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Silencios que matan

Luego de la denuncia de Santiago Nieto Castillo sobre las investigaciones del Caso Odebrecht, Miguel Ángel Osorio Chong está obligado a dar la cara

Por Ramón Alberto Garza

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Otra vez Odebrecht. Una vez más el escándalo de los sobornos de la constructora brasileña.Ahora nuevos sobornos. De nuevo los cuestionamientos sobre el gobierno mexicano.

Santiago Nieto Castillo le acaba de denunciar a The Wall Street Journal que intentaron comprarle su silencio sobre las investigaciones del Caso Odebrecht.

El que fuera el Fiscal para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) reveló al diario norteamericano que desde la secretaría de Gobernación le ofrecieron dinero para que guardara silencio.

El asunto es en extremo delicado para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, porque se entrelaza con otro episodio: el de la renuncia del procurador Raúl Cervantes.

No olvidemos que quien fuera el último procurador dejó la PGR con una sola advertencia al momento de anunciar su salida. Dijo que él dejaba cerrada la investigación de los sobornos de la constructora brasileña a políticos mexicanos.

Vino luego en secuencia el despido de Santiago Nieto Castellanos como fiscal de delitos electorales. El argumento legal en el que se escudaron fue que violó el debido proceso al revelar contenidos de una investigación en curso.

En el fondo todos sabían que desde su posición de sabueso electoral, el titular de la FEPADE buscaba a donde fueron a parar los 10.5 millones de dólares que presumible Odebrecht dio para apoyar la campaña presidencial del PRI en 2012.

Cuando eso sucedió, se habló de que la investigación estaba congelada porque el principal inculpado no sería Emilio Lozoya Austin, el director de PEMEX, quien solo se prestó como cartero entre quien pidió el dinero y los brasileños.

Lo que se dijo entonces es que esos fondos presuntamente acabaron manejados por Miguel Ángel Osorio Chong. Y en concreto se advertía que presuntamente terminaron en cuentas manejadas por Nuvia Mayorga, la legisladora hidalguense tan allegada al secretario de Gobernación.

Si esos dineros se recibieron, la presunción es que nunca llegaron a las chequeras de la campaña. Eso es lo que investigaba el titular de la FEPADE.

Por eso cuando Nieto Castillo salió a denunciar esta semana en The Wall Street Journal que desde Bucareli intentaron comprarle su silencio, en Los Pinos se encendieron los focos rojos.

Lo último que necesita hoy el presidente Enrique Peña Nieto es que la sombra del destino de los sobornos de Odebrecht acaben como certeza de que nadie en el gobierno quiere que se conozca la verdad.

Menos aún cuando ese mismo día la PGR anuncia la indisposición de aplicar sanciones penales al ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, exhibido como presunto saqueador del Erario de su estado.

Y peor aún cuando esa misma PGR es cuestionada también por su presunto uso faccioso en la investigación del lavado de dinero que se le practica a Ricardo Anaya, el candidato presidencial de la alianza Por México al Frente.

Osorio Chong está obligado a salir para dar la cara y responder a las acusaciones. Mientras no lo haga, lo dicho por Nieto debe asumirse como cierto y obligar a abrir una nueva investigación.

Lo último que debe hacer el ex secretario de Gobernación es guardar un silencio que lesiona sus aspiraciones de ser el próximo líder priista en el Senado.

Los cuestionamientos que inundan su paso por Bucareli no le dejan margen para quedarse callado.

Si el próximo presidente es de oposición al PRI, la posición con la que Osorio Chong sueña lo convertiría en un vicepresidente de facto. Y para eso hace falta estatura moral. Hoy su silencio lo mata.

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