¿Cuánto falta para la elección?

27 de abril 2024

27 de diciembre 2018

¡Que alguien me explique!

Tragedia y beatificación

Lo que viene a exhibir la tragedia de Puebla es el absurdo nivel de radicalización que se vive en México

Por Ramón Alberto Garza

COMPARTE ESTA HISTORIA

“Si no se hubiera cancelado el aeropuerto de Texcoco, de seguro el helicóptero de los Moreno Valle no se habría desplomado”.

Estupideces como esta abundan en las redes sociales, convertidas -para un bando y para otro- en el patíbulo de insultos, descalificaciones y teorías de conspiración que salen a vender odio.

Nada distinto al twit post mortem publicado por Gerardo Fernández Noroña, “lamentando” el accidente en el que murieron Rafael Moreno Valle, a quien calificaba de terrible, y a su esposa Martha Ericka Alonso, a quien llamaba su cómplice.

Pero lo que viene a exhibir la tragedia de Puebla es el absurdo nivel de radicalización que se vive en México, en el que por un lado imperan los fabricados “asesinos” y por el otro los etiquetados como “neofascistas”.

Olga Sánchez Cordero, fue el primer pararrayos de esos resabios, cuando fue recibida en lo funerales al grito de “¡Asesinos!, ¡Asesinos!,  ¡Asesinos!”, un hecho que justificó la cuestionada decisión presidencial de no acudir a las exequias.

Y la secretaria de Gobernación no pudo ser más sensata al reconocer que quienes gritaron al gobierno morenista “asesinos” estaban en su derecho. En México existe libertad de expresión.

El hecho es que la dimensión de la polémica desatada en torno al desplome del helicóptero Augusta el pasado 24 de diciembre se inscribe en la misma dimensión del debate político que se vivió en Puebla a lo largo del sexenio de Moreno Valle y de la elección de su esposa.

Porque si alguien busca tejer teorías conspirativas, que voltee a ver el fenómeno del huachicol, que convirtió a  Puebla en la capital nacional en el robo de combustibles.

Mil 650 tomas clandestinas detectadas en el 2018 dan testimonio de una criminal y floreciente industria, solo comparable con el narcotráfico. Un negocio que inundó de corrupción y dinero negro a la entidad controlada por los Moreno Valle.

Esto solo es explicable desde una enorme ineptitud o desde una criminal complicidad. ¿Acaso ninguna autoridad estatal o municipal de Puebla podían detectar los cientos de tomas clandestinas a lo largo de tuberías de las que se conoce su trazo con exactitud?

Y al que lo dude, que pregunte entre los altos mandos del gobierno de Enrique Peña Nieto en cuántas ocasiones se debatió el actuar sobre Rafael Moreno Valle, cuando se confirmaron vínculos entre huachicoleros y padrinos financieros de la precampaña presidencial del ex gobernador poblano.

Ni que decir de la polarización política que generó la última elección estatal en la que ganó la panista Martha Érika Alonso, esposa de Moreno Valle, frente al morenista Miguel Barbosa, quien impugnó los comicios.

Sin duda es lamentable la tragedia humana, pero manipular el duelo para esconder una dolorosa realidad, beatificando en un funeral de Estado a una dinastía que bordeó serios cuestionamientos políticos y económicos, es cuestionable.

Y si alguien quiere entender la fijación del presidente López Obrador sobre Puebla, quizás podrían encontrar la respuesta en su esposa Beatríz Gutiérrez Müller.

La primera compañera creció y estudió en la Angelópolis, donde se graduó de Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana de Puebla en 1998 y en 2002 cumplió también su maestría en literatura.

Y ya como periodista, mientras vivió en Puebla, Gutiérrez Müller laboró para el periódico El Universal. Algo deberá entender la siempre discreta esposa del presidente sobre lo que viene sucediendo en aquella entidad.

Lo que hoy debemos evaluar es que a la luz de esta lamentable tragedia se exhibieron los peores rostros del radicalismo nacional. De uno y otro lado. Algo debemos hacer para sepultar una crispación política que ya se nos sale de control.

Publicidad
Publicidad
Publicidad