Rocha frente a la violencia en Sinaloa: ¿cinismo o indiferencia?

La violencia criminal sigue consumiendo a Culiacán. El martes, cinco cadáveres fueron arrojados afuera de las instalaciones de la Escuela de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Los cuerpos presentaban signos de tortura.

Un día antes, la capital de Sinaloa vivió una jornada de enfrentamientos entre grupos paramilitares: el saldo fueron siete asesinatos, dos desapariciones, la destrucción de 80 cámaras propiedad del gobierno del estado y una casa incendiada. Se trata de un nuevo episodio de violencia producto de la disputa fratricida y territorial entre la facción criminal de ‘Los Mayitos’ y ‘Los Chapitos’, los dos principales enclaves del Cártel del Pacífico.

La ciudad se acogió a un toque de queda no oficial, marcado por el ausentismo escolar y laboral. La Universidad Autónoma de Sinaloa y los colegios privados decretaron la suspensión de clases.

A pesar de la magnitud de la violencia y de que las fuerzas del Estado fueron incapaces de disuadir a los grupos criminales, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, minimizó la situación. “No estamos exentos de que se generen (actos de violencia) de manera aislada”, declaró desde la Ciudad de México.

Ese mismo lunes, en una entrevista improvisada con un reportero del periódico El Universal, Rocha admitió que “ha habido encuentros entre grupos criminales directamente con la autoridad”. El gobernador, inmutado por lo que acababa de decir, justificó la postura: “Ahí va la seguridad… con altibajos”.

También el lunes, la revista Proceso había publicado una investigación que comprometía la integridad de Rocha como gobernador. Testigos que dicen haber participado en las gestiones del encuentro, aseguraron a Proceso que Rocha se reunió con Ismael ‘El Mayo Zambada’ meses antes de iniciar su campaña a la gubernatura. El año pasado, Código Magenta publicó el testimonio de una integrante de Morena que aseguró que Rocha viajó a la sierra de Sinaloa para encontrarse con otro capo del Cártel del Pacífico, Isidro Meza Flores, alias ‘El Chapo Isidro’.

Paradójicamente, nada de esto ha minado el apoyo público que Rocha ha recibido del gobierno y del partido oficial. El mes pasado, Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, acogió a Rocha en el Congreso. Los legisladores del oficialismo arroparon al gobernador y gritaron “¡no estás solo!”.

Esto ha envalentonado a Rocha, quien se mueve por Sinaloa con un oneroso aparato de seguridad. El contraste entre la protección (política y real) del gobernador con la vulnerabilidad del resto de la población difícilmente pasa desapercibido.

Meses atrás, los generales asignados a la pacificación de Sinaloa comentaban en privado que Rocha tenía los días contados como gobernador. No obstante, el político morenista se ha afianzado en el cargo. Esto pese a que la situación de seguridad sólo se ha erosionado: desde que estalló la llamada “guerra civil del Cártel de Sinaloa”, organizaciones no gubernamentales cuentan al menos 500 homicidios y 500 desapariciones.

El domingo, Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, visitó Culiacán y defendió públicamente a Rocha: lo llamó “un hombre fuerte” y acusó que los medios han operado una campaña de desprestigio en su contra.

El mensaje del martes, en el que se arrojaron cinco cadáveres afuera de la Universidad Autónoma de Sinaloa, es un recordatorio de que Rocha es un personaje central de la trama de violencia en el estado. Esa institución era dominio político del principal rival del gobernador, Héctor Melesio Cuén, quien fue asesinado en la misma reunión en la que Ismael ‘El Mayo’ Zambada alega haber sido secuestrado por ‘Los Chapitos’. Reunión a la que, según el capo, también había sido convocado Rubén Rocha Moya.