¿Cuánto falta para la elección?

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20 de octubre 2020

¡Que alguien me explique!

Morena no es sin el presidente

Si la desesperanza crece ante los pobres resultados de gobierno de la Cuarta Transformación–sea por malas decisiones o por el entorno internacional- Morena estará en problemas. Y el inquilino de Palacio Nacional también.

Por Ramón Alberto Garza

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Cuando en marzo del 2000 Beatriz Paredes Rangel asumió la presidencia nacional del PRI, pocos entendían que la mujer más respetada entre los tricolores colocara su capital político en un riesgo de ese tamaño.

Después de todo, no había pasado todavía un año de la gran derrota del 2006 en la que el priista Roberto Madrazo sucumbió frente al panista Felipe Calderón y el perredista Andrés Manuel López Obrador. El PRI se hundió hasta el tercer lugar en las preferencias electorales.

Sobraban quienes entonces se disputaban el derecho de colocarle la lápida y pagar la esquela al partido que durante más de 70 años detentó un poder casi monolítico en México.

Pero con enorme perseverancia y con un trabajo político de filigrana, Beatriz Paredes fue sanando las heridas, resinstalando al PRI en la primera fila de la competencia electoral.

Su estrategia fue simple: de la misma manera que sucedió con Vicente Fox, el desencanto por tanta promesa incumplida alcanzaría inevitablemente al presidente Felipe Calderón. Y en las elecciones de medio término, las del 2009, se recuperaría algo del terreno perdido.

Jamás dimensionó Beatriz Paredes el vuelco tan enorme que su estrategia le daría al PRI, quien se instalaría tres años después de aquella gran derrota madracista como el jugador de primerísima fila.

El PRI -en alianza con el Partido Verde- volvió a ser la primera fuerza política. Del 28.21 por ciento de los votos para diputados conseguidos en 2006, se fueron al 43.65 por ciento en 2009.

El PAN de Felipe Calderón decreció, a pesar de ser el Partido en el Poder. Del 33.29 por ciento que logró en su victoria marginal del 2006 se fue a 28.01 por ciento en 2009.

Y el PRD, que con el nombre de Andrés Manuel López Obrador logró casi el 29 por ciento de los votos legislativos en 2006, ya sin su líder en la boleta se desplomó a apenas 18.31 por ciento en 2009.

Ello sin contar con que estados como Querétaro y San Luis Potosí pasaron del PAN al PRI y el tricolor pudo retener sin problemas Nuevo León, Campeche y Colima.

El único estado que perdió el PRI fue Sonora, donde el escándalo del incendio en la Guardería ABC le entregó esa entidad al panista Guillermo Padrés.

Como presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes se cubrió de gloria. Resucitó al partido al que ya nadie le daba un aliento de vida, para colocarse en la ruta –pactada o no- de concretar la victoria que tres años después le devolvería al tricolor las llaves de Los Pinos.

Viene toda esta historia a cuento porque en las primeras elecciones estatales después del gran triunfo del presidente López Obrador y de Morena en julio del 2018, el PRI vuelve a recuperar terreno frente al Partido en el Poder.

Y en las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo, los tricolores derrotaron a Morena y se quedaron con las 16 diputaciones locales en juego. Nada para nadie más.

En el 2018, con López Obrador en la boleta, Morena logró el 40 por ciento de la votación, mientras que el PRI debió conformarse con el 25 por ciento.

En el 2020 Morena fue desplazada a ser la segunda fuerza, con apenas un 20 por ciento de los votos, 30 puntos porcentuales abajo del PRI, que logró el 50 por ciento. ¿El efecto Altos Hornos?, ¿la nostalgia por los Moreira y el trabajo de Riquelme?, ¿la impotencia del morenista Armando Guadiana?

En Hidalgo las cosas no fueron diferentes. En el 2018, en el estado dominado políticamente por Miguel Angel Osorio Chong, Morena logró el 52 por ciento de los votos.

En el 2020, el PRI ganó en Hidalgo 32 de los 58 municipios, incluida la capital Pachuca. ¿Volvió Osorio Chong a reclamar su territorio después de los golpes asestados en los casos Ancira, Collado, Robles, Romero Deschamps, Medina Mora y Lozoya? ¿Efectos de la disputa de la Sosa Nostra?

Dicen que el presidente López Obrador -quien en público insiste en que no se mete con Morena- le habría exigido al interino Alfonso Ramírez Cuellar que impugnara las elecciones.

Sea cierto o no, lo que sí es un hecho es que la boleta electoral –local o federal- no es la misma con o sin el nombre de Andrés Manuel López Obrador.

Y en medio de las agrias disputas por el control de un partido que vive hoy en el descontrol, es un aviso a tiempo para que afine sus estrategias rumbo a la gran elección federal y estatal del 2021. La que pavimentará la ruta presidencial del 2024.

Si la desesperanza crece ante los pobres resultados de gobierno de la Cuarta Transformación–sea por malas decisiones o por el entorno internacional- Morena estará en problemas. Y el inquilino de Palacio Nacional también.

El Efecto Beatriz Paredes del 2009 podría repetirse. Si aprende de la historia, Alejandro “Alito” Moreno tendrá la última palabra.

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