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Peritaje Slim

Sin esperar el peritaje final de los noruegos, con la sola estafeta que le da ser el hombre más rico de México, Carlos Slim ya dio su veredicto sobre la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México

Por Ramón Alberto Garza

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Sin esperar el peritaje final de los noruegos, con la sola estafeta que le da ser el hombre más rico de México, Carlos Slim ya dio su veredicto sobre la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México.

Después de dos reuniones privadas -no públicas- con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el dueño de la constructora del tramo colapsado salió hace unos días a defender la obra que él mismo construyó.

Slim dijo al salir de su segunda reunión en Palacio Nacional que… “estamos convencidos de que en su origen no tuvo ningún problema, tanto, que se usó por cientos de millones de personas”.

¿Qué imparcialidad y calidad moral tiene el constructor de una obra colapsada, que busca a cualquier precio evadir, no solo las responsabilidades civiles, sino también los conflictos judiciales que por negligencia se le avecinan a él y a sus ingenieros?

El presidente de Grupo Carso, quien acompañó incluso al entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, al recorrido inaugural de su obra, miente flagrantemente al decir que “en su origen no tuvo ningún problema”.

Tan falso como que la nueva obra debió ser clausurada a unos meses de ser inaugurada porque presentaba serias fallas estructurales y de diseño, sobre todo, en la colocación de rieles para rodamientos neumáticos que fueron cambiados por rodamientos de acero, sin modificar las especificaciones de esos rieles.

Si el dueño de la Constructora Cicsa, de verdad quiere conocer la verdad, que le pida a Miguel Ángel Mancera, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México que reparó su flamante obra, por qué debieron cerrarla en algunos tramos hasta por 14 meses. ¿Acaso porque era una obra perfecta que no tenía fallas de origen?

Carlos Slim pretende inducir con sus declaraciones que el colapso del tramo construido por su empresa obedece a efectos de sismos posteriores, y con ello, eludir su responsabilidad.

Si ese fuera el caso, valdría la pena preguntar por qué otros tramos elevados, implementados por otras constructoras, no tienen el mismo problema.

Mas aún, por qué hasta ahora no se ha colapsado ninguna de las trabes, dovelas o columnas de los segundos pisos del Periférico, construidos durante la administración del jefe de Gobierno López Obrador.

Esas estructuras también resintieron los mismos sismos por los que se pretende culpar a la tragedia, que cobró 26 vidas y decenas de heridos.

Lo que acabará por salir en un peritaje real -no el que improvisa Slim sobre las rodillas- es que para ahorrar costos, sus ingenieros habrían modificado los cálculos estructurales entre cemento y varilla.

Hay suficientes documentaciones, que en su tiempo fueron exhibidas, en las que los calculistas originales del Metro denunciaban que no se habrían cumplido las especificaciones porque los ingenieros de Cicsa acabaron por convencer a ciertas autoridades de modificar especificaciones y lograr fuertes ahorros.

Es muy lamentable que se le dé crédito a la declaración interesada de alguien que quiere a cualquier precio eludir su responsabilidad, porque aceptar la falla sería -además de desembolsar miles de millones de pesos que ya se comprometió- a enfrentar los juicios por negligencia, no solo en cortes nacionales, sino -como ya sucede- en litigios extranjeros.

Pero más lamentable aún es que, por encima de los lentos peritajes de los noruegos de DNV -que ya tienen dos meses y demandarán por lo menos tres más para dar su fallo definitivo- el presidente Andrés Manuel López Obrador ya haya tomado una decisión, no colegiada, sino personal.

Para salvarles la cara no solo a Carlos Slim, sino a Claudia Sheinbaum -su candidata favorita para sucederlo en 2024- el inquilino de Palacio Nacional parece haberle dado carpetazo al caso pidiendo a los afectados por la falta de servicio de la Línea 12 que esperen un año, que ese tramo del Metro volverá a funcionar.

De hecho, el mandatario salió en la mañanera del 30 de junio, a darle las gracias al Ingeniero Slim porque le prometió que se va a hacer cargo de reparar el tramo colapsado y que lo entregará operando en un plazo de un año. ¡Faltaba más!

Y para refrendar que lo de la tragedia de la Línea 12 del Metro ya fue cosa juzgada por “el pueblo, bueno y sabio” que no condena a nadie, que es comprensivo y amoroso hasta con Carlos Slim, el presidente López Obrador emitió un pronunciamiento que no tiene desperdicio.

“La gente humilde la gente pobre, muy leal, muy fraterna, y ahora lo mismo porque no tiene odios. Pasa una desgracia tan tremenda, terrible, como la del Metro, y ellos como buenos seres humanos, como buenos ciudadanos, cristianos, lo primero que piensan es “no hay mala fe; ni modo que alguien sea tan perverso para estar provocando un accidente así, que sea algo premeditado”. Ellos tienen una mente enteramente limpia, sin malicia. En cambio, los fanáticos del conservadurismo…”.

Bien. Esa mente limpia, sin malicia, no la tenía el opositor López Obrador en julio de 2017 cuando exigía que en la tragedia del Paso a Cuernavaca -que costó dos vidas, no 26 como la del Metro- exigía que renunciara Gerardo Ruiz Esparza, el secretario de Comunicaciones y Transportes.

“En cualquier país del mundo sucede una desgracia así y hay responsables. No se castiga, como lo hacen aquí, a los chivos expiatorios, se exhibe a uno o dos funcionarios y se acabó. En este caso, cuando menos, debe renunciar el secretario (Ruiz Esparza)”.

En el caso de la tragedia de la Línea 12 todavía no se señalan a los culpables, pero desde ya les damos salvoconducto de bondad a quienes fueron los responsables de su construcción.

Lo dicho, una cosa es hablar desde la oposición y otra muy distinta desde el gobierno.

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