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¡Que alguien me explique!

Villanos fabricados

Es curioso como el llamado establishment -aquellos que se aferran a los privilegios que les da el poder para fijar sus reglas del juego- suele tener una debilidad por fabricar villanos políticos

Por Ramón Alberto Garza

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Es curioso como el llamado establishment -aquellos que se aferran a los privilegios que les da el poder para fijar sus reglas del juego- suele tener una debilidad por fabricar villanos políticos para sacarle la vuelta al inevitable cambio.

Pero esos intentos colapsan cuando se someten al voto popular, que es lo que define en una democracia quién nos gobernará.

Veamos, por ejemplo, el caso del expresidente Alberto Fujimori en Perú. El político que liberó a ese país del nefasto terrorismo de Sendero Luminoso, pero que terminó preso desde 2005, acusado de crímenes de lesa humanidad.

El establishment jamás le perdonó a Fujimori que, como presidente, trastocara los privilegios de algunas élites que lucraban con el hambre de aquella nación.

Y a pesar de poner los cimientos del nuevo Perú, sus aplastantes acciones contra el terrorismo sirvieron de pretexto para enviarlo a la cárcel “por violación derechos humanos”.

Pero eso no impidió que en la última elección presidencial, su hija Keiko Fujimori se alzara victoriosa en la primera ronda.  Y que su hijo, Kenji Fujimori, fuera el candidato a diputado que más votos logró y que lo instaló como el actual líder del Congreso.

¿Creen ustedes que un pueblo que de verdad pensara que Alberto Fujimori es un corrupto habría votado por su hija para instalarla en la presidencia –perdió en la segunda ronda, cuando todos los partidos se aliaron en torno al conservador Pedro Pablo Kucksinsy- o a su hijo para ser el jefe legislativo de aquella nación?

Viene esta historia a cuento, porque en México algunos personajes del establishment, preocupados porque saben que de llegar Andrés Manuel López Obrador al poder amenazaría sus privilegios, financian de nuevo una mega campaña mediática para venderlo –otra vez- como “el peligro para México”.

Curiosa situación si se asoma uno a la última encuesta del Grupo Reforma sobre las intenciones de voto en la Ciudad de México, y que ubican a Morena con ventaja de dos a uno sobre el PRD, su rival y actual dueño político de la capital.

Si algunos electores pueden dar fe de que López Obrador fue o no un buen gobernante, esos son capitalinos. Fue su jefe de Gobierno del 2000 al 2006. Bajo las siglas del PRD.

Ahora el tabasqueño tiene como su partido a Morena, y el PRD, que ganó imbatible la ciudad capital desde 1994 hasta el 2012, se desplomó a la mitad de los apoyos que hoy tiene López Obrador y su partido.

La encuesta de Reforma demuestra que la ciudadanía rechaza hoy al PRD que los gobierna y que busca en Morena y López Obrador el buen gobierno perdido. ¿O serán masoquistas los capitalinos?

La intención de voto es de 34 por ciento para Morena, 17 por ciento para el PRD, 16 por ciento para un posible Independiente, 14 por ciento para el PAN y apenas un 8 por ciento para el PRI.

Es decir, Morena, en su primera salida al ruedo capitalino, ya le saca 400 por ciento más de intención de voto al PRI, que es el partido que gobierna el país, pero que no puede con la Ciudad de México.

Más claro. Si el PRD y el PAN se alían, todavía no alcanzan a Morena. Si el PAN y el PRI se alían, menos. La ventaja de Morena es descomunal.

Por eso la urgencia de hacer de López Obrador un Fujimori. Porque saben -como ya se comprobó en Perú-  que si el camino es el voto, la Ciudad de México ya es Morena.

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