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18 de agosto 2021

Internacional

Las secuelas de Afganistán en México

Días antes de que colapsara el gobierno de Afganistán, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca estaba en México en una reunión con el presidente López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard y el fiscal Alejandro Gertz Manero

Por Rodrigo Carbajal

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Él es Jake Sullivan, Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, uno de los principales asesores del presidente Biden respecto a América Latina y ahora, tras el colapso del gobierno de Afganistán, el rostro de la peor crisis política y mediática de esta administración.

Los halcones del establishment de Seguridad Nacional, tanto demócratas como republicanos, están pidiendo su renuncia. Brett Bruen, asesor de Barack Obama escribió un editorial en USA Today, donde asegura que Sullivan recibió la peor vergüenza en la historia del Consejo Nacional de Seguridad, que Biden ha optado por escoger perfiles políticos para posiciones clave de la Comunidad de inteligencia y que Sullivan, encargado de coordinar estas áreas, ha mostrado ser incompetente.

El colapso de Afganistán se convirtió en el primer rompimiento entre el llamado estado profundo de Seguridad Nacional y el equipo del presidente Joe Biden, particularmente con Jake Sullivan y con el secretario de Estado Anthony Blinken, dos arquitectos del cada vez más evidente giro de política exterior hacia el hemisferio occidental.

Sullivan realizó una gira en América Latina, los días previos a la salida definitiva de las tropas estadounidense de Afganistán; mientras el Talibán avanzaba hacia la capital, Kabul, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca estaba concentrado en liderar un equipo de altos funcionarios para reunirse con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con el canciller Marcelo Ebrard y con el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero.

De acuerdo a personas cercanas al asunto, se habría discutido la creciente influencia del crimen organizado en territorio mexicano y en el proceso electoral. En el corto plazo, la primer secuela del desastre de Afganistán, en la relación bilateral, podría ser la remoción de uno de los principales interlocutores estadounidenses en México: Jake Sullivan. En el largo plazo, la secuela podría ser más profunda.

“Nuestra misión en Afganistán no era construir una nación, ni crear una democracia unida. Nuestro único interés nacional en Afganistán ha sido y sigue siendo prevenir un ataque terrorista en Estados Unidos”.

El presidente Joe Biden lo dice claramente: el enfoque de la política exterior no es la contrainsurgencia es el contraterrorismo. En Washington, la amenaza de los cárteles mexicanos toma cada vez más relevancia en el mapa de riesgo de las agencias de seguridad nacional, la posibilidad de que las organizaciones criminales mexicanas puedan ser designadas como terroristas abre la puerta a nuevas sanciones, a nuevas facultades de escrutinio e incluso, a una intervención armada directa desde Estados Unidos.

Afganistán es la prioridad mediática de este gobierno, pero la realidad de la política exterior de Estados Unidos podría cambiar muy pronto y enfocarse en un riesgo mucho más cercano: México, el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.

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