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25 de agosto 2022

¡Que alguien me explique!

¿Y el INE, apá?

Los hechos indican que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya logró su cometido de acabar con el Instituto Nacional Electoral

Por Ramón Alberto Garza

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Los hechos indican que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya logró su cometido de acabar con el Instituto Nacional Electoral (INE). 

Solo así puede explicarse que el máximo tribunal para sancionar los procesos electorales haya enmudecido frente a la abierta promoción electorera desatada por Morena y por el propio inquilino de Palacio Nacional para promover, con tanta anticipación y sin cortapisas, las precandidaturas de las llamadas “corcholatas” de la Cuarta Transformación.

Los llamados “actos anticipados de campaña” abundan sin recato alguno, utilizando tiempo y recursos de integrantes del gabinete y del gobierno, como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y en mucho menor medida de Adán Augusto López. Y el INE, en silencio.

Nadie sanciona que los fines de semana sean ya abiertamente, sin pudor, días de campaña política en la obsesión del presidente y de Morena por conservar el poder. A partir del viernes al mediodía y hasta el domingo por la noche, la Jefatura de Gobierno y la Cancillería, cierran sus puertas porque sus titulares se van a hacer abierto proselitismo electoral a los Estados. Y el INE, en silencio.

Los eventos de gobierno, prefabricados para que desfilen en abierta pasarela electoral las “corcholatas” presidenciales se transforman en mítines matraqueros, con pancartas que proyectan las imágenes de Sheinbaum y Ebrard al grito de “¡Presidente!”, “¡Presidente!”. Y el INE, en silencio.

Hay justificadas quejas de la inexistencia de un “piso parejo”, de reclamos para incluir a precandidatos marginados como Ricardo Monreal y el abierto acarreo de “simpatizantes” para apoyar a su “corcholata” favorita. El dedo presidencial, como en los mejores tiempos del PRI, les señala el camino al cielo o los condena a la ruta al infierno. Y el INE, en silencio.

El tema de la sucesión presidencial, de los precandidatos de Morena e incluso el destape de “corcholatas” para la Oposición -como Alejandro Murat y Alfredo del Mazo- se opera abiertamente por el inquilino de Palacio Nacional en las conferencias mañaneras. Y el INE, en silencio.

Ya se alcanzó el extremo de que la “corcholata” favorita del presidente, Claudia Sheinbaum, anunciara la contratación de Antoni Gutiérrez-Rubí, un consultor internacional de mercadotecnia política al que se le atribuye pavimentarle el camino de la victoria al candidato izquierdista, y ahora presidente de Colombia, Gustavo Petro. ¿Cómo justificar que ese oneroso gasto, ni austero ni  franciscano, se incluya en la nómina del gobierno de la Ciudad de México? ¿O acaso, esos millones en consultoría política personal saldrán del limitado sueldo de Sheinbaum? Y el INE, en silencio.

Y el mal ejemplo cunde cuando, todavía sin que se arranquen oficialmente las próximas campañas estatales para renovar gobernador y congresos locales, las actividades electorales abundan en el Estado de México y en Coahuila. Y el INE, en silencio.

Por ejemplo, en su tour de despedida como Secretaria de Educación para irse como candidata de Morena al Estado de México, la maestra Delfina Gómez contó con la pasarela de la Mañanera, en donde recibió el espaldarazo presidencial, aun cuando están lejos los tiempos para que sea legal y vigente la postulación oficial. Y el INE, en silencio.

Lo que se asoma es que las reiteradas amenazas del presidente López Obrador, que abonan a su propuesta para desaparecerlo, acabaron por silenciar al INE.

Y al igual que ya sucedió con la Oposición y los empresarios, frente a la posibilidad de la reacción presidencial iracunda, lo preferible es guardar silencio, no hacer olas.

La intimidación desde el púlpito mañanero rinde sus frutos y acaba por colocar un bozal, y por atar de manos, a quienes están obligados a actuar desde las instancias independientes, para hacer valer la ley.

El presidente consejero Lorenzo Córdova y todos sus consejeros están obligados a forzarse un examen de conciencia para no continuar con ese silencio, que acaba por ser cómplice del gobierno en turno.

Dejar hacer y dejar pasar, como sucede ahora con el festival de las “corcholatas” de Morena, es aceptar por inacción que el INE dejó de ser una institución efectiva y confiable.

Ninguna diferencia entre lo que sucede hoy o que mañana -por decreto presidencial- se ordene su desaparición. El resultado, al final del día, deja al árbitro electoral en silencio, sin el silbato con el que marque los fueras de lugar.

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