Odebrecht acaba a Kuczynzki

La renuncia de Pedro Pablo Kuczynski como presidente del Perú vuelve a poner sobre la mesa el espinoso tema de los sobornos de Odebrecht aquí, en México.

Y es que, derivado de las denuncias presentadas por la constructora brasileña, el mandatario peruano acabó contra la pared, arrinconado por las denuncias  públicas de corrupción y una Oposición enardecida clamando justicia desde el Congreso.

En México, la renuncia del peruano revive los días de otra renuncia, la del ex procurador Raúl Cervantes, quien al dimitir en octubre de 2017 dijo que la investigación del Caso Odebrecht la dejaba concluida.

Ya pasaron casi seis meses y el encargado del despacho, Alberto Elías Beltrán –con investigación terminada y lista para consignar– no dice esta boca es mía.

Si el de Odebrecht fuera el único caso serio bajo la lupa en la PGR, podría entenderse la demora. Pero los expedientes judiciales de ex gobernadores o estafas maestras se acumulan.

Y esa inacción contrasta con las crecientes denuncias de las persecución judicial a adversarios políticos, como Ricardo Anaya. La reforma judicial no solo se empantana, sino que se desacredita.

Nadie se atreve a desentrañar los misterios de las múltiples relaciones de Odebretch en donde todos los caminos parecen conducir al llamado Grupo Hidalgo.

Desde Nuvia Mayorga, pasando por los hermanos Tapia y su constructora Citapia, hasta el empresario Carlos Aniano Sosa Velasco.

Si a eso le sumamos la denuncia hecha al periódico The Wall Street Journal por Santiago Nieto, el ex fiscal de delitos electorales, el caso se va agriando. Apesta.

El ex fiscal de delitos electorales denunció que desde la Secretaría de Gobernación pretendieron comprar su silencio en la investigación del destino de los sobornos de Odebrecht.

Hoy la renuncia de Kuczynski, convertido con el huido Alejandro Toledo y el encarcelado Ollanta Humala, en el tercer presidente peruano en desgracia por las dádivas de la constructora brasileña, le impone nuevas presiones a la dependencia bajo custodia de Arturo Elías Beltrán.

La suma de todos esos miedos levanta la sospecha de dónde se atoró aquello que el ex procurador Cervantes dijo que ya era investigación concluida.

Pero no es solo la renuncia del presidente peruano lo que le inyecta presión nacional e internacional al gobierno mexicano.

En Francia, el ex presidente Nicolás Sarkozy ya declaró en arresto domiciliario sobre las acusaciones de que el gobierno libio de Muamar Gadafi le financió cinco millones de euros en efectivo para apoyar su campaña presidencial en 2007.