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21 de enero 2021

¡Que alguien me explique!

Las lecciones de Biden

Bien le haría al presidente López Obrador verse en el espejo de quien en su discurso jamás lanzó culpas, no se escudó en los errores del pasado y se dedicó a construir por encima de la destrucción heredada

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador tendría que suspender al menos por un día su Mañanera y dedicar ese valioso tiempo a escuchar el discurso inaugural de Joe Biden como el cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

Sin duda, el inquilino de Palacio Nacional descubrirá en ese texto un dechado de lecciones que le servirían para reencausar su gobierno de la Cuarta Transformación.

Pero si el mandatario mexicano no tiene tiempo para hacerlo, aquí le entregamos las mejores frases que tienen validez universal y que sin duda aplican para los tiempos difíciles que vivimos en México y en el mundo.

Por favor, tome lápiz y papel, señor presidente López Obrador.

“Restaurar el alma y asegurar el futuro exige mucho más que palabras. Exige la más elusiva de las cosas en una democracia: unidad”.

“Poner mi alma en volver a unificar, luchando por las fuerzas que nos dividen”.

“Devolver la dignidad y el respeto”.

“Unidos podemos para luchar contra los enemigos: enojo, resentimiento, odio, extremismo, ausencia de la ley, violencia, enfermedades, desempleo y desesperanza”.

“Dejar de gritarnos, bajar la temperatura. Sin unidad no hay paz, solo amargura y furia. No existe nación, solo un estado de caos”.

“Comencemos a escucharnos los unos a los otros, vernos los unos a los otros. Mostrar respeto los unos a los otros”.

“La política no tiene que ser un anillo de fuego que destruya todo lo que está a su paso”.

“Cualquier diferencia no debe ser motivo para iniciar una guerra de los unos contra los otros”.

“Debemos rechazar la cultura de que los hechos por sí mismos son manipulados o fabricados”.

“A los que no nos apoyaron, déjenme decirle esto. Escúchenme, conforme vamos avanzando, tomen la medida de mí y de mi corazón. Si aún así están en desacuerdo, no hay problema. Esa es la democracia”.

“Los desacuerdos no deben llevarnos a la desunión”.

“Seré un presidente para todos los norteamericanos, para todos los norteamericanos”.

“Lucharé tan duro por aquellos que no me apoyaron, como por aquellos que sí lo hicieron”.

“En los tiempos recientes aprendimos una lección poderosa: Existe la verdad y existe la mentira. Mentiras dichas para ganar poder y ganancias”.

“La solución no está en competencias facciosas, en desconfiar de que no se parecen a ti, que no piensan como tú o que no tienen sus noticias de las mismas fuentes que tú”.

“Debeos de terminar esta guerra incivilizada que enfrenta el rojo contra el azul, lo rural contra lo urbano, conservadores contra liberales”.

“Lo podemos hacer si abrimos nuestras almas, en lugar de endurecer los corazones. Si mostramos algo de humildad y tolerancia, si nos ponemos en los zapatos del otro”.

“Vamos a reparar nuestras alianzas para involucrarnos una vez más con el mundo”.

Ni una sola mención para confrontar a su antecesor, el sembrador de odios, el fabricante de tempestades, el que siempre tenía “otros datos”, el que solo decidía y se consultaba a sí mismo.

Pero apenas pasaron unas horas de que juró como nuevo presidente de los Estados Unidos, cuando Joe Biden rubricaba en los hechos la reconstrucción de su nación con 17 decretos o acciones ejecutivas.

Y en sus primeros minutos en la Oficina Oval de la Casa Blanca firmaba la cancelación de la construcción del muro en la frontera con México. Ya no más presupuesto para dividir a las dos naciones vecinas.

También derogó las severas legislaciones contra los inmigrantes, recordándole al mundo que las fronteras norteamericanas vuelven a estar abiertas. Reestableció los programas para los “Dreamers” que ya no serán deportados y devolvió al mundo musulmán su derecho al libre tránsito hacia su país.

El presidente Biden también firmó la reconciliación de Estados Unidos con la Organización Mundial de la Salud y envió a su respetado epidemiólogo Anthony Fauci a participar en la junta anual del próximo jueves.

Designó un coordinador para enfrentar la pandemia, con la propuesta de un nuevo enfoque para atacarla y decretó el uso obligado de los cubrebocas en todos los servidores públicos federales, comenzando por él.

Y con el poder de su firma, reinsertó de nuevo a los Estados Unidos en el Acuerdo de París para combatir el cambio climático global.

Bien le haría al presidente López Obrador verse en el espejo de quien en su discurso jamás lanzó culpas, no se escudó en los errores del pasado y se dedicó a construir por encima de la destrucción heredada. Trump -el ausente- nunca fue mencionado, ni por asomo, en el discurso inaugural.

Esa es la visión de un estadista. Esa es la lección que estamos obligados a aprender.

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