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¡Que alguien me explique!

La lengua que mece la cuna

La ‘lengua que meció la cuna’ para calentarle el ánimo al presidente fue su jefe de Comunicación Social, Jesús Ramírez, con quien el mandatario admite que redactó el texto que, sin duda, le dará a México muchos dolores de cabeza en la escena internacional

Por Ramón Alberto Garza

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Indignante, burdo y lamentable, el comunicado enviado por el presidente Andrés Manuel López Obrador llamando “borregos” e “injerencistas” a los integrantes del Parlamento Europeo.

Como si los conflictos que ya abrimos con Estados Unidos por drogas, energéticos y migración; con España por la “pausa” en la relación; con el mundo Occidental por la poca solidaridad frente a la invasión en Ucrania, ahora se suma un nuevo “adversario”: el Parlamento Europeo.

Y todo porque al organismo supremo de Europa tuvo la osadía de hacer un llamado a México, y a su gobierno, para exigir mayor respeto a los activistas de derechos humanos y a los periodistas demonizados por el presidente desde su púlpito mañanero.

La ira del inquilino de Palacio Nacional no se hizo esperar y en un trayecto de una gira del jueves redactó un texto insultante, anti-diplomático, que como dijera la blogger Paula Sofía: Niurka podría haber hecho un mejor comunicado.

Un pronunciamiento tan fuera de lugar, carente de formas, que personajes cercanos a la Cuarta Transformación como Gerardo Fernández Noroña y Patricia Armendáriz, se horrorizaron por su contenido. Pero una vez que vieron la postura presidencial, rectificaron y se retractaron de lo que ya habían condenado.

Pero el colmo de la ignominia fue que detrás de este inédito y escandaloso episodio diplomático no apareciera por ningún rincón el nombre de Marcelo Ebrard.

Igual que sucedió con la “pausa” con España, con la designación de los embajadores Quirino Ordaz, precisamente en la Madre Patria, así como los impresentables Jesusa Rodríguez y Pedro  Salmerón para la sede diplomática de Panamá, o con los coqueteos pro-rusos desde La Mañanera, el Canciller fue el último en enterarse del comunicado al Parlamento Europeo.

La ‘lengua que meció la cuna’ para calentarle el ánimo al presidente fue su jefe de Comunicación Social, Jesús Ramírez, con quien el mandatario admite que redactó el texto que, sin duda, le dará a México muchos dolores de cabeza en la escena internacional.

Pero no es para menos. No es ningún secreto que Ramírez es el instrumento del ala radical de Palacio Nacional que aterriza en La Mañanera la agenda que buscan imponer los más radicales afines a López Obrador.

En esa lista se incluyen John Ackerman; Luciano y Elvira Concheiro; Alejandro Esquer; Alfonso Ramírez Cuéllar; Pedro Salmerón; Hugo López-Gatell; María Elena Álvarez-Buylla y por supuesto su sensei, el radical italiano Massimo Modonesi.

Ya no hay forma de esconder la mano, ya no hay forma de silenciar las lenguas que a través de Ramírez dictan al presidente López Obrador lo que debe incluirse o no, lo que debe aceptarse o no, en la agenda nacional e internacional.

El presente y el futuro de la Nación acaban trazándose en ese pequeño círculo de mentes exacerbadas por la ideología de izquierda, afines a Rusia, Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Perú. Son ellos quienes ya dominan por completo el discurso presidencial.

Si la política internacional debiera manejarse de la mano de la Cancillería y con el Senado, aquí no hay consenso que valga. Marcelo Ebrard es ignorado, incluso despreciado. Y del Senado, mejor ni hablamos.

Tan inverosímil fue la respuesta, que llamaron a los integrantes del Parlamento Europeo “borregos” que se suman “a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”. Otra vez ‘el estás conmigo o estás contra mí’.

Peor aún, advertirles a los legisladores del Viejo Continente que México hace tiempo ha dejado de ser “tierra de conquista”, para acabar llamando “panfleto” a su pronunciamiento.

Las formas fueron tan insultantes que Gerardo Fernández Noroña tuiteó: “Este documento debe ser falso”. Uno de los más radicales no daba crédito.

Víctor Trujillo, mejor conocido como Brozo, tuiteó: “¿Algún comentario para justificar o deslindarse de este bodrio, canciller @m_ebrard?”.

Y Julio Astillero, columnista de La Jornada, advirtió en su Twitter: “Dado que no ha habido ni desmentido, ha de entenderse que es auténtico el comunicado del @GobiernoMX al #Parlamento Europeo. Lamentable la redacción, uso innecesario de términos, preocupante reflejo de enojo. Gran error. ¿Lo dictó #AMLO? ¿Alguien revisó, advirtió, objetó?”.

Si alguna duda existía, se disipó. La mente y el discurso del presidente López Obrador son moldeados en ese núcleo y operados por su hombre de la comunicación, el que sirve de catalizador o de freno a los dictados del bloque radical.

¿Hasta cuándo, Marcelo Ebrard aceptará esas humillaciones presidenciales?

¿O será que acaso la política exterior que despacha en Tlatelolco, al igual que la mayoría de las Secretarías, ya se mudó al despacho presidencial de Palacio Nacional?

Lo dicho.  Con la confesión presidencial se confirma en dónde despacha la lengua que mece su cuna.

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