9 de noviembre 2016
¡Que alguien me explique!
Trump: ¿Y ahora qué?
Con el triunfo de Donald Trump se confirma lo que ya se instala como un signo de los tiempos: la enorme volatilidad del mundo en que vivimos
Por Ramón Alberto Garza
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Con el sorpresivo triunfo de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos se confirma lo que ya se instala como un signo de los tiempos: la enorme volatilidad del mundo en que vivimos.
Lo vimos primero en España con la emergencia de
Podamos, en un desafío al bipartidismo del PSOE y el Partido Popular que colocó a la Madre Patria en una ingobernabilidad de dos años.
Fuimos testigos de la sorpresiva votación de los ingleses para dejar la Unión Europea en un fenómeno Brexit que sacudió los mercados internacionales y del que hoy muchos de los británicos que votaron a favor se arrepienten.
Vino mas tarde la negativa de los colombianos al plan de paz con la guerrilla FARC, propuesto por el presidente Juan Manuel Santos. Y mientras los colombianos votaban no, el mandatario colombiano era anunciado como el Nobel de la Paz.
Lo que intentamos resaltar es que la lectura política y sociológica de las naciones se volvió mas compleja e mas impredecible. Y esa es una mala señal para el mundo.
Porque ante una victoria de Trump que pasma al mundo, se promulga por las masas la reemergencia de los fundamentalismos, las supremacías raciales, las hegemonías proteccionistas y el abuso del poder.
Con el demagogo y temperamental Trump en la Casa Blanca, las conciencias de todo el mundo testifican la zozobra de vivir en la delgada línea de la incertidumbre en la que todo es posible. Hasta lo que parece imposible.
Y eso es el peor augurio para la indispensable estabilidad que es necesaria para crear, para invertir, para generar riqueza…. para crecer y vivir en paz.
El mundo en el que amanecemos este miércoles de noviembre del 2016 se asemeja mas al que vivieron nuestros abuelos en los días que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial.
Aquella década en la que el choque de egos, desafíos y supremacías raciales –con Hitler, Mussolini y Franco al frente- llevaron a esa generación al horror de un holocausto y a un cataclismo casi universal.
No tenemos vocación de aves de mal agüero, pero con el iracundo e insensato magnate inmobiliario en comando de la nación mas poderosa, lo que se presagia es zozobra, amenaza e inestabilidad. Tendría que demostrarnos lo contrario.
Los mercados financieros en México, y en el mundo entero, dieron ayer por la noche las primeras muestras de extrema volatilidad, desconfiando de que el futuro que nos aguarda sea mejor a nuestro presente.
Pero poco se puede hacer frente al juego de una democracia que ante la brutal emergencia de las redes sociales, de las masas que se rebelan al status quo que sirve a unos pocos y lesiona a los muchos, eligen lo que sea –extremismos de derecha o de izquierda- antes que vivir mas de lo mismo.
En las sorpresa de ayer en los Estados Unidos está claro que la monarquía democrática del binomio Clinton-Bush dejó de ser funcional y confiable para las mayorías.
Y no hay que ser adivino para presagiar que ese fenómeno de rebelión política contra el status quo se repetirá en todo el mundo, incluyendo en México en 2018…. o antes si es necesario.
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