inteligente, Claudia Sheinbaum concertó llamadas con los titulares del Banco de México, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y la firma de inversión más poderosa, Blackrock. Y con Rogelio Ramírez de la O salieron a calmar la intranquilidad de los mercados.

Los pronunciamientos de la senadora priista Beatriz Paredes y del morenista Ricardo Monreal equilibraron la escena y dejaron en claro que los legisladores buscarían consensos. El irresponsable diputado Ignacio Mier se vio obligado a salir a los medios para enmendar la plana y desdecirse de aquello que tanto daño causó.

Así amanecimos el viernes, con los mercados en aparente calma, cuando en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador se desnudó y mostró su rostro de emperador, dejando en claro que, a pesar de sus decires, está muy lejos de ceder el poder y mucho menos el bastón de mando a su sucesora recién electa.

Para abrir boca destruyó todo el trabajo de cabildeo que Claudia Sheinbaum y Rogelio Ramírez de la O hicieron un día antes, al declarar que “la justicia es más importante que los mercados”.

El pronunciamiento presidencial volvió a sacudir los mercados y el peso elevó su cotización frente al dólar. Amaneció el viernes en 17.93 y cerró después de la mañanera en 18.37, una depreciación de 2.45 por ciento. Sumada esa caída a la que se dio el jueves de casi tres por ciento, como consecuencia de las declaraciones del morenista Ignacio Mier, el peso acumuló un 5.45 por ciento el ajuste cambiario a la baja.

Y el sacudimiento también alcanzó a la Bolsa Mexicana de Valores. Sólo ayer viernes perdió 2.75 por ciento. El acumulado tras la semana de elecciones de la caída bursátil alcanza el 3.99 por ciento.

De hecho, la paridad cambiaria que antes de la elección del domingo alcanzaba los 17 pesos por dólar, se desplazó en cinco días un 8.05 por ciento, para perder 1.83 pesos frente al dólar. La peor caída de cualquier moneda en el planeta.

Pero la contracorriente del emperador “Yo, Claudio” a la operación de la virtual presidenta electa para calmar los mercados no fue lo peor de la mañanera del viernes.

El presidente López Obrador, quien viene insistiendo en que una vez concluido su mandato se iría a Palenque, a su finca llamada “La Chingada”, confesó por primera vez que estaba dispuesto a continuar en la política activa, si la nueva presidenta se lo pedía.

¿Acaso quien será la nueva inquilina de Palacio Nacional sucumbirá a la tentación de llamar a su antecesor a ser su asesor activo o integrante de su gabinete? ¿Otro Maximato en construcción?

Peor aún, el presidente López Obrador dejó en claro que, si era invitado a colaborar, él se reservaba el derecho a disentir de la nueva presidenta. Es decir, la incondicionalidad que durante seis años él como emperador les exigió a sus colaboradores, él no está dispuesto a someterse al protocolo de disciplina y respeto de quien a partir del primero de octubre ocupará el Palacio Nacional.

Pero el clímax del “Yo, Claudio” que se mostró ayer en la mañanera se dio cuando salió a la defensa de la honestidad de sus hijos, acusados de hacer negocios al amparo del poder. Y desde el púlpito mañanero les abrió las puertas para que, a partir de ahora, cuando él deje la Presidencia ellos puedan participar en política.

Y de nuevo, la pregunta: ¿resistirá la presidenta Claudia Sheinbaum la tentación de invitar a alguno de los hijos de López Obrador a alguna posición de gabinete, que le permita a alguno de ellos aspirar a ser el presidente de México en 2030?

Cualquiera que sea la respuesta, los pronunciamientos del emperador de Palacio Nacional no sólo intranquilizaron los mercados, sino que sacudieron las entrañas del sistema político. Él no está dispuesto a irse y sus hijos tienen ya el banderazo para entrar de lleno a la política activa. La dinastía se perpetúa.

El emperador “Yo, Claudio”, el líder moral de la Cuarta Transformación, ya lo dejó más que claro: Antes de mí nada, después de mí nadie.

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