7 de junio 2024
Opinión
#LosTaconesDeMarcela | PLAN Claudia
Los Tacones De Marcela
Aunque López Obrador apenas anunció su Plan C en marzo de este año, desde 2018 era tan evidente que el objetivo del presidente y los suyos era dicho plan y Claudia siempre fue parte medular
Por Marcela Garza Barba
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Como dice una de las canciones de Morena.
“Conquistaremos la democracia con invencible organización”.
Aunque eso de conquistar está en duda, ahí no caben los anti valores con los que se rigen los morenistas.
Y es que mientras la oposición se cuajaba lentamente, Morena y sus aliados dibujaron un proyecto de nación desde antes de la llegada de AMLO al poder en 2018.
Ganar las elecciones en 2024 siempre fue parte de ese Plan C, dibujado desde 2016, con todo y sucesora incluida.
Es evidente que existen anomalías y corruptelas en la elección del pasado domingo 2 de junio, empezando por cantar una mayoría calificada a destiempo más los conteos en casilla contra los del PREP y ni qué decir de aquellos mexicanos que reclaman su pago por voto como en Toluca.
La lupa no sólo debe estar en la elección, sino en el preámbulo, en los años atrás.
Los mexicanos tenemos mucho qué reflexionar.
Y un tanto por hacer.
Todo, menos espectadores.
Unos dicen que el Plan C del todavía presidente Andrés Manuel López Obrador apenas comienza.
En lo personal, creo que AMLO lo echó a andar desde que entró a Palacio Nacional, se sentó en la silla y a lado su sucesora.
Incluso, la mente del presidente comenzó a trabajar en el afamado Plan C desde antes de su victoria en 2018.
Antes de ganar la presidencia, AMLO junto con Claudia acudía a mítines en donde trazaba un cambio a las reformas y a la Constitución.
El combo perfecto: victoria presidencial y planchar bien las condiciones para llevar a cabo su plan maestro.
Tanto AMLO como Claudia lo decían públicamente, a todas luces.
Pero ¿qué incluye el Plan C?
Primero, alguien de Morena sentado en la silla presidencial.
AMLO de 2018 a 2024 y su sucesora, Claudia Sheinbaum, de 2024 a 2030.
Y claro, la aprobación de unas tantas reformas, entre ellas, la del Poder Judicial para que los jueces, ministros y magistrados puedan ser electos por voto popular y que la “minoría”, como el presidente dice, pueda ser juzgada sin privilegios.
La reforma electoral, la cual incluye el ahorro de 24 mil millones de pesos, esto a través de la eliminación de senadurías y diputaciones plurinominales, y claro, la reestructuración del INE.
Aquí, cabe mencionar que, los organismos públicos autónomos también podrían desaparecer.
En la lista están el INAI, el IFT, la COFECE, la CRE y la CNH.
A esto hay que agregar la mayoría calificada en el Congreso.
En otras palabras, un país hegemónico, a la vieja usanza del PRI.
En donde no existen los contrapesos.
Todo, en manos de un solo hombre o de una sola mujer.
Presidencia, Congreso, organismos autónomos.
En cualquier lugar del mundo, esto se parece más a una dictadura que a una democracia.
He ahí el miedo al miedo de los inversionistas.
Aunque López Obrador apenas anunció su Plan C en marzo de este año, desde 2018 era tan evidente que el objetivo del presidente y los suyos era dicho plan y Claudia siempre fue parte medular.
De hecho, ambos exponían su plan en mítines y actos de campaña en 2018.
Sin llamarlo Plan C, claro, pero a todas luces a eso se referían.
A veces, cada uno por su lado, otras tantas juntos.
Como en aquel mitin de Miguel Hidalgo.
En el que se tocó el tema de las reformas.
Mismas que hoy, el presidente quiere planchar en “fast track” para dejarle la tarea hecha a Claudia que, por cierto, de ser una auténtica y ética la pasada elección, sería la primer mujer presidenta, superando con creces a su maestro.
Cinco millones de votos más que cuando AMLO ganó.
Pero como no, si a Claudia se le suma automáticamente el poder y el arrastre del presidente.
Digamos que, no hay AMLO sin Claudia, ni Claudia sin AMLO.
Cómplices con toda la “C” de la palabra.
Desde 2016, AMLO y los suyos habían creado el Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024, en donde se vislumbraban los tintes que ahora vemos reflejados en la
elección.
El documento titulado “Los Lineamientos Básicos Del Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024”, publicado en 2016, habla de un cambio a las reformas y por ende a la Constitución.
La reforma electoral siempre fue uno de los objetivos principales.
Que, dicho sea de paso, se trata de un desmantelamiento descarado del órgano autónomo.
De hecho, hoy no cuenta con los recursos suficientes para llevar a cabo una elección como la del pasado domingo y, por si fuera poco, está liderado por alguien que es del mismo partido y tiene unos tantos familiares trabajando para Morena.
Pero sigamos con el documento publicado en 2016.
Sus páginas enumeran del 1 al 50 un proyecto de objetivos y deseos en los que se vende una idea utópica del bienestar, fincada en ese cambio constitucional.
Plan C de cambio constitucional, literal.
Por ejemplo, el inciso nueve subraya que… y cito textual “se establecerá una auténtica democracia. Nunca más una imposición; se dejará de usar el dinero del Erario para comprar votos y lealtades; la propaganda gubernamental en medios de información no será tendenciosa ni demagógica; se acabarán las trampas y el fraude: las autoridades electorales tendrán absoluta independencia para proceder con estricto apego a la Constitución y a las leyes. En suma, nada ni nadie estará por encima de la voluntad soberana del pueblo”.
En el papel se escucha bonito, pero ¿en la práctica?
Ahí están en Toluca, por ejemplo, unos tantos ciudadanos exigiendo un pago prometido de 2,500 pesos por voto de Morena-PT-PVEM en estas pasadas elecciones.
O los miles de ciudadanos que están cotejando los votos de casilla por datos emitidos del PREP.
Se realizará el recuento de los votos en más del 60 por ciento de las casillas instaladas en el país.
Y qué decir de una Guadalupe Taddei, morenista sin la “absoluta independencia” de la que se habla.
Los Taddei en Sonora, ocho familiares de Guadalupe trabajan para el gobierno morenista.
Me pregunto, ¿esto es “absoluta independencia”?
Todo parte del Plan C con Claudia.
El plan que trae a unos tantos preocupados, pero ya está echado a andar.
No por nada, los inversionistas están inseguros, un cambio a la Constitución de esa manera no es lo normal.
¿Pero qué no ven?
El Plan C lleva años anunciado.
El Plan C siempre fue el plan de Morena, de AMLO, de Claudia.
El punto y seguido fueron estas pasadas elecciones.
He ahí la cuestión, de que la oposición tardó mucho en organizarse para defender la Constitución y, por ende, la democracia.
No digo que no la defendió, al contrario, lo hizo y bien, pero faltó.
Mientras que AMLO y Claudia ganaban poder con su narrativa de “nosotros y ellos” y sus reformas a la ley, la oposición apenas y daba color.
El músculo de la oposición no logró solidificar un contrapeso tangible a las estrategias morenistas cuasi autoritarias, no sólo en la contienda electoral, sino en el sexenio lopezobradorista.
Los tiempos democráticos se hacían esperar, mientras que Morena ya llegaba con toda su artillería.
Con todo y corruptelas denunciadas a unos tantos dirigentes de Morena, incluidos los hijos del presidente.
Pero de eso, nada.
Un porcentaje de los ciudadanos sigue los pasos de Morena.
Y es que, como dice la canción morenista, “conquistamos la democracia con invencible organización”.
Eso de conquistar, no lo sé; arrebato democrático, tal vez.
¿Les suena a la época hegemónica del PRI?
Está claro, la democracia pende de un hilo y muere poco a poco, en manos de líderes electos que utilizan al ciudadano y al voto como instrumento para lograr planes con tintes dictatoriales.
Después de todo, a los dictadores les gustan las elecciones, en especial aquellas en donde los vicios del sistema se acentúan para darles esa legitimidad tan deseada.
Hay unos tantos cuestionamientos con respecto a estas pasadas elecciones, pero la ley es la ley y los observadores ahora son los ciudadanos, y eso es un gran despertar.
¿Será la hora del Plan C opositor?
Porque Claudia y el presidente ya van en el Plan Z.