¿Cuánto falta para la elección?

26 de abril 2024

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¡Que alguien me explique!

¡Vamos a votar!

Yo no soy quién para decir por quién votar el próximo domingo -si a favor o en contra- de la Revocación de Mandato

Por Ramón Alberto Garza

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Yo no soy quién para decir por quién votar el próximo domingo -si a favor o en contra- de la Revocación de Mandato.

El voto que tú emitas para confirmar o rechazar que Andrés Manuel López Obrador se mantenga o deje la silla presidencial es una decisión muy libre de cada quien, en el ámbito de su conciencia.

Lo que sí me parece un absurdo es la radicalización -una más, como si faltaran- en la que hemos caído debatiendo si debemos o no de ir a votar.

Y peor aún, discutir una cantidad de absurdas falacias para engrosar la fila de los que dicen que no hay que ir a las urnas, que eso es engordarle el caldo a la egolatría del presidente López Obrador y a sus ocultas aspiraciones reeleccionistas.

Lo primero que hay que decir es que el voto es un ejercicio democrático y que mienten aquellos que pregonan, que no ir a votar, se limita a demostrar desprecio por un plan amañado. Que es más efectiva la ausencia en las urnas que el sufragio que no lleva a ningún lado, dicen.

La primera respuesta es que un voto ausente sí vota. Y ese voto no emitido acaba por ser un voto que legitima la aprobación de lo que está haciendo el presidente. Me explico.

En la Revocación de Mandato el único efecto vinculatorio es votar por el “No”.  Es decir, elegir que el presidente no continúe en su cargo y que se designe un interino.

Si el voto es por el “Si”, ese voto del si no tiene relevancia alguna. Simplemente se está diciendo que el mandatario continúa en su cargo hasta que termine el periodo para el que fue electo, que es septiembre del 2024. Nada de que se le autoriza a “reelegirse”. Mentira.

Para que sea vinculatorio el “No” debe haber una votación del 40 por ciento, sumando a todos los votantes, una cifra que ronda los 34 millones de sufragios y que de acuerdo a las 57 mil casillas que se instalarán, se ve más que imposible de lograr.

Pero si la ola de “No vayamos a votar” se impone, si despreciamos la Revocación de Mandato, sean 10 o 15 millones de votos los que digan “Si”, la distorsión vendrá en que se dejará la sensación de que el 90 por ciento de los mexicanos apoya lo que está haciendo el presidente. Y esa mentira, aún en las más optimistas encuestas, no es verdad.

El no ir a votar es tanto como salir a encuestar si se está en favor o en contra del Presidente, y se instruye a todos los inconformes a que se callen, a que no respondan. El resultado de la encuesta será distorsionado, alejado de la realidad. La encuesta estará manipulada.

Pero el falso resultado será suficiente para que el inquilino de Palacio Nacional diga que, salvo una minoría del 10 por ciento, todo México está con él.

Nunca el silencio es una salida para ejercer y defender la democracia. Pregunten a los alemanes de los días del Tercer Reich y de Adolfo Hitler. Pregunten hoy a los rusos si están de acuerdo con la guerra contra sus consanguíneos de Ucrania, desplegada por Vladimir Putin.

Si los que dicen “No” al Gobierno o de la 4T quisieran el domingo hacer sentir su peso, tendrían que organizarse para exhortar a quienes piensan como ellos para que abarroten, desde primera hora de la mañana, las limitadas casillas.

Esa sería la única estrategia posible de que el voto negativo triunfe, aunque no se alcance el 40 por ciento que lo haga vinculatorio y le enseñe el camino de salida al mandatario.

Por supuesto que existe toda una manipulada estrategia detrás de esta primera Revocación de Mandato, a la que “por austeridad” le limitaron los dineros, le recortaron las casillas y le harán difícil la vida para alcanzar el 40 por ciento vinculatorio.

Por supuesto que Morena tendrá toda una estrategia de acarreos, al más puro estilo de los mejores días del PRI. Después de todo, de la genética tricolor vienen los líderes de Morena, incluido el Presidente.

Por supuesto que la imposibilidad de alcanzar la cifra vinculatoria será suficiente para que López Obrador junte leña verde en su Mañanera del próximo lunes y encienda la hoguera en la que busque incinerar, por “herejes”, al Instituto Nacional y a sus consejeros.

Pero todo eso es politiquería y es un frente que tiene que defenderse desde la trinchera legal.

Insistir en la llamada “abstención positiva” es un crimen contra la democracia, porque colocan a los opositores a la Revocación de Mandato en el ala radical opuesta a quienes quieren manipular lo que debería ser una simple consulta popular.

Las democracias se fortalecen con votación y se debilitan con la abstención.

No condenemos por un capricho a la muerte un ejercicio que, bien llevado, podría ser muy útil en el futuro.

Volteen hacia Estados Unidos, en donde de facto, el presidente llega con ocho años de gobierno, con un primer periodo de cuatro años y una elección que casi opera como revocación de mandato, para darle o no al presidente en turno el boleto para otros cuatro años.

Ni Gerald Ford, ni Jimmy Carter, ni George Bush Padre y tampoco Donald Trump, pasaron la prueba. Los electores le negaron los otros cuatro años.

Esa sería una mejor salida para el futuro electoral de México. Recortar de seis a cuatro años el periodo de un gobierno, con derecho a una reelección, que sería equivalente a la Revocación.

Por lo pronto, para aquellos que tienen la pesadilla de una reelección, sepan que no hay forma de que con esta Revocación de Mandato se valide un acto autoritario así.

Y aun si el actual presidente tuviera la tentación de modificar la Constitución para buscar  la reelección, y el Congreso le diera el visto bueno, no podría aplicar a él mismo. Sería válido a partir del próximo presidente.

Por eso es importante salir a votar el próximo domingo. Para que el silencio de aquellos que siembran complots no termine transformado en cómplice de quienes buscan, con su autoritarismo, perpetuarse en el poder.

¡Vamos a votar, aunque sea Domingo de Ramos!

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